Edgardo Malaver
A los niños siempre nos llama la
atención que la lengua, que a nuestro juicio debería ser uniforme y regular,
sea tan caprichosa y zigzagueante. A uno le enseñan en la escuela (o comienza a
oír en casa) nombres como Francia, Colombia, Nigeria, y de repente comienza también
a escuchar que algunas personas, de la nada, dicen “la India”, “los Países Bajos”,
“el Perú”. ¿Por qué le sacuden a uno el mundo de esa manera?
Más tarde descubre uno que no todos
esos nombres que parecen requerir el artículo lo necesitan de verdad. Perú, por
ejemplo, puede funcionar con artículo y sin él. Y después se descubre que
algunos de estos nombres sólo en los lugares así nombrados tienen el artículo
siempre. Perú, por ejemplo. En Venezuela no es frecuente, ni remotamente, que
los hablantes digan “el Perú”, pero en Perú, no hay nadie, excepto los
extranjeros, que diga nunca solamente, así, con desamparo, “Perú”.
Este uso, por lo menos en el país de
los incas, de ninguna manera es nuevo. En 1526, en su segundo viaje, Francisco
Pizarro convenció a 13 de sus hombres de quedarse con él en la Isla del Gallo, en
lugar de obedecer la orden de regresar que le enviaba el gobernador de Panamá, trazando
con la espada una raya en el suelo, señalando al sur y diciéndoles: “Por aquí
se va al Perú a ser ricos, por aquí se va a Panamá a ser pobres. Escoja el que
sea buen castellano lo que más bien le estuviere” (Lorente, 2005, 107). Se
decía así en tiempos fundacionales y así se dice ahora.
Parece que pasa lo mismo en Argentina y
en Ecuador. Hasta donde ha llegado mi oído, los ciudadanos de estos países sólo
dicen, respectivamente “la Argentina” y “el Ecuador”. Yendo por ese camino, me
percato de que América del Sur es como un manantial de lugares que tienen nombres
a los que a veces les toca aparecer con artículo y otras sin él. Incluso existe
una “regla” al respecto, en la que el uso del artículo “es natural” cuando el
país lo lleva en su nombre oficial: República del Ecuador, República del
Paraguay, República del Perú, República Federativa del Brasil, República Oriental
del Uruguay. Curiosamente, el nombre oficial de Argentina es República
Argentina. El Salvador, que no es sudamericano, no entra en el grupo porque el
artículo forma parte del nombre en todos los casos.
Estas “sacudidas” pueden contrariarnos un
poco cuando comenzamos a aprender español, como nativos o como extranjero, pero
no representan problema alguno para la lengua misma. Pizarro desobedeció aquella
orden y a cambio consiguió la autorización del rey para conquistar Perú, es
decir, para encontrar inmensa cantidad de riquezas. De igual modo, la lengua
gana en matices, es decir, en riqueza, cuando en unos lugares se observa
fielmente la “norma” y en otros lugares, a veces se hace lo mismo, y otras, otra
cosa.
emalaver@gmail.com
Bibliografía
Lorente, S. (2005). Escritos
fundamentales para la historia peruana. Lima: COFIDE-Universidad de San
Marcos.
Año IV / N° CXXXVI
/ 26 de diciembre del 2016
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