lunes, 13 de agosto de 2018

Reflexiones sobre la anomia [CCXXI]

Luis Roberts



Sin anomia ni desorden, Tucídides fue capaz de narrar
la
Historia de la Guerra del Peloponeso


         De las moscas a la anomia, pero sigo reflexionando.
         La palabra anomia, del griego νομία / anomía: prefijo - a- «ausencia de» y νόμος / nómos «ley, orden, estructura». En el Diccionario de la RAE tiene dos entradas: 1. f. Ausencia de ley. // 2. f. Psicol. y Sociol. Conjunto de situaciones que derivan de la carencia de normas sociales o de su degradación.
         En la sociología moderna, primero uno de los padres de la sociología, Émile Durkheim, y luego el estructuralista Robert Merton introducen el término y el concepto, concepto multiuso, es verdad, desde siempre. Efectivamente, ya Herodoto, con sólo dos referencias, como “falta de respeto por las costumbres” y, sobre todo Tucídides, ateniense, para quien la anomia se producía por la descomposición de la sociedad como un producto directo de la descomposición del hombre. Tucídides descarta por completo la supuesta acción de la fatalidad y el destino y estima que los asuntos prosperan o fracasan en el mundo, según el acierto o la torpeza de los dirigentes. En Atenas la mayor anarquía se manifestó en el incumplimiento de las leyes y de las costumbres. La sociedad en general no tenía en cuenta las reglas. Más adelante, para Platón el término anomia representaba la anarquía e intemperancia.
         Volviendo a la sociología moderna, para Durkheim, en su La división del trabajo social y el suicidio, la anomia se da cuando los vínculos sociales se debilitan y la sociedad pierde su fuerza para integrar y regular adecuadamente a los individuos, generando fenómenos sociales tales como el suicidio: el suicido individual y el colectivo, el de la sociedad.
         Por su parte, Merton dijo que la anomia es sinónimo de “falta de leyes y control” en una sociedad y su resultado es una gran insatisfacción por la ausencia de límites en cuanto a lo que se puede desear.
         Más cerca de nosotros, Carlos Santiago Nino, en Un país al margen de la ley (1992), señala sobre la base de la sociedad argentina una larga serie de conductas observables que configuran un conjunto social anómico: la forma en que se transita por los espacios públicos, cómo estos son cuidados, la naturalidad con que se evaden las responsabilidades cívicas “pago de impuestos, por ejemplo”, la forma en que se contamina el ambiente, la extensión de la corrupción, (la ignorancia de las leyes de tráfico, añado yo), etc. Testimonios todos de una sociedad abrazada a la ilegalidad entendida como falta de respeto a las normas; según Nino, el factor anómico opera por sí mismo en la generación de niveles bajos de eficiencia y productividad, y distingue tres tipos de ilegalidad diferentes:

a)         la mera desviación individual que ocurre cuando los individuos encuentran conveniente “para sus intereses” dejar de observar la ley “dado el probable comportamiento de otros”;
b)        la que se presenta cuando ocurre un conflicto social que lleva a un sector a desconocer la legitimidad de la autoridad que dicta las normas en cuestión;
c)          la que llama anomia boba, que implica situaciones sociales en las que todos resultan perjudicados.


         Hasta aquí. Pero a mis amigos los cinéfilos les invito a recordar el ineluctable letrero del inicio de las películas: “CUALQUIER PARECIDO CON nuestra REALIDAD ES PURA COINCIDENCIA”, La minúscula es un lapsus de mi cosecha.

luisroberts@gmail.com



Año VI / N° CCXXI / 13 de agosto del 2018




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