Por estos días, en los que
las calles se atiborran de gritos y carteles que anuncian miles, millones y
billones, suelen verse anuncios, publicaciones, avisos, facturas o cheques
cuyas cifras siguen la práctica común de separar los millares, millones, u
otras unidades, mediante un sutil punto, adscrito a la parte inferior del monto
en cuestión. En algunos países americanos, por ejemplo, este empleo del punto
tiende a ser sustituido por otro minúsculo signo de puntuación, la coma. Sin
embargo, la última versión de la Ortografía
de la Lengua Española (OLE) profiere que el empleo particular del punto y
la coma en las expresiones numéricas escritas con cifras puede llegar a ser
relegado.
Dicho apartado, anexo al capítulo
V específicamente, aquel que trata los usos no lingüísticos de algunos signos
de puntuación (5.13), desarrolla con exactitud esta pequeña sugerencia,
ignorada y desconocida, no solo por los hablantes de nuestra lengua, sino por
hablantes de otros idiomas en general. Esta abandonada regla sigue los usos del
Sistema Internacional de Unidades (SI), reconocidos oficialmente por una gran
cantidad de países de los cinco continentes.
Dicha norma internacional
establece que “se puede prescindir del punto (.) o de la coma (,) con el
propósito de facilitar y conservar la fluidez de la lectura de estas
expresiones, especialmente, cuando los textos en cuestión contienen múltiples
cifras seguidas una de otra o en cortos intervalos. Así pues, se recomienda
separarlas mediante espacios por grupos de tres unidades”. Por ejemplo: 10 500 000. Sin embargo, cabe destacar
que, según la OLE, esta separación no se utiliza nunca en la expresión de los
años, en la numeración de páginas ni en los números de artículos, decretos o
leyes. Opuesto a esta excepción, encontramos el caso de la separación entre la
parte entera y la parte decimal, donde sí se emplean, de manera ineludible,
dichos signos de puntuación. Por ejemplo: 3.5
o 3,5.
No solo con esto, el punto
también nos vale para representar gráficamente multiplicaciones, y en ocasiones
tiende a emplearse al escribir expresiones numéricas del tiempo, para separar
las horas de los minutos, en lugar de los acostumbrados dos puntos (:). Por
ejemplo: 12.00 h.
Así pues, en este mundo
rodeado de números y palabras, debemos, como hablantes de español, e incluso,
como hablantes de cualquier otro idioma, conservar nuestra mayor riqueza, la
lengua, a través de una correcta ortografía, aun en ámbitos matemáticos y
económicos. Como señaló el escritor francés Antoine de Saint-Exupéry, a través
de su célebre personaje, el Principito: “Los adultos aman los números”, y, como
años más tarde comentaba el dramaturgo irlandés Samuel Beckett: “Las palabras
son todo lo que tenemos”. He aquí entonces la importancia de una perfecta
ortografía, aun en asuntos numéricos, pues “la escritura es la pintura de la
voz” (Voltaire); por lo que una correcta y ordenada redacción componen una gran
obra de arte, comparable, incluso, con alguna de las grandes obras de Miguel
Ángel.
danielalejandro.alba@gmail.com
Año VI / N° CCX / 28 de mayo del 2018
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