Luis Roberts
Helio Pedregal interpreta en
la serie Carlos, rey emperador (RTVE)
al elegantísimo Señor
de Chièvres
Hoy quiero compartir con ustedes la historia de una palabra,
una historia que estoy seguro de que les sorprenderá, como me ha sorprendido a
mí. Es la historia de una palabra de ida y vuelta. Ya verán por qué.
A la muerte de Fernando de Aragón, el futuro emperador
Carlos se embarca en Gante y llega a España el 17 de septiembre de 1517 para
hacerse cargo de sus dominios. Al frente de su séquito, compuesto únicamente
por flamencos y borgoñones, se encontraba Guillermo de Croy, señor de Chièvres (Bélgica),
a quien el emperador Maximiliano, abuelo de Carlos, le había nombrado su tutor
a la edad de nueve años. Carlos llega a España con 17 años. El señor de
Chièvres, como toda su corte flamenca, fue recibido con muchas reticencias e
incluso hostilidades, por la corte castellana. Razones no les faltaban pues una
de las primeras cosas que hizo fue nombrar a su sobrino de 20 años, también
Guillermo de Croy, arzobispo de Toledo.
Sin embargo, el señor de Chièvres también tuvo sus
admiradores y aduladores, pues en una corte sobria hasta el aburrimiento como
la castellana, en la que el color protocolario era el negro, Monsieur de
Chièvres, traía con él una buena y colorida colección de los paños y telas de
Flandes. Pronto se pasó de los comentarios críticos a algunos de los más vanguardistas
que se propusieron vestirse como él, dando rienda suelta a los colores y esa
moda pronto tuvo un adjetivo y un sustantivo: ir a la Chièvres, estar
como Chièvres o, sencillamente, estar Chièvres. Tanto sustantivos como
adjetivos equivalían a bello, colorido, moderno, bueno, etc. Ahora, a los que
hablan francés les pido que se olviden de la correcta pronunciación, y lo digan
como un castellano del siglo XVI, o del siglo XXI, da lo mismo. Con la s
muda nos quedamos con chievre un paso, muy corto, más, y nos topamos con
chévere. Y llegamos adonde queríamos llegar: el origen de la palabra chévere.
El señor de Chièvres murió y su rastro desapareció de España así como la
palabra chévere, que, sin embargo, arraigó con fuerza en el Caribe, cada
vez con más acepciones y todas positivas.
Pero ¿por qué digo al principio que es una palabra de ida y
vuelta? Pues porque gracias a los culebrones venezolanos, hoy la palabra chévere
se ha incorporado al léxico de muchos españoles peninsulares. Cosas veredes,
Sancho.
luisroberts@gmail.com
Año IX
/ N° CCCLII / 12 de abril del 2021
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