lunes, 14 de agosto de 2017

Que me coma el tigre [CLXV]

Edgardo Malaver


Antonio Arraiz (1903-62) llevó la tradición oral 
de Tío Tigre y Tío Conejo a la literatura escrita



         El cantante popular colombiano Nelson Díaz Sánchez murió en septiembre del 2010 a los 86 años. En 1968 había grabado una canción que le dio visibilidad duradera y un lugar en el repertorio musical de su país. De este lado de la frontera, los versos y sonidos de Díaz Sánchez desbordaron la música y se instalaron también en el habla popular.
         Cada Carnaval por lo menos, se oye en Venezuela alguna vez aquella famosa canción, en la cual un personaje es perseguido por una animal feroz que quiere comer su “carne morena”. Intentando evitarlo, se sube a un árbol, se sube a una loma, se tira en el río y finalmente se mete en una casa, “pa que no lo vea”. A todos estos lugares lo sigue la fiera, y él termina diciendo: “La cosa está fea”. El coro después repite y repite: “Tú lo que quieres es que me coma el tigre, / que me coma el tigre, / que me coma el tigre”.
         Naturalmente, cuando en Venezuela uno siente que alguien le impone condiciones particularmente difíciles, que no le deja escapatoria, que, por más que la busque, no hay válvula que alivie la tensión de una situación, termina diciendo: “Tú lo que quieres es que me coma el tigre”. Estas situaciones pueden salir de la esfera personal y abarcar la social, política, religiosa, artística, etc., porque donde haya seres humanos habrá siempre unos pocos que querrán imponer a los más su voluntad y sus reglas. Unos seres humanos lucen más feroces que otros. El mundo ha sido siempre así, el problema aparece cuando el que se cree con derecho a dictar las pautas elimina también las válvulas.
         La figura intimidante del tigre, bañado por la naturaleza de colores impresionantes, protagoniza otras expresiones que involucran siempre el poder, el conflicto, la pelea. “Tigre no come tigre”, diría cualquiera que desea indicar que, por más fuerte o furioso que se muestre un enemigo, no la va a tener fácil si desea enfrentarlo. Si algún interlocutor está de acuerdo, dirá: “Y si lo come, lo vomita”.
         También puede representar la deshonestidad y la fragilidad ética. En una conversación referida a la frecuencia de conductas no muy decentes, uno dice: “¿Qué es una raya más pa un tigre?”. La tradición oral, por otro lado, nos ofrece el símbolo del tigre como encarnación de la fuerza bruta opuesta a la inteligencia y la picardía. El ejemplo inmejorable son los cuentos de Tío Tigre y Tío Conejo.
         Hay quienes matan a un tigre y luego le tienen miedo al cuero. Así, en realidad, no se logra gran cosa. Los sagaces suelen arrebatar nuevos territorios a los cobardes. La evidencia puede ser que a veces hay tríos de tigres que van por la vida sintiendo una honda tristeza. La esperanza para el futuro, siempre, es que las nuevas generaciones suelen heredar los rasgos de sus padres y abuelos. Indiscutiblemente, hijo de tigre nace pintao.

emalaver@gmail.com





Año V / N° CLXV / 14 de agosto del 2017


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