martes, 8 de noviembre de 2022

Los puntos cardinales como singularia tantum [CDII]

Edgardo Malaver Lárez

 

 

 

Aquel círculo, sus lagos y pulpos... Nocturno-luna (1917),
de Armando Reverón

 

 

         En agosto del 2016, durante las Olimpíadas de Río de Janeiro, publiqué en Ritos de Ilación un artículo titulado “Los Juegos Olímpicos como pluralia tantum”. Ya habrán adivinado que trataba de ese numeroso grupo de sustantivos que, en español, aunque se refieran a un solo objeto, permanecen en plural contra viento y marea. Y, extraño como los pulpos que habitan los lagos de la luna, no se me ocurrió nunca hasta hoy escribir sobre su “antónimo” sintáctico, los sustantivos singulares que persisten en ser singulares, nombres de cosas que tercamente insisten en ser una sola en la vida.

         Se dieron cuenta ya también de que este grupo se llama sigularia tantum, es decir, “todos singulares”. También pueden llamarse singulares inherentes, porque son inherentemente singulares, perdonen la obviedad. Miren ustedes los puntos cardinales: nos volveríamos locos si hubiera dos sures —algunos políticos de izquierda perderían la mitad de sus ideales—, no habría barco que no se extraviara en el mar si hubiera dos nortes, las películas de vaqueros quizá ni habrían aparecido en la historia si hubiéramos tenido dos oestes, y el sol no sería tan confiable cada mañana si hubiera dos estes o más.

         En suma, están por los cuatro confines de la tierra, pertenecen a nuestro mundo cotidiano. La sed, la salud, la gravedad, que tenemos tan cerca, pertenecen a los singularia tantum. Durante toda la vida nos movemos en este grupo de sustantivos, si consideramos que infancia (y niñez), adolescenciajuventud no—, adultez y vejez son siempre singulares. La gente muy generosa (miren la palabra caridad), la que siempre deja para mañana lo que puede hacer hoy (pereza), los que siembran (trigo, leña, perejil), los que hacen mucho ejercicio (vigor), e incluso los que estudian la bóveda celeste (cenit, nadir), todos ellos saben de lo que estoy diciendo. El orden en que los presento puede parecer carente de nobleza, pero tiene su importancia.

         Algunas veces, algunos de estos nombres, abstractos o concretos, pueden aparecer en plural, pero siempre está claro que ha habido para ello un cambio de contexto, de concepción del asunto considerado o simplemente de significado. Puede suceder que, pluralizados, estos sustantivos se tornen poéticos, tangibles (o intangibles), prosaicos o inimaginables. Algunos miembros muy mayores de mi familia, por ejemplo, si yo les hablara de estas peculiaridades de las palabras, me contestarían: “¡Déjate de calores, muchacho!”. Y me ofrecerían así un ejemplo de lo que les digo. Gracias.

         En definitiva, cada quien tiene una sola fe, una sola tez, aunque no siempre un solo cariz. Idealmente, nuestra mente tiene control de estas sutilezas, sea uno emisor o receptor del mensaje. De la mayor o menor atención o capacidad de captarlas a la primera —presumo yo— pueden depender la comprensión y los malentendidos... además de una montaña de factores, claro.

         De norte a sur, de este a oeste, del mercado a la academia, el reino de los singularia tantum convive entremezclado con el de los pluralia tantum para construir juntos el edificio del habla cotidiana, cuyos bloques permanecen unidos con argamasa de poesía.

 

emalaver@gmail.com

 

 

 

Año X / N° CDII / 7 de noviembre del 2022

  

jueves, 3 de noviembre de 2022

NOVEMBRIS... un año tarde [CDI]

Ariadna Voulgaris

 

 

Fieles y fieles difuntos. Las benditas ánimas
del Purgatorio (1772), atribuido
a Juan Pedro López

 

 

 

         El año pasado me propuse escribir para Ritos de Ilación por lo menos 12 notas, una por mes, para explicar el nombre de cada uno. Los que nos siguen se dieron cuenta de que ya para mayo se me iba acabando el combustible, y fue más bonito hablar de poesía —mi tía Andrea y Juana de Ibarbourou me dieron la excusa—. Para julio, la musa me abandonó y el profesor Malaver tuvo que correr en mi auxilio. Con la energía de la Navidad pude terminar el año, pero quedé con esta deuda.

         Pues bien, la etimología de noviembre es, como la de los últimos cuatro meses del año, aburrida; su relato se limita a anotar que significa ‘noveno mes’ y que antes del calendario juliano precedían... ¡a enero y febrero! ¿Qué otra cosa, más entretenida, se puede decir de noviembre?

         En la mente de muchas personas es un mes así como luctuoso; imagínense que apenas comienza, ya se celebra el triste Día de los Fieles Difuntos; sí, mis estimados, a pesar de eso, de ser triste, en muchos países se celebra. En mi mente es una especie de antónimo de abril y mayo, que tienen fama de meses floridos, llenos de color, música y alegría.

         En el mundo de la sabiduría popular, existen dos expresiones que, por lo que dice el diccionario, se utilizan en España y a mí me parecen de lo más encantadoras. Terminado noviembre, el que no sembró que no siembre, dicen en algún lugar de la Madre Patria. Eso me pasó en el 2021. Se acabó noviembre y tuve que dejarlo para la siembra de este año. Uno piensa que es una simple rima, pero también podemos aprender que cuando deja pasar las oportunidades, no vale la pena intentarlo más tarde. Tiene que ser en el momento preciso, y hay que desarrollar el sentido necesario para reconocer la oportunidad y para reconocer cuándo ya ha pasado. En Venezuela, cualquiera piensa que se trata de una reflexión sobre la holgazanería. Una vez que pasa noviembre, dirán algunos, ya los proyectos no iniciados mejor que se queden para enero, porque ¿qué tiempo vamos a tener en diciembre de crear y trabajar si lo que viene es Navidad?

         La otra expresión es noviembre lluvioso, año copioso. Otra vez la rima, no sé pa qué la nombro, si es lo más típico de los refranes y expresiones populares. Parece augurar que el año siguiente como que va a ser buen año, pero para eso tiene que pasar que en noviembre llueva mucho, y seguro que si es en el día de Todos los Santos o en el de los Fieles Difuntos, mejor. Pero no es sólo la rima. ¿Qué más copioso que la lluvia? ¿Qué piensa uno cuando llueve en la última noche del año? Que el año que comienza esa noche va a ser lluvioso. Y después de eso, es fácil conectar con la abundancia y, por ahí, con la prosperidad... pero desde noviembre mismo.

         Por último, quiero comentar una exconfusión, es decir, una confusión que, leyendo y escribiendo sobre este tema, logré aclarar: que el Día de los Fieles Difuntos no se recuerda a unos difuntos que son o han sido fieles sino a todos los fieles que han muerto. Aquellos de los difuntos que, además de todo, permanecieron fieles a Dios en vida, ahora, además de polvo, son felices. Debe ser por eso que tiene sentido celebrarlos.

         ¡Feliz noviembre!

 

ariadnavoulgaris@gmail.com

 

 

 

Año X / N° CDI / 3 de noviembre del 2022