lunes, 18 de marzo de 2019

Hágase la luz [CCLII]

Luis Roberts


 
“Y un gato me hacía compañía...”,
diría Roberto Carlos (foto del autor)


         Fiat lux et facta est lux (Hágase la luz y la luz se hizo). Así reza en latín el Génesis 1, 3 en la Vulgata, la traducción de la Biblia del hebreo y el griego de Jerónimo de Estridón, el traductor del mayor best-seller de la historia: la Biblia. Así describe la Biblia la creación del mundo, hecho ocurrido, según los ortodoxos judíos, hace 5.780 años, año actual judío, suceso que los no tan aficionados a la literatura de ficción y más al realismo científico, fijan en unos 13.800 millones de años. Pero para estos últimos, entre los que me incluyo, la luz que hizo libres a los hombres, la luz de la razón, se prendió en el siglo XVIII, el Siglo de las Luces, el siglo de Kant, Voltaire, Rousseau, y la Revolución Francesa, con Descartes como precursor y Hegel como colofón; el siglo que establece un nuevo orden inventado, el de la libertad, la igualdad y la fraternidad: la democracia moderna; el siglo que establece como única luz la de la razón para avanzar en el conocimiento y el orden mencionado para convivir. Y esa luz es la que nos ha traído hasta el siglo XXI, con apagones históricos, alumbrando revoluciones, sufriendo involuciones, pariendo, creciendo, errando, acertando, pero siempre avanzando, dos pasos adelante y uno atrás, aunque a veces se diera un paso adelante y dos atrás, como el título del libro de Lenin. Y hablando de libros, que en definitiva es lo nuestro, viene de perlas recordar, y recomendar, la novela histórica de Alejo Carpentier, el ilustre cubano, padre literario de García Márquez, entre otros, El siglo de las luces. La novela, ambientada en la época de la Revolución Francesa, narra las peripecias de un revolucionario, Víctor Hughes, personaje al parecer histórico, enviado al Caribe para expandir los ideales de la Revolución que acaba convirtiéndose en un déspota. “Cosas veredes, Sancho…”, “la historia siempre se repite…”, tantas frases históricas y literarias podríamos añadir como reflexión de esta novela, incluso la famosa de Confucio: “Un gobernante tirano es mucho peor que un tigre devorador de seres humanos”. Es la historia de un apagón de la razón y de la libertad, de encumbramiento, degradación y decepción, para leerla hasta a la luz de una vela en un apagón que nos destroza la mente, el estómago, las piernas. Pero la historia continúa, como desde el siglo XVIII, y vamos bien. Así que, lo antes posible, ¡hágase la luz!

luisroberts@gmail.com



Año VII / N° CCLII / 18 de marzo del 2019


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