lunes, 3 de septiembre de 2018

Un cuento chino [CCXXIV]

Luis Roberts


 
“De lo que contesçió a un rey con los burladores que fizieron el paño”
es el
cuento chino de Juan Manuel en El conde Lucanor, del siglo XIV


         La expresión cuento chino la define la RAE como embuste, es decir, ‘mentira disfrazada con artificio’. Para unos, el origen de la expresión está en la reacción de los españoles a la traducción al castellano en 1503 de los viajes de Marco Polo, en el Libro de las maravillas, en el que se describían animales, costumbres e historias, cuentos, tan fantásticos que parecían inverosímiles, mentiras: “Eso es un cuento chino”.
         En América la expresión se generalizó en Cuba cuando España e Inglaterra acordaron en 1847 acabar con la trata de esclavos negros para las plantaciones de azúcar y los españoles empezaron a importar a Cuba trabajadores chinos con unos contratos leoninos escritos en español y con letra pequeña, que de hecho convertía a los ilusionados y hambreados chinos, los culíes, en “esclavos” de otro color, que llevó al suicidio a centenares de ellos. Esos contratos eran “un cuento chino”.
         Pero el cuento, la leyenda, la fábula, el mito, chino o no, existen desde que el hombre, perdón, el ser humano (por eso del lenguaje inclusivo) adquiere el lenguaje y se socializa.
         El estudio del cuento, tiene un hito fundamental, no sólo en el análisis del cuento, sino en la literatura en general, en la crítica literaria e, incluso, en la estilística; me refiero a la maravillosa Morfología del cuento de Vladimir Propp (disponible en línea), uno de los más importantes representantes del Círculo de Moscú, de los formalistas rusos de los años 20 del siglo pasado, tardíamente reconocido en Occidente gracias a su influencia en los estructuralistas Jakobson y Barthes. Propp estudia la morfología, la estructura, de los cuentos populares rusos y los clasifica como se puede hacer con la morfología del cualquier organismo. Siguiendo sus pasos, Bronislaw Malinowski va más allá y encuentra la relación entre las leyendas, los mitos y los cuentos, y hasta las religiones, por lo tanto, como lo es para Joan Prat i Carós, el tercer sentido de la voz “mito”, el hieroi logoi, o narraciones sagradas. Posteriormente aparece la obra fundamental de Bolte y Polivka donde se analizan los cuentos de los hermanos Grimm y la bibliografía, los cuentos que ellos conocían, desde Las mil y una noches hasta la recopilación de Afanassiev de más de seiscientos textos.
         Deformación profesional académica: colgar el marco teórico antes de añadir el cuadro. Y el cuadro es que todos los cuentos folklóricos rusos tienen la misma morfología, secuencia más o menos, que los de las demás culturas y que los temas de los cuentos, leyendas y mitos son universales, claro, con sus variaciones culturales, temporales, etc. Por ejemplo, el famoso cuento de Andersen “El traje nuevo del emperador”, o “El emperador desnudo”, que todos conocemos. Es un cuento que existe en la tradición turca, en la de Sri Lanka, en la india (La piel del elefante) y en la española (El conde Lucanor). Es, como todos los cuentos, una metáfora narrada en términos de lo maravilloso. El emperador, el líder, es un vanidoso al que lo que más le importa es el ropaje, las apariencias, la ideología, y unos sinvergüenzas estafadores, aduladores, ideólogos, le venden una supuesta tela para hacerle un traje que era invisible para los estúpidos e incapaces. Obviamente, ni el mismo emperador, el líder, ni ninguno de sus servidores, ministros, lacayos, chupamedias, cómplices, socios, se atreve a decirle que va desnudo, que no tiene nada, que es una nada absoluta, un desnudo total, intelectual y físico, y así le permiten pavonearse en aparatoso desfile, en transmisión televisiva, hasta que un niño inocente se atreve a exclamar: “¡Pero si va desnudo!”. Ese niño inocente, mutatis mutandi, en muchas culturas es una metáfora de un pueblo, un pueblo inocente, un pueblo ingenuo, un pueblo víctima, que de repente, en algunas situaciones puede también gritar: “¡Pero si va desnudo, nos está engañando, no tiene nada!”.
         Como se pueden imaginar he elegido este cuento absolutamente al azar para ilustrar la teoría de los formalistas rusos sobre los cuentos nuestros de cada día, sean chinos o no.

luisroberts@gmail.com



Año VI / N° CCXXIV / 3 de septiembre del 2018



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