lunes, 23 de octubre de 2017

Viaje a la RAE (VII) [CLXXV]

Luis Roberts



Sir Francis Drake (1543-96) logró patente de corso
con sus múltiples servicios a la corona inglesa



         El que es un vicio muy propio de nuevos ricos lexicales o de los otros, o que pretenden aparentar que lo son, es el sesquipedalismo, que consiste en usar vocablos muy largos (archisílabos) y hablan de la necesariedad, la voluntariedad, la temática, en vez de la necesidad, la voluntad y el tema, y ya en el colmo del rebuscamiento, de las precipitaciones en forma de lluvia, en vez de la lluvia.
         Y seguimos a vueltas con el verbo preveer, que no existe, es prever y por lo tanto no se conjuga preveyó, preveyera, ni preveyendo, sino como ver: previó, previera y previendo.
         Muchas veces nos cuesta decidirnos entre dos alternativas, pero, ya sea con personas o cosas, cuando se contrastan dos opciones, la preferida va sin preposición y la que se desestima va con ella: «El pueblo prefiere Messi a Ronaldo». O, como alternativas: «Prefiere a Messi antes que a Ronaldo»; o «Prefiere a Messi y no a Ronaldo».
         La Academia ha aceptado la palabra amigovio (creada a partir de amigo y novio), especificando que es coloquial y se usa en Argentina, México, Paraguay y Uruguay. Sin embargo, no ha aceptado todavía la equivalente, y masivamente usada en España, follamigo, ni la ACD (amigo con derechos), tal vez por cursi, lo que es de agradecer.
         El novio, como cualquiera, puede ser popular y carismático, que frecuentemente se confunden y no son lo mismo. Se puede ser carismático y no popular, popular y no carismático, las dos cosas o ninguna de ellas.
         Un neologismo gracioso de la era de la informática es cibercondria, la enfermedad de los hipocondríacos que pasan su vida investigando en Internet sus supuestas enfermedades.
         Y ya que hemos vuelto a Internet, con contenidos cada vez más botín de los piratas informáticos, recordemos que pirata y corsario no es lo mismo y no depende de la actividad que realizan sino para quién la realizan. Pirata es ‘la persona que se dedica al abordaje de barcos en el mar para robar’. El corsario, aunque practicaba la misma actividad, lo hacía protegido por una patente de corso (de ahí su nombre), una licencia concedida por determinado gobierno para saquear embarcaciones que se consideraban enemigas. Seguro que hoy conocemos piratas que saquean en Internet y corsarios que saquean el erario.
         Honorífico significa ‘que da honor’. Por tanto, distíngase de honorario, ‘que tiene los honores pero no la propiedad de una dignidad o empleo’. Claro que no hay corsarios honoríficos, ni honorarios.
         Y para quedarnos en el mismo campo político-semántico, señalemos que no es lo mismo subvención y subsidio, aunque muchas veces se utilicen como sinónimos. Aunque en ambos casos se trata de una ayuda económica, la subvención contribuye a costear los gastos de algo (una obra, un proyecto) y el subsidio trata de satisfacer  de forma extraordinaria una necesidad en un momento determinado (subsidio familiar, de desempleo).
         Vamos llegando al final del viaje y es posible que alguien me tilde o me tache de algo, pero sepan que tildar o tachar de algo es atribuir una cualidad o característica negativa, nunca positiva, es decir, no me pueden tachar de inteligente, ni tildar de ocurrente.
         Y para terminar, tres neologismos sorprendentes. Sexomnia —y no sexomnio (del inglés sex, ‘sexo’, y el latín somnum ‘sueño’)— hace referencia  al trastorno del sueño que consiste en tener actividad sexual mientras se está dormido. Este trastorno también es conocido como sonambulismo sexual y no hay que confundirlo con la somnofilia que es una parafilia. «Clictivismo»: el clictivismo es un nuevo tipo de activismo, o una fase de este, que tiene como herramienta principal la acumulación de apoyos mediante clics en páginas web y redes sociales. Es un tipo de ciberactivismo. Y por último, de la anorexia, el tristemente conocido trastorno de la alimentación, han surgido muchas variantes como la ortorexia, ‘obsesión por controlar la calidad de los alimentos que se consumen’ (sí, en otras latitudes eso es posible); vigorexia, ‘obsesión de conseguir un cuerpo musculoso’; tanorexia, adicción al bronceado; ebriorexia, ‘rechazo a la alimentación para compensar las calorías que aporta el alcohol’ (borracho no come dulce, en versión local); o megarexia, ‘trastorno de las personas obesas que no se ven como tales y no se alimentan adecuadamente’.
         Y punto final, no punto y final. Hemos llegado al final del viaje y colorín colorado, este cuente se ha acabado.

luisroberts@gmail.com




Año V / N° CLXXV / 23 de octubre del 2017

  

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