Laura Jaramillo
Vendedor de perros calientes de
Altamira, 1959
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Los
usuarios de la lengua no están pendientes de si las palabras son correctas o
no, o si son aceptadas o no por el DRAE. A ellos lo único que les importa es
comunicarse. Y lo más importante, que la comunicación sea eficaz, es decir, que
el mensaje llegue, que el mensaje sea comprendido.
Hay
ocasiones en las cuales esas palabras son tan necesarias que sin ellas esa comunicación
no sería eficaz, como por ejemplo el caso del lenguaje hamponil, el cual es
usado, y creado, por esos hablantes que son un poco desviados moralmente, pues
en su comunidad esas palabras son claves para lograr esa eficacia comunicativa.
Ahora bien,
no vamos a hablar de esos señores (por ahora). Hablaremos más bien del común,
de los que andan calle arriba y calle abajo, que constantemente están generando
mensajes, pues allí, en lo cotidiano, está el caldo de la creación de nuevas
palabras, que tarde o temprano llegarán a las páginas de la señora española.
En ese
común, se está dando una curiosidad bien curiosa. Se observa que hay una
tendencia a crear verbos a partir de sustantivos. La lógica lingüística, que
todos tenemos pero no lo sabemos, indica que si hay un sustantivo pues debe
haber un verbo de ese sustantivo, ¿no?
No lo
sé, pero está pasando.
Ejemplos
hay muchos: mensajear, de mensaje; conejear, de conejo; ensanduchar, de sánduche; matrimoniarse,
de matrimonio, microfonear, de micrófono;
cesarear, de cesárea; cachapearse, de cachapa; garitear, de garita. Hay
una que me encanta: emperrarse, de perro caliente (cortesía del
perrocalientero de la esquina de mi casa); y así un largo etcétera.
¿Son
palabras correctas? Sí, pues sirven para comunicarse, para enviar un mensaje
clarito, sin tantas vueltas.
¿Son
palabras cultas? Sí, porque hay que ser bien ingenioso para crearlas.
¿Dañan o
perjudican la lengua? No lo sé, pero al final del camino, cuando una comunidad
las usa y reúsa, la señora española termina por aceptarlas, y a partir de ese
momento dejan de ser dañinas o incorrectas.
“El
genio y el ingenio de una lengua resultan ser, en definitiva, el alma
lingüística que todos llevamos dentro, la que debemos desarrollar discursivamente
en el hogar, en la escuela, en la universidad, en la calle, la que debemos
defender y conservar. En consecuencia, cualquier pedagogía que se proponga
deberá orientar su enseñanza hacia el genio y el ingenio idiomáticos. En
síntesis, hacia la enseñanza y el aprendizaje de la lengua materna oral y
escrita, la que nos hace orgullosos de ser hablantes y escribientes del español
de Venezuela. Todo ello desde una pedagogía integradora estratégica que permita
al alumno descubrir todas y cada una de las características de su lengua, para
la grata convivencia, para el aprendizaje de saberes, en definitiva, para ser
libres”[i].
laurajaramilloreal@gmail.com
Año V
/ N° CXC / 22 de enero del 2018
Otros artículos de
Laura Jaramillo:
[i] Discurso de incorporación como individuo de número de Lucía Fraca de
Barrera en Boletín Nº 202 de la Academia Venezolana de la Lengua (AVL).
Caracas, enero-diciembre 2009.
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