Fiat lux et facta est lux (Hágase
la luz y la luz se hizo). Así reza en
latín el Génesis 1, 3 en la Vulgata,
la traducción de la Biblia del hebreo y el griego de Jerónimo de Estridón, el
traductor del mayor best-seller de la
historia: la Biblia. Así describe la Biblia la creación del mundo, hecho
ocurrido, según los ortodoxos judíos, hace 5.780 años, año actual judío, suceso
que los no tan aficionados a la literatura de ficción y más al realismo
científico, fijan en unos 13.800 millones de años. Pero para estos últimos,
entre los que me incluyo, la luz que hizo libres a los hombres, la luz de la
razón, se prendió en el siglo XVIII, el Siglo de las Luces, el siglo de Kant,
Voltaire, Rousseau, y la Revolución Francesa, con Descartes como precursor y
Hegel como colofón; el siglo que establece un nuevo orden inventado, el de la
libertad, la igualdad y la fraternidad: la democracia moderna; el siglo que
establece como única luz la de la razón para avanzar en el conocimiento y el
orden mencionado para convivir. Y esa luz es la que nos ha traído hasta el
siglo XXI, con apagones históricos, alumbrando revoluciones, sufriendo
involuciones, pariendo, creciendo, errando, acertando, pero siempre avanzando,
dos pasos adelante y uno atrás, aunque a veces se diera un paso adelante y dos
atrás, como el título del libro de Lenin. Y hablando de libros, que en
definitiva es lo nuestro, viene de perlas recordar, y recomendar, la novela
histórica de Alejo Carpentier, el ilustre cubano, padre literario de García
Márquez, entre otros, El siglo de las
luces. La novela, ambientada en la época de la Revolución Francesa, narra
las peripecias de un revolucionario, Víctor Hughes, personaje al parecer
histórico, enviado al Caribe para expandir los ideales de la Revolución que
acaba convirtiéndose en un déspota. “Cosas veredes, Sancho…”, “la historia
siempre se repite…”, tantas frases históricas y literarias podríamos añadir
como reflexión de esta novela, incluso la famosa de Confucio: “Un gobernante
tirano es mucho peor que un tigre devorador de seres humanos”. Es la historia
de un apagón de la razón y de la libertad, de encumbramiento, degradación y
decepción, para leerla hasta a la luz de una vela en un apagón que nos destroza
la mente, el estómago, las piernas. Pero la historia continúa, como desde el
siglo XVIII, y vamos bien. Así que, lo antes posible, ¡hágase la luz!
luisroberts@gmail.com
Año VII / N°
CCLII / 18 de marzo del 2019
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