Intentando dar forma
a la idea nacida una semana antes, recurrimos a este breve pero sustancioso
artículo de José Antonio Millán (originalmente publicado en la sección “Rinconete”
del Centro Virtual Cervantes) sobre ese fascinante fenómeno de los diminutivos
que se han independizado de sus ‘familias de palabras' y andan por ahí, como infiltrados entre otros sustantivos que no tienen ese rasgo. Tómese, entonces, con nuestro reconocimiento al CVC, como nuestro
Nº II
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Diminutivos ocultos
El Diccionario de la Real Academia contiene más de millar y medio de diminutivos.
Muchos de ellos son diminutivos de sustantivos que hoy ya no existen, o son poco usados, lo que hace que no sean reconocidos como formas derivadas. Veamos algunos casos curiosos.
Ardilla, el conocido roedor, es un diminutivo de arda o harda (que refiere precisamente al mismo animal, pero que es un nombre que ya nadie utiliza).
Abanico viene de abano, que era precisamente el mismo instrumento Abanar venía del portugués abanar, ‘aventar’, ‘cribar’, y abano se utilizaba aún en el español del Siglo de Oro.
Cangrejo es el diminutivo de cangro, que se refería al mismo animal.
Observemos que la mayoría de los diminutivos fósiles provienen de los sufijos -ico, -illo, -ejo, que eran los más usuales en el español antiguo, en vez del moderno -ito.
Rinconete (Centro Virtual Cervantes), 16 de octubre del 2000
http://cvc.cervantes.es/el_rinconete/anteriores/octubre_00/16102000_03.htm
4 de marzo del 2013
4 de marzo del 2013