Andrea Salgado
El sacrificio de Ifigenia
(1760), de Giovanni Domenico Tiepolo |
Interpretar
un texto es un viaje en el cual guardamos prejuicios, ideas
y expectativas en nuestras maletas para establecer lo que expresa el autor en
palabras y preguntas de nuestro presente. Otros viajeros nos han precedido y
han aportado sus interpretaciones de diversos textos, enraizados en su contexto
literario y en el bagaje cultural de sus intérpretes. Es a través de la
permanente mediación del presente y el pasado que realizamos un acercamiento y
comprensión de las voces que han forjado nuestra senda.
La
novela Ifigenia (1924) de Teresa de la Parra (1889-1936) plasma la pérdida de voluntad de María
Eugenia Alonso, educada y con ideales europeos, dentro de una sociedad que la
engulle y la hace sentir extranjera en su propia tierra. Perteneciente al movimiento
literario del realismo, surgido en la Europa de mediados del siglo XIX, en el cual la realidad, sin
idealizaciones, toma el centro de atención y se valora como un objeto artístico
(Lissorgues, 2008), la novela presenta temas
como la soledad del ser humano ante la sociedad y la pérdida de voluntad ante
la inevitabilidad del destino. Estos temas se refuerzan gracias al contraste de
dos sociedades: una Francia recuperándose de la Gran Guerra, con una creciente participación
y libertad de las mujeres, y una Venezuela gomecista con un fuerte
atraso educativo y una cultura en la que la mujer desempeñaba un rol pasivo a merced
de figuras masculinas.
Por
otro lado, en Don
Quijote de la Mancha (1605-1615) el propio don Quijote, enloquecido por
las novelas de caballería, se encamina a un viaje de justicia, en el cual se enriquece de su propia
sabiduría y la humildad campesina de Sancho Panza. A pesar de haberse publicado
durante los últimos años del Renacimiento y los primeros del Barroco, Miguel de
Cervantes (1547-1616) aborda dos temas que hacen pionero a Don Quijote de la Mancha como la primera novela
moderna: la complejidad de la realidad y el permanente diálogo entre la
realidad y lo ideal.
Una
noción que desarrollan Don Quijote e Ifigenia es la libertad con atención
a las mujeres, plasmada, respectivamente, en los personajes de la pastora Marcela y María
Eugenia Alonso. Entiéndase la libertad según los pensamientos de san Agustín de Hipona, como el
don del hombre de inclinarse naturalmente hacia el bien y obrar para alcanzar
su propia felicidad (Alonso García, 2009).
La
libertad agustiniana se vislumbra en la construcción de la pastora Marcela,
quien goza del libre albedrío, en primera instancia por su condición humana, tal como ella misma lo afirma: “Yo nací libre,
y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos...” (Cervantes, 2004, p. 171). Se suma a su favor la libertad
económica, a través de la herencia de su padre, que funge como instrumento para
llevar su felicidad a cabo, vivir en el campo alejada de los hombres, a pesar
de la oposición del entorno social en que se encuentra: “Yo, como sabéis, tengo
riquezas propias, y no codicio las ajenas; tengo libre condición...” (Cervantes, 2004, p. 172).
Sin
embargo, el caso de María Eugenia representa la ausencia de esta libertad. Se
encuentra atrapada en la inevitabilidad del matrimonio con César Leal, sin
escapatoria alguna y condenada a un destino de felicidad inalcanzable: “...el
vestido desgonzado con sus dos mangas vacías que se abren en cruz y se
descuelgan casi hasta llegar al suelo, es un cadáver...” (De la Parra, 1982, p. 309). Su único consuelo, su
única gracia que mantiene unida su naturaleza herida y la clave de su existir
(Alonso García, 2009) es el sacrificio.
Ante
la oposición, ante al choque del individuo con la sociedad, el libre albedrío
puede verse flanqueado o reforzado. En Ifigenia y Don Quijote, bajo la noción de la
distancia temporal y la fusión de los horizontes, en la cual el sentido del contenido de
un texto es interpretable en una dimensión infinita y ese sentido es
comprensible desde nuestra cultura del presente, salen a relucir las dos caras
de la libertad agustiniana. Marcela se mantiene firme en su voluntad de vivir alejada
de los hombres y demás personas por cuanto tiene las convicciones y el poder
para alcanzar su felicidad, mientras que María Eugenia fracasa en su
lucha contra la sociedad al perturbarse su razón, y con ello sacrifica su
felicidad.
andreasalgadovillarroel@gmail.com
Referencias
Alonso
García, A. (2009). Libertad y gracia en san Agustín de Hipona. En González Ginocchio, D. Metafísica y libertad. Cuadernos de
Anuario Filosófico, 214, 193-200.
Cervantes,
M. de (1605/2004). El ingenioso hidalgo don Quijote
de la Mancha. Edición del IV Centenario.
De la Parra, T. (1924/ 1982). Ifigenia. Diario de una señorita que escribió porque se
fastidiaba. En Obra (Narrativa- Ensayos-Cartas). Editorial Biblioteca Ayacucho.
Lissorgues, Y. (2008). “El Realismo. Arte y literatura,
propuestas técnicas y estímulos ideológicos”. https://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmc0c5d0.
Año
XI / N° CDXXI / 15 de mayo del 2023
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