Edgardo Malaver Lárez
Queridos amigos, Ritos de Ilación está llegando
hoy a su noveno aniversario. Qué de cosas hemos dicho en ese tiempo. Y qué de cosas queremos seguir diciendo. Gracias a los colaboradores, a los lectores. Gracias a la lengua española, que nos abriga como una... lengua madre.
¡Feliz cumpleaños
de Ritos para todos!
Orinoco, río de ilación |
Para
celebrar el noveno aniversario de Ritos de Ilación, me puse a hacer el
ocioso ejercicio de pensar de qué podría tratar la revista (como generosamente
la llama nuestra compañera Laura Jaramillo, la otra cumpleañera de la semana),
si tuviera otro nombre. No es que estemos pensando en cambiárselo, es que la
palabra ritos se parece a tantas otras, o al menos exige tan pocos cambios
para transformarse en otras palabras, es decir, se presta tanto para crear
heterónimos, que provoca jugar.
Por
ejemplo, si Ritos de Ilación se llamara Gritos de Ilación,
cualquiera pensaría que se trata de un grupo de gente que protesta contra
alguna situación insoportable, y quizá escribiríamos todas nuestras
afirmaciones entre signos de exclamación. Si fuéramos expertos en simbología,
podríamos haberlo llamado Mitos de Ilación y, después de nueve años, los
lectores tendrían la imaginación bien abultada.
Difíciles
de imaginar, digo yo, serían las áreas a las que podríamos habernos expandido
cambiando solamente las vocales de ritos (y no siempre las dos). Ratos de Ilación sería más bien una publicación
de señoras, jubiladas todas, que disfrutan pasar juntas cuatro tardes a la
semana, tejiendo o tomando té. Retos de Ilación sería el sitio web de
una asociación de montañistas y escaladores que no pueden vivir sin imponerse
“desafíos que los lleven cada vez más arriba”, como diría su video de
presentación. Mientras tanto, un grupo de bigotudos con bandanas y pasados de
kilos que recorren largas carreteras a bordo de un enjambre de Harleys
formarían club y lo llamarían Rutas de Ilación. En Caracas y en Mérida
podría fundar un restaurante un fanático de la película Ratatouille y
llamarlo Ratas de Ilación, con su respectiva aplicación para ordenar delivery.
(Estoy pensando ahora que sería más lógico si fuera el nombre de una banda dedicada
a robar en mansiones lujosas, pero quizá estos no quieran hacerse publicidad.)
En otros países de América del Sur, tendría sentido tener un “órgano
divulgativo” para una asociación que se llamara Rotos de Ilación. No creo
que los miembros femeninos, si se separaran de la asociación, aceptaran
bautizar el suyo Rotas de Ilación.
Hay, por otro lado, mucha gente que
gusta de hacer muecas en los momentos menos oportunos, y ellos podrían tener
hasta una sala de fotografía llamada “Rictus de Ilación”. Como pasa con las
llamadas Ratas de Ilación, no es probable que los colectivos de
secuestradores deseen hacerse conocer con el nombre comercial de Raptos de
Ilación, porque, apenas lo hagan, los especialistas del equipo de
fisonomistas Rostros de Ilación van a ir a identificarlos y se acabó el
grupo... y el negocio.
Vicios de Ilación tal vez sí
les sería atractivo a los que fuman o toman demasiado alcohol.
¿Qué publicaríamos si nuestro espacio
se llamara Litros de Ilación? Quizá serían estudios sobre el Orinoco, o
mediciones científicas sobre las lluvias e inundaciones... o ambas cosas. Si en
las vacaciones montáramos un quiosquito de empanadas en la orilla de la playa,
podríamos entregar a nuestros clientes un volante sobre atractivos turísticos
cercanos, que se llamara Fritos de Ilación. Los amantes de las
finanzas virtuales probablemente se harían asiduos a nuestros comentarios si
nos cambiáramos el nombre a Criptos de Ilación. E indudablemente, si nos dedicáramos a la música, nos llamaríamos Ritmos
de Ilación.
También
podríamos hacer muchas combinaciones, y muy rítmicas, con las palabras en las
que se puede transformar ilación. Ritos de Fijación podría ser un
libro en que un psicoanalista escribiera, como hizo Freud, sobre casos que
representaron para él éxitos palpables. O retos... o mitos... o simples
rictus). Mientras tanto, la gente que gusta de la genealogía y sus
ceremonias, se deleitaría con nuestros Ritos de Filiación. También los
estudiosos de la teoría literaria nos visitarían de vez en cuando si nos
rebautizáramos como Ritos de Ficción. O incluso más, si cabe, Mitos
de Ficción.
Y para que no todo sea ficticio e
hipotético, puedo revelar —no me parece que lo haya hecho antes en estos nueve
años— que en el 2013, cuando buscaba un nombre “que no desdijese mucho” de su
ideal, vine a figurarme que Ritos fuera una especie de comienzo para mis
alumnos y todo aquel que quisiera atisbar lo que en él dijéremos —¿sonó a
narrador de Don Quijote?—, que fuera apenas el comienzo de un recorrido
de disfrute con las palabras, con la ciencia y el arte de la lengua. Leer el
primer número tenía que ser como... como un rito de iniciación...! ¡Eso,
un rito, pero de ilación, que fue la palabra que encendió esta
llama! Aquel día tuve, ya lo ven, mi primer rito de ignición.
Y
ahora celebramos nuestro noveno aniversario. Todo un hito de ilación.
emalaver@gmail.com
Año X / N° CCCLXXIX / 25 de febrero del 2022
EDICIÓN DEL NOVENO ANIVERSARIO
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Una ilación muy borgeana :) mi favorita. Saludos, profe!
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