lunes, 4 de julio de 2016

Lecherías también es una sola [CXIV]

Edgardo Malaver


Escena cotidiana de las mañanas de Barcelona,
Anzoátegui, en 1907. ¿Vendrían de las lecherías?



         Como a los traductores les llaman la atención los detalles más sutiles en las situaciones más regulares, no pueden dejar de darse cuenta de la diferencia —¡inmensa!— que hay entre el plural de la palabra matemáticas (Ritos CXIII) y el del nombre de la ciudad de Lecherías, estado Anzoátegui. No es el mismo plural.
         Aunque muchos recordamos la época en que el plural de Lecherías no se ponía en duda, en los primeros años del siglo XXI a las autoridades del recién creado municipio Urbaneja, del cual es capital, les nació una duda: ¿por qué Lecherías se llama Lecherías?, ¿no será más bien Lechería? Los que se convencieron de la segunda opción, sin poner mucha atención a los que decían lo contrario, iniciaron una campaña para cambiar el nombre a singular. ¿Cambiar? O sea, que antes era en plural.
         No he encontrado la foto que veo claramente en mi memoria, pero parte de esa campaña era un letrero, que se leía incluso en Puerto La Cruz y que decía: “Lechería es una sola”. En realidad, aquel argumento no se mantiene mucho tiempo en pie si uno recuerda la cantidad de topónimos en plural que hay en Venezuela: Achaguas, Apure; Barbacoas y Tejerías, Aragua; Barinitas, Barrancas y Obispos, Barinas; Pedernales, Delta Amacuro; Caracas, Manzanares, Pajaritos y Sartenejas, Distrito Capital; Tucacas, Falcón; Chaguaramas y Tiznados, Guárico; Bailadores, Lagunillas, Mucuchíes y Timotes, Mérida; Guarenas y Paracotos, Miranda; Torbes, Táchira; Bobures, Cabimas, Lagunillas y Machiques, Zulia; los estados Amazonas, Barinas, Cojedes y Vargas. En el propio estado Anzoátegui, existen, por lo menos, Clarines y Pozuelos, y ninguno de estos lugares es medio pueblo, ni tres quintos de ciudad ni mucho menos dos ni tres estados. Cada uno de ellos es uno solo. El plural tiene otra explicación.
         El escritor Alfredo Armas Alfonzo menciona en algún artículo, aunque para muchos anzoatiguenses no es suficientemente convincente, que en el siglo XIX existían en ese sector, al oeste de Puerto La Cruz y al norte de Barcelona, negocios de productores y vendedores de leche de cabra, que, pasado el tiempo, terminaron dándole nombre al lugar. Sin embargo, Luis Mata García, reconocido especialista en toponimia, y Maximilian Kopp, cronista de Lecherías, defienden el singular y argumentan que antiguamente se le llamaba La Lechería. Al borde del siglo XX, apareció la mencionada discusión y la opción más favorecida oficialmente fue la del singular.
         Varios blogs y perfiles de Facebook de habitantes de Anzoátegui defienden con memoria y documentos particulares el plural. Yo, aunque sin el rigor que exige una investigación recta, he hecho una breve encuesta, que ha dado como resultado que cuatro de cada cinco personas por lo menos pronuncian Lecherías.
         El plural o el singular, la brevedad o la longitud de los nombres de los lugares donde hemos nacido contienen significativos segmentos de su historia, de nuestra historia, razón por la cual cambiarlos, sobre todo si se hace por decreto, puede ser un error. La voz de la gente termina imponiéndose, como en San Petersburgo o en el Congo. Pensemos también en el nombre del Ávila, el guardián de la capital de Venezuela, que la gente sigue llamando Ávila, a pesar de la voz oficial. Los nombres no los ponen las autoridades, sino la gente.

emalaver@gmail.com





Año IV / N° CXIV / 4 de julio del 2016

No hay comentarios.:

Publicar un comentario