viernes, 25 de febrero de 2022

Aniversario con heterónimos [CCCLXXIX]

Edgardo Malaver Lárez


 

Queridos amigos, Ritos de Ilación está llegando

hoy a su noveno aniversario. Qué de cosas hemos dicho en ese tiempo. Y qué de cosas queremos seguir diciendo. Gracias a los colaboradores, a los lectores. Gracias a la lengua española, que nos abriga como una... lengua madre.

¡Feliz cumpleaños de Ritos para todos!



 

Orinoco, río de ilación

 

 


         Para celebrar el noveno aniversario de Ritos de Ilación, me puse a hacer el ocioso ejercicio de pensar de qué podría tratar la revista (como generosamente la llama nuestra compañera Laura Jaramillo, la otra cumpleañera de la semana), si tuviera otro nombre. No es que estemos pensando en cambiárselo, es que la palabra ritos se parece a tantas otras, o al menos exige tan pocos cambios para transformarse en otras palabras, es decir, se presta tanto para crear heterónimos, que provoca jugar.

         Por ejemplo, si Ritos de Ilación se llamara Gritos de Ilación, cualquiera pensaría que se trata de un grupo de gente que protesta contra alguna situación insoportable, y quizá escribiríamos todas nuestras afirmaciones entre signos de exclamación. Si fuéramos expertos en simbología, podríamos haberlo llamado Mitos de Ilación y, después de nueve años, los lectores tendrían la imaginación bien abultada.

         Difíciles de imaginar, digo yo, serían las áreas a las que podríamos habernos expandido cambiando solamente las vocales de ritos (y no siempre las dos). Ratos de Ilación sería más bien una publicación de señoras, jubiladas todas, que disfrutan pasar juntas cuatro tardes a la semana, tejiendo o tomando té. Retos de Ilación sería el sitio web de una asociación de montañistas y escaladores que no pueden vivir sin imponerse “desafíos que los lleven cada vez más arriba”, como diría su video de presentación. Mientras tanto, un grupo de bigotudos con bandanas y pasados de kilos que recorren largas carreteras a bordo de un enjambre de Harleys formarían club y lo llamarían Rutas de Ilación. En Caracas y en Mérida podría fundar un restaurante un fanático de la película Ratatouille y llamarlo Ratas de Ilación, con su respectiva aplicación para ordenar delivery. (Estoy pensando ahora que sería más lógico si fuera el nombre de una banda dedicada a robar en mansiones lujosas, pero quizá estos no quieran hacerse publicidad.) En otros países de América del Sur, tendría sentido tener un “órgano divulgativo” para una asociación que se llamara Rotos de Ilación. No creo que los miembros femeninos, si se separaran de la asociación, aceptaran bautizar el suyo Rotas de Ilación.

         Hay, por otro lado, mucha gente que gusta de hacer muecas en los momentos menos oportunos, y ellos podrían tener hasta una sala de fotografía llamada “Rictus de Ilación”. Como pasa con las llamadas Ratas de Ilación, no es probable que los colectivos de secuestradores deseen hacerse conocer con el nombre comercial de Raptos de Ilación, porque, apenas lo hagan, los especialistas del equipo de fisonomistas Rostros de Ilación van a ir a identificarlos y se acabó el grupo... y el negocio. Vicios de Ilación tal vez sí les sería atractivo a los que fuman o toman demasiado alcohol.

         ¿Qué publicaríamos si nuestro espacio se llamara Litros de Ilación? Quizá serían estudios sobre el Orinoco, o mediciones científicas sobre las lluvias e inundaciones... o ambas cosas. Si en las vacaciones montáramos un quiosquito de empanadas en la orilla de la playa, podríamos entregar a nuestros clientes un volante sobre atractivos turísticos cercanos, que se llamara Fritos de Ilación. Los amantes de las finanzas virtuales probablemente se harían asiduos a nuestros comentarios si nos cambiáramos el nombre a Criptos de Ilación. E indudablemente, si nos dedicáramos a la música, nos llamaríamos Ritmos de Ilación.

         También podríamos hacer muchas combinaciones, y muy rítmicas, con las palabras en las que se puede transformar ilación. Ritos de Fijación podría ser un libro en que un psicoanalista escribiera, como hizo Freud, sobre casos que representaron para él éxitos palpables. O retos... o mitos... o simples rictus). Mientras tanto, la gente que gusta de la genealogía y sus ceremonias, se deleitaría con nuestros Ritos de Filiación. También los estudiosos de la teoría literaria nos visitarían de vez en cuando si nos rebautizáramos como Ritos de Ficción. O incluso más, si cabe, Mitos de Ficción.

         Y para que no todo sea ficticio e hipotético, puedo revelar —no me parece que lo haya hecho antes en estos nueve años— que en el 2013, cuando buscaba un nombre “que no desdijese mucho” de su ideal, vine a figurarme que Ritos fuera una especie de comienzo para mis alumnos y todo aquel que quisiera atisbar lo que en él dijéremos —¿sonó a narrador de Don Quijote?—, que fuera apenas el comienzo de un recorrido de disfrute con las palabras, con la ciencia y el arte de la lengua. Leer el primer número tenía que ser como... como un rito de iniciación...! ¡Eso, un rito, pero de ilación, que fue la palabra que encendió esta llama! Aquel día tuve, ya lo ven, mi primer rito de ignición.

         Y ahora celebramos nuestro noveno aniversario. Todo un hito de ilación.

 

emalaver@gmail.com

 

 

 

Año X / N° CCCLXXIX / 25 de febrero del 2022

 EDICIÓN DEL NOVENO ANIVERSARIO

 

 

 

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