Edgardo Malaver
Este número de Ritos es una mera anotación en mi memoria. Es un registro del
nacimiento de una nueva expresión, o, más precisamente, de la inserción de su
partida de nacimiento en mi archivo principal propio e individual, el único al
cual tengo acceso. Y así, es también la mera comprobación de que la lengua
materna de uno es infinita. El acta, transcrita fiel y textualmente del libro
del año 2016, dice así:
21 de enero. Salgo de mi clase
de la mañana a las nueve horas y treinta minutos y me siento a esperar a la
estudiante Andreína Aranguren, tesista con la que he acordado encontrarme para
decidir cómo reducir a límites controlables el inmenso corpus de su
investigación sobre el Discurso de Angostura. Me llega un mensaje suyo al celular en que me pregunta si nos
vamos a encontrar. Comprendo que mi mensaje de las siete de la mañana no le ha
llegado. Le escribo que la estoy esperando y ella corre a la universidad. Llega
cuando yo estoy saliendo, tarde ya, para ir a casa. Me dice: “Mala mía, profe, porque
yo no lo llamé ayer”. Me llama la atención la forma de decir que se adjudica la
causa del desencuentro, pero sigo hablando con ella sobre una próxima entrevista.
De camino a mi casa, no deja de resonar la expresión en mi mente. Me pregunto: “¿Querrá
decir algo así como mala jugada
mía, mala acción mía, en contra mía?”. El asombro ya se ha apoderado de mí.
Apenas han pasado cuatro días, y esta
voz que nació el jueves no se apaga. Varias personas me han dicho cuando les
pregunto: “Se dice hace mucho tiempo, todo el tiempo, ¿no la habías oído?, no
te creo”. No, no la había oído. Escribo “mala mía” en Google y éste me lanza 52.904
resultados. (Uhm, ¿no tendrían que ser millones?) Sin abrir nada, porque esta
vez no quiero leer nada que me contamine estos primeros comentarios, entiendo
que ciertamente la expresión ha existido desde hace años. Veo una tienda de
ropa en Buenos Aires, una canción del 2010, traducciones al inglés del 2006. Hoy,
por esa causa, al ver que no tengo listo el artículo de esta semana, me decido
a darle mi primer saludo... y a asentar aquí su partida de nacimiento.
emalaver@gmail.com
Año III / Nº XCII / 25 de enero del 2016