Ariadna Voulgaris
El problema de la ce y las
vocales puede ser sencillo, pero llevarlo a cuestas... Actor anónimo representa a Quasimodo en París |
Después de
varios días tratando de hacer espacio en su horario de trabajo presencial y en
línea, mi amiga Alejandra, su esposo, su hijo y yo cogimos el carro para venir
a Puerto Cabello, donde vive el abuelo de ella, que está enfermo desde hace una
semana.
En el camino
les comenté que esta semana, para seguir con la serie iniciada en ese mismo
carro diez días antes, tenía que escribir sobre la ce. El niño entonces suelta
el cubo de Rubik y se pone a mirar por la ventana y a señalarme los letreros donde
veía nombres de lugares cercanos cuyos nombres comienzan con esa letra.
—¿Y qué palabra conoces que comiencen con ce? —le
pregunto.
—Todas, tía
—me responde con entonación de autosuficiente.
Su papá desde
el volante lo anima a recordar el nombre del abuelo paterno, y él piensa en el
que vamos a visitar.
—Simón —responde
él.
Nos reímos.
—El otro,
hijo, el papá de papá —dice la madre.
—No, mami, Carlos
no tiene ce, ¿verdad, tía?
Qué
problema. ¿Quién habrá inventado que la ce se lee diferente ante la e y la i
que ante la a, la e y la u? Y quien lo haya inventado, ¿no podía darse cuenta,
una semana después, de que el asunto necesitaba una corrección en el diseño? Y
yo ahora, como no he sido sistemática con este objetivo didáctico, me acabo de
meter por la calle equivocada.
Por lo que he
leído en estos días, hemos heredado la ce de los etruscos, no de los fenicios.
La escribían como un ángulo de unos 45 grados con el vértice hacia arriba y con
el trazo de la derecha más largo que el de la izquierda. Se llamaba gimel
y recordaba inicialmente la joroba de un camello. Simplificando el asunto
excesivamente, los etruscos tenían dos variantes de este signo, que los griegos
absorbieron —y llamaron gamma—: uno para el sonido sordo, que se
combinaba con la vocal a, y otro, también sordo, que ponían antes de las vocales
e e i. ¿Ustedes también ven ahí una respuesta a esa bifurcación de usos que
todos sufrimos en primaria al aprender a escribir, al menos en español?
Los romanos
escribieron estos signos (o los signos que iban quedando de su evolución) de
manera similar a nuestra ka actual. Con el tiempo perdió el trazo vertical y se
pareció más al signo de menor que (<). Hubo quienes por eso la
relacionaron con un búmeran. Era esa letra, por cierto, con la que escribían el
nombre que todos los emperadores querían ponerse: Caesar, que se pronunciaba
más parecido al actual Kaiser del alemán que a nuestro César.
Para no atormentarlos
con más datos y datos, sólo les cuento que en Roma, en realidad, durante
muchísimo tiempo, la ce representaba también el sonido de la ge, pero pronto lo
resolvieron, como es evidente, agregándole un trazo al signo que habían copiado
de los griegos.
Es una
larga y, además, compleja historia que uno no entiende a primera vista en la
infancia, y cuando crece y memoriza cómo funciona, ya no importa. Y si no lo aprende,
importa menos aún.
La
encantadora letra ce es con la que comienza el mayor número de palabras que
quedaron registradas en la edición del 2001 del diccionario de la Real Academia
Española: 12.577, o 14,29 por ciento. Sin duda, una de las razones importantes del
“récord” —que antes ostentaba la a— es la inclusión en la sección de la ce de todas
las palabras que comienzan con che.
E
indudablemente es esa también una dificultad nueva para los niños del presente.
Mi hermoso sobrino, por fortuna, ha comenzado ya a sortearla: reconoce la ce y
se da cuenta del sonido al que corresponde. Y afortunadamente también, un grupo
de hombres que cabalgaba al borde de la carretera no bien entramos en la ciudad
lo distrajo de las excepciones de nuestro alfabeto.
Qué felicidad
volver a ver Puerto Cabello.
Puerto Cabello, 14 de
abril del 2024
ariadnavoulgaris@gmail.com
Año XII / N° CDLVIII / 29 de abril del 2024