lunes, 4 de febrero de 2019

El coprolito [CCXLVI]

Luis Roberts



El comandante en jefe de la prehistoria... y el presente



         Estoy sumergido en la lectura de un libro que hacía tiempo que quería leer y que por fin hace pocos días conseguí. Es un rara avis, un libro de divulgación científica que es un best-seller: De animales a dioses, de Yuval Noah Harari, un importante historiador, profesor y escritor israelí. Nos cuenta, exponiendo teorías, sin apenas intervenir, la aparición del homo sapiens sobre la Tierra y su posterior expansión desde África al resto del planeta. Por cierto, ¿cuánto tardarán en proponer que la ciencia se una al lenguaje inclusivo y hable de homo et mulier sapiens?
         Resulta que el homo sapiens ha sido y es el animal más depredador que ha parido la naturaleza. No sólo acabó con otros homínidos como el neandertal, el denisovano, etc., sino que en su primitiva etapa de cazador, antes de la revolución cognitiva y la aparición de la agricultura, arrasó con casi todas las especies, mamíferos y aves, de más de 50 kilos de peso. A su llegada a Australia, hace 45.000 años, había 25 especies de marsupiales de ese peso y 24 se extinguieron rápidamente. Aprovechando un deshielo, hace 14.000 años pasaron de Siberia a Alaska y en sólo uno o dos milenios llegaron hasta la Tierra del Fuego. “La fauna americana contaba con mamuts, mastodontes, roedores del tamaño de osos, manadas de caballos y camellos, leones de enorme tamaño y decenas de especies grandes cuyos equivalentes son hoy en día completamente desconocidos, entre ellos los temibles felinos de dientes de sable y los perezosos gigantes que pesaban hasta ocho toneladas y alcanzaban una altura de seis metros. En dos mil años Norteamérica perdió 34 de sus 47 géneros de mamíferos grandes y Sudamérica perdió 50 de un total de 60”. ¿Y cómo se sabe todo esto? Pues porque hay unos científicos llamados arqueozoólogos que se dedican a buscar huesos y, sobre todo, coprolitos.
         Esta palabra, coprolitos, propia de la terminología científica, que da título a este artículo, yo la desconocía, pero por su eufonía y fuerte contenido semántico y metafórico incorporo a mi léxico desde ya. ¿Y qué es un coprolito? La etimología está clara, y perdonen la referencia escatológica, es ciencia, pero el copros de excremento y el litos de piedra, nos remite a su significado: ‘excremento fosilizado’, en algunos casos pelotas enormes de excremento fosilizado desde hace miles de años, otros mucho más recientes.
         Si bien es cierto que palabras afines, como coprófago, han pasado con éxito al lenguaje vulgar con una gran facilidad, el comemiedda cubano, el coprolito, merece también incorporarse al lenguaje cotidiano, como yo ya he hecho. Es más, yendo a la riqueza metafórica que nos puede aportar, en este momento de vorágine política seguro que a todos se nos ocurre un nombre y una imagen de un coprolito.

luisroberts@gmail.com



Año VI / N° CCXLVI / 4 de febrero del 2019




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