Elizabeth Cornejo
Una conversación que nunca falta y se repite entre todos
aquellos a quienes nos encantan las letras, las palabras y afines es esa de...
¡que palabra tan fea! Por supuesto, esto siempre nos lleva a mencionar cuáles
son las palabras que nos gustan o disgustan de nuestro idioma.
Edgardo, el padre de este blog, que pareciera estar muy
atento a este asunto, siempre les pregunta a sus invitados, amigos y alumnos:
“¿Cuál es la palabra más hermosa de la lengua española?”. Y yo, siempre que lo
escucho, pienso invariablemente: guarandinga. Pero hay una cosa cierta, y
es que ese asunto del gusto es algo completamente personal. Yo amo la guarandinga y hay quienes la detestan.
Guarandinga es como el buen vino: tiene
cuerpo, color y fuerza —prueben a decirla en voz alta y sabrán a qué me
refiero—. Es polisémica, divertida, elegante sustituta de nuestra obscena (?)
“vaina” y para complemento de su belleza no aparece registrada en el DRAE, así
que también es rebelde e irreverente. Esto aumenta su encanto, ya que sigue
estando en la boca de muchos aunque los académicos se nieguen a reconocerla.
Será por esa misma razón que cuando buscamos el origen de
la palabra guarandinga este no aparece por ningún
lado. En la red encontramos que es una “palabra proveniente de la zona de
Barquisimeto que nombra una situación o estado”, y, a duras penas, en el
reciente Diccionario histórico del español de Venezuela de Francisco Javier Pérez se
reseña así:
guarandinga ƒ Voz del
español de Venezuela que se origina a comienzos del siglo XX y cuyo uso se
mantiene hasta el presente [...] usándose para designar todo tipo de cosas o
asuntos y como forma de auxilio para aludir genéricamente a algo cuyo nombre se
ignora o no se quiere señalar.
Así mismo, el autor también
documenta varios usos de la palabra desde 1920 hasta el 2006, citando que hasta
para nombre de torta fue usada. Sin embargo, de su origen, nada...
Cabe mencionar que, al menos aquí en la capital, la
palabra ya no se escucha como antes y hay quienes afirman que está “extinguida
(sic) por completo en el léxico
caraqueño actual”; sin embargo, yo la sigo escuchando en boca de algunas
personas mayores que por “cuestiones de la decencia” se niegan a decir “malas
palabras”.
En mi casa, recuerdo que cuando mi abuela se molestaba
con nosotros nos increpaba —y valga la expresión— “decentemente” con un ¿qué guarandinga es esa?, o en su defecto, ¡Niños! ¡Dejen la guarandinga!... Por supuesto que con ese regaño taaaan
sofisticado nadie hacía ningún caso hasta que la viejita furibunda gritaba a
todo gañote:
¡Que dejen la
vaina, pues!
Referencias
Calatrava, Alonso (1999). Obituario de voces
caraqueñas. Caracas: Universidad
Católica Andrés Bello.
https://books.google.co.ve/books?id=es3IARgS4XAC&lpg=PA97&ots=007x0jtHAU&dq=guarandinga%20origen&pg=PA97#v=onepage&q&f=false [consultado en enero, 2015].
https://books.google.co.ve/books?id=es3IARgS4XAC&lpg=PA97&ots=007x0jtHAU&dq=guarandinga%20origen&pg=PA97#v=onepage&q&f=false [consultado en enero, 2015].
Castro Pumarega, Daniel (s./f.). Diccionario de venezolanismos. Signum.
http://projetbabel.org/internet/venezonalismos [consultado en enero, 2015]
http://projetbabel.org/internet/venezonalismos [consultado en enero, 2015]
Pérez, Francisco Javier (2012). Diccionario
histórico del español de Venezuela. Vol. I. Caracas: Bid&Co.-Fundación Polar.
egc.designers@gmail.com
Año III / Nº XLIX / 23 de marzo del 2015
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