lunes, 17 de septiembre de 2018

¿Cuándo se va a armar aquí la de San Quintín? [CCXXVI]

Ariadna Voulgaris


Según la tradición, un ángel soltó las cadenas
de Quintín cuando fue apresado



         ¿Recuerdan que les he mencionado a mi amiga Alejandra? Como hace meses que no sé nada de ella y las cosas no andan bien en Venezuela, la llamé hace días y conversamos hasta que mi teléfono anunció que estaba a cinco segundos de fundirse.
         Me contó cincuenta mil historias (y yo a ella), pero la que se quedó vibrando en mi procesador fue la de una señora mayor que hacía una de las odiadas colas que hay que hacer ahora en Venezuela para todo. Había comenzado a refunfuñar entre dientes por tener que pasar por aquel trance para comprar un kilo de papas. La intensidad de sus comentarios en contra de las autoridades comenzó a aumentar hasta que casi gritaba y lograba el apoyo de los demás.
         “Pero lo que me interesaba comentarte, chama, es que la señora terminó pregonando: ‘¡¿Cuándo se va a armar aquí la de San Quintín?!’. ¿No era pasar las de san Quintín?”, me preguntó Alejandra. Le dije inmediatamente que sí. Armarse la de San Quintín no me sonaba ni de lejos.
         Y yo, que estoy pasando por un período de intensidad con Ritos de Ilación, me dije: “Ah, no, yo no me quedo con esto, hay que ponerlo en la revista”.
         Google, ¿pa qué te tengo? Enciclopedia Católica, ¿pa qué te quiero? Pues sí, manita, sí existe la expresión armarse la de San Quintín (y ya todos se habían dado cuenta de que lo pongo con mayúscula), pero encontrar algo sobre pasar las de san Quintín (con minúscula, ¿vieron?) me fue más difícil que encontrar antibióticos en Venezuela hoy en día.
         San Quintín es una ciudad de la antigua región de la Picardía, en el norte de Francia, sobre el río Somme, donde hubo una sangrienta batalla de varios días que terminó el 10 de agosto de 1557, día de san Lorenzo. Los ejércitos francés y español se enfrentaron allí tan crudamente, se descuartizaron con tanta saña el uno al otro, que con razón en adelante se comenzó a usar la expresión armarse la de San Quintín para retratar cualquier situación conflictiva y violenta.
         El mártir san Quintín, nacido no se sabe cuándo en la Roma del siglo III, por esos azares de la vida, fue enviado a predicar en la Galia (¡Francia otra vez!). Allí fue perseguido, encarcelado y decapitado por desafiar a las autoridades, que le ordenaban dejar de evangelizar a los pobladores de Amiéns (también en la Picardía) y sus alrededores. Y adivinen dónde arrojaron su cuerpo. ¡Al río Somme!
         Existen cincuenta mil historias de las espantosas y repetidas torturas a que fue sometido san Quintín, todas muy posteriores a su doloroso martirio, y algunas fuentes hasta dicen que son ficticias. Estamos demasiado lejos en la historia como para saberlo. Lo que sí es cierto es que San Quintín la ciudad lleva ese nombre en honor de Quintín el santo. Antes se llamaba Augusta Viromanduorum.
         Y otra obviedad: a estos padecimientos se refiere la expresión pasar las de san Quintín.
         Quizá habrá que recurrir a san Quintín para aliviar los padecimientos de los venezolanos, que son libres de ser cristianos o no (muchos hasta predican el Evangelio), pero hoy son perseguidos por el hambre, torturados por la enfermedad, crucificados por la inflación. Están pasando todos las de san Quintín y los hay que creen que para acabar con ello hace falta armar una como la de San Quintín. Requetecurioso a nivel martirio.
         También iba a decir que todo esto puede significar que la lengua está intacta, pero es requeteobvio que no sigo el recuento porque se me ha acabado el espacio.

ariadnavoulgaris@gmail.com




Año VI / N° CCXXVI / 17 de septiembre del 2018




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