Luis Roberts
De las moscas a la anomia,
pero sigo reflexionando.
La palabra anomia,
del griego ἀνομία / anomía: prefijo ἀ- a- «ausencia de» y νόμος / nómos «ley, orden,
estructura». En el Diccionario de la RAE tiene dos entradas: 1. f. Ausencia de ley. // 2. f. Psicol. y Sociol. Conjunto de
situaciones que derivan de la carencia de normas sociales o de su degradación.
En la sociología
moderna, primero uno de los padres de la sociología, Émile Durkheim, y luego el
estructuralista Robert Merton introducen el término y el concepto, concepto
multiuso, es verdad, desde siempre. Efectivamente, ya Herodoto, con sólo dos
referencias, como “falta de respeto por las costumbres” y, sobre todo
Tucídides, ateniense, para quien la anomia se producía por la descomposición de la sociedad como un
producto directo de la descomposición del hombre. Tucídides descarta por
completo la supuesta acción de la fatalidad y el destino y estima que los
asuntos prosperan o fracasan en el mundo, según el acierto o la torpeza de los
dirigentes. En Atenas la mayor anarquía se manifestó en el incumplimiento de
las leyes y de las costumbres. La sociedad en general no tenía en cuenta las
reglas. Más adelante, para Platón el término anomia representaba la anarquía e intemperancia.
Volviendo a la sociología
moderna, para Durkheim, en su La división
del trabajo social y el suicidio, la anomia se da cuando los vínculos sociales se debilitan y la sociedad
pierde su fuerza para integrar y regular adecuadamente a los individuos,
generando fenómenos sociales tales como el suicidio: el suicido individual y el
colectivo, el de la sociedad.
Por su parte, Merton dijo
que la anomia es sinónimo de “falta de leyes y control” en una sociedad y su
resultado es una gran insatisfacción por la ausencia de límites en cuanto a lo
que se puede desear.
Más cerca de nosotros, Carlos Santiago Nino, en
Un país al margen de la ley (1992), señala sobre la base de la sociedad
argentina una larga serie de conductas observables que configuran un conjunto
social anómico: la forma en que se transita por los espacios públicos, cómo
estos son cuidados, la naturalidad con que se evaden las responsabilidades
cívicas “pago de impuestos, por ejemplo”, la forma en que se contamina el
ambiente, la extensión de la corrupción, (la ignorancia de las leyes de
tráfico, añado yo), etc. Testimonios todos de una sociedad abrazada a la
ilegalidad entendida como falta de respeto a las normas; según Nino, el factor
anómico opera por sí mismo en la generación de niveles bajos de eficiencia y
productividad, y distingue tres tipos de ilegalidad diferentes:
a)
la mera
desviación individual que ocurre cuando los individuos encuentran conveniente “para
sus intereses” dejar de observar la ley “dado el probable comportamiento de
otros”;
b)
la que se
presenta cuando ocurre un conflicto social que lleva a un sector a desconocer
la legitimidad de la autoridad que dicta las normas en cuestión;
c)
la que llama anomia
boba, que implica situaciones sociales en las que todos resultan perjudicados.
Hasta aquí. Pero a mis amigos
los cinéfilos les invito a recordar el ineluctable letrero del inicio de las
películas: “CUALQUIER PARECIDO CON nuestra REALIDAD ES PURA COINCIDENCIA”, La
minúscula es un lapsus de mi cosecha.
luisroberts@gmail.com
Año VI / N° CCXXI
/ 13 de agosto del 2018
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