Edgardo Malaver Lárez
¿Ahora
qué quieres, mi amigo de España?
Por algún desconocido
camino llegó a mí hace unos días un video en el cual aparece la cantante
italiana Laura Pausini acompañada, a su derecha, por el español Alejandro Sanz
y, a su izquierda, por el puertorriqueño Ricky Martin. Pausini se dirige a un
grupo de jóvenes artistas diciéndoles: “Queremos darles las gracias, yo,
Alejandro y Ricky, por haber estado a nuestro lado y creer en nosotros desde el
comienzo de la banda”. Se observa que en algún momento Sanz le hace señas tocándole
en una rodilla a Pausini, como queriendo detenerla, mientras Martin sonríe,
pero ella espera hasta terminar para preguntarle jocosamente a Sanz: “¿Ahora qué
quieres?”. Y él le responde: “No, es que en español se dice: ‘Alejandro, Ricky
y yo’”. Ella, asombradísima, exclama: “¡Pues, ¿entonces, todo lo que he grabado
en Nueva York está mal?!”. El español le asegura: “Sí, todo está mal”. El otro incluso
bromea: “No te preocupes, todo el mundo se dio cuenta y todos han hablado al
respecto... pero è così”. El video termina cuando los tres vuelven a
ponerse en posición para repetir la grabación.
¿Es
incorrecto, indebido, reprochable decir, por ejemplo, “Yo, Alejandro y Ricky”?
No, no lo es, solamente tenemos la visión de que lleva una pizca de descortesía.
Nada más. No existe otra razón, otro factor, otro detalle por el cual no
debamos nombrarnos nosotros mismos en una enumeración de personas entre las
cuales está el que habla. Ni siquiera existe norma alguna en la gramática académica
de la lengua española. El Diccionario panhispánico de dudas confirma que
no existe “justificación lingüística para censurar su anteposición” [la del
pronombre yo].
Sí, en la
lengua hablada es mejor, preferible, ideal, como se nos enseña no bien
comenzamos a utilizar los pronombres personales, más o menos a los 15 meses de
edad, dejar el yo para el final, pero es un asunto de mera cortesía para
con los interlocutores. Y no es poca cosa la cortesía, claro que no, pero
comenzar nombrándose a uno mismo (que no es, por cierto, infrecuente) no puede
ser tomado por error gramatical, sintáctico ni semántico. Sería apenas en el terreno
pragmático donde habría espacio para reflexionar un poco sobre esto, pero ni
siquiera en ese terreno abundarían los argumentos para tomarlo como un ataque
airado e impertinente contra el oyente, particularmente en la lengua hablada.
Además, en la lengua, como en ninguna otra área de la vida, todo depende de la
situación comunicativa, que es siempre un mundo aparte cada vez.
La
popular Laura Pausini, entonces, no estaba cometiendo ningún error. Y sus
famosos amigos Alejandro Sanz y Ricky Martin, que hablan variantes del español
de ambos lados del Atlántico, trataron el asunto con el debido respeto y, en
apariencia, sabiendo que no se trataba de una falta abominable. Y eso
es lo exquisito y lo bello del video: la forma elegante y graciosa en que
resolvieron, ellos por un lado y ella por el otro, el supuesto error, la levísima
falla, la entrecomillada descortesía del discurso. Lo resolvieron con elegancia
y amistad, con dignidad y sonrisas. Al fin y al cabo, no es grave, ni siquiera llama
muchísimo la atención, sólo... è così.
emalaver@gmail.com
Año XI / N° CDXLIV / 22 de enero del 2024
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