Luis Roberts
Actinidia deliciosa, nombre científico de una... ¿marca comercial? |
Esta semana emprendí un viaje a la RAE;
sí, a la Real Academia Española —único viaje que me permite la acongojante
situación— para combatir la canícula, la lluvia y el semiocio, de la mano de
dos utilísimos libritos —por su tamaño— de FUNDEU y con el rimbombante título
de Compendio ilustrado y azaroso de todo
lo que siempre quiso saber sobre la lengua castellana, el Primero y el
Segundo, que compré hace meses, tal vez atraído por el título que me recordaba
una divertida película de Woody Allen, y que, leídos, los sumo a mis libros de
consulta. Como este viaje no
es largo —no es de la Alcarria, ni el Camino de Santiago—, pero sí lleno de anécdotas, lo haremos en varias
etapas y esta es la primera. Se trata de normas del castellano, conocidas las más, pero
sorprendentes otras que nos ayudan a agachar la cabeza humildemente entonando
algún que otro mea culpa;
curiosidades, cambios, desusos y obsolescencias, etc. Empecemos pues el viaje.
Hablando de desusos, recordemos la
lista de las preposiciones e inmediatamente borremos dos: so, convertida en adverbio, y cabe,
desaparecida en inacción. Pero tendremos que añadir tres pseudopreposiciones: mediante, durante y vía. Entre un
listado de 55 solecismos por el mal uso de la preposición, señalaré los que más
me suenan, en la calle, en la casa, o en los medios: a excepción de, a grosso modo,
a la mayor brevedad, a reacción, a resultas, bajo el supuesto,
con motivo a, da la casualidad que,
de acuerdo a, de motu propio, en base a,
en el corto plazo, tan es así. Los latinismos adaptados al
español llevan su tilde: réquiem;
pero no así las locuciones latinas: sui
generis. Lapso y lapsus son cosas distintas, y siendo el
lapso un intervalo de tiempo, se comete, no un lapsus sino una grave
redundancia diciendo “lapso de tiempo”. Calcando del inglés (perdón por el
gerundio), dicen hallar culpable, en
vez del correcto declarar culpable; y
presunto en lugar de supuesto; presunto se utiliza para designar a quien se considera posible
autor de un delito cuando se han abierto diligencias procesales pero aún no hay
fallo de la sentencia, antes de eso es solo
supuesto. Por culpa del cine y la TV —perdón, por las malas
traducciones—confundimos evidencia
con prueba y crimen con delito y
decimos querella criminal,
redundancia al canto, pues toda querella es penal. Que módem es un acrónimo inglés y menstrual
es la palabra más larga con dos sílabas son dos curiosidades refrescantes, pero
que kiwi, como aspirina o clínex, sea
una marca convertida en nombre, casi se me atraganta.
Y ya que salieron a relucir las
redundancias, algunos ejemplos paradigmáticos: accidente fortuito (¿existen accidentes no casuales?); en vigor actualmente (si no, ya no está
en vigor); apología a favor (la
apología es una alabanza, no puede ser en contra); divisas extranjeras, nexo de unión, cita previa, prever con antelación
y tantas otras. Sin olvidar la ya famosa “extranjeros de otros países”.
¿Actualmente, he dicho? Pues con los
falsos amigos hemos topado, esos que son falsos porque nos mienten, porque
dicen ser españoles y son ingleses o franceses, los actual, adoptar, asumir, billones, bizarro, eventualmente, obsceno,
sensitivo, etc. Los que en nuestro idioma quieren decir otra cosa y los
usamos mal por culpa de esos falsos amigos.
La enantiosemia, también llamada
antonimia o antífrasis: palabras que tienen un sentido opuesto al otro, nos
deja perlas como: perla, sancionar, en absoluto, gracioso, o
el “quijotesco” huésped. Y hablando
del castellano del Quijote, “parlar” en español es hablar mucho y sin
sustancia, por lo que uno prefiere ser “hispanohablante” al afrancesado
“hispanoparlante”. Por cierto, la palabra en español que tiene todas las tildes
es “pedigüeñería” y es más valleinclanesca que “mendicidad”. Sendos no es equivalente a ambos y su uso como “enorme” no es
propio de la lengua culta, por lo que sendos
senos, se referiría únicamente a los senos de todas las personas
mencionadas.
En una granada y hasta divertida lista
de arcaísmos, me quedo con dos con los que dirigirme a ciertos personajes sin
el riego inmediato de la tortura: albuznaque
(bruto, bestia) que ornea
(rebuzna).
Todos los días oímos, vemos y padecemos
lo que se califica como catástrofe
humanitaria, pero si supiéramos que humanitaria es sinónimo de “bondadoso
y caritativo”, hablaríamos más bien de catástrofe
humana. Y hablando de oír, oía
es la única palabra no monosilábica que tiene tantas letras como sílabas.
Este viaje, obviamente, no es por
avión; si lo fuera, el comandante nos daría la altitud a la que volamos cuando lo hacemos sobre el mar y la altura cuando lo hacemos sobre la
tierra. Pero, en cualquier
caso, culminamos esta primera etapa para dar descanso, más a los lectores que a
nuestro aún no fatigado cuerpo.
luisroberts@gmail.com
Año V / N° CLXVI
/ 21 de agosto del 2017
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