Desde
hace un tiempo, se viene luchando por incluir el
género femenino en todos los textos legales: leyes, reglamentos,
jurisprudencias y afines. Pero no solo en esos textos, sino también en textos
de uso educativo, pues en colegios y liceos se debe hacer la distinción de
género. También sucede en todos los entes gubernamentales.
Sin
embargo, resulta curioso que hay ocasiones en las cuales se manifiesta femenino
y no masculino. Pero ¿ustedes alguna vez han visto al género masculino peleando
por que se le quite el rabito a la a?
Yo no, pero deberían.
Vamos
a darle la vuelta a la arepa.
¿Por qué no hay astronauto?
¿Por qué no hay periodisto?
¿Por qué no hay policío?
¿Por qué no hay futbolisto y beisbolisto?
¿Por qué no hay cucaracho?
¿Por qué no hay hormigo?
¿Por qué no hay araño?
¿Por qué no hay culebro?
¿Por qué no hay rano? Porque la pobre rana necesita un
rano, no un sapo.
Hace
como dos años, una estudiante, durante la discusión sobre este tema, por demás
polémico, me hizo saber que ella se sentía ofendida cuando, por ejemplo,
alguien decía muchachos y no muchachos y muchachas. Por más que
intentaba explicarle con bases lingüísticas que no había ningún error en el uso
genérico del masculino, y mucho menos una intención de ofender, ella no se
movió de su pensamiento.
Eso
me llevó a preguntarme: ¿por qué ahora hay un sentimiento de ofensa, cuando
hace 20, 30 o 40 años eso no tenía ninguna relevancia? ¿Por qué ahora cambiamos
de pensamiento? ¿Para qué se cambió el discurso? Vale resaltar que la
estudiante era una jovenzuela de unos 20 o 21 años. Saquen ustedes la cuenta.
Casualmente,
hace algunos días, otro estudiante me pregunta que qué opino sobre la imperiosa
necesidad del lenguaje incluyente, y yo le respondo lo que siempre respondo al
respecto: me parece ridículo pelear por una letra cuando lo realmente
importante es que la ley se cumpla para todos.
Cada
día vemos cómo hay actos de injusticias, y nos quedamos pensando a quién
acudimos por justicia, pues pareciera que la venda de Iustitia la pegaron con ‘pegaloca’, venda que irónicamente
representa la fe en el cumplimiento de la ley.
“La
justicia no mira a las personas, sino los hechos”. Entonces, es mejor no
olvidar que todos somos iguales ante la ley, y que debemos pelear con el
cuchillo de Rambo en la boca para que se cumpla a cabalidad, con o sin
‘rabito’.
laurajaramilloreal@gmail.com
Año VI / N° CCXXV
/ 10 de septiembre del 2018
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