lunes, 9 de febrero de 2015

Música, lengua y significado [XLIII]

Leonardo Laverde B.

            Hace unos días conversaba con mis estudiantes sobre las nociones de lenguaje y lengua. La definición de lenguaje que yo acostumbro usar es “tipo de comunicación que involucra el uso de una lengua”. A su vez, una lengua es un “sistema de signos arbitrarios, lineal y doblemente articulado”. Tomando esto como punto de partida, les pregunto a mis estudiantes qué otros códigos, además del lenguaje oral y su representación escrita, encajan con dicha conceptualización. Las respuestas típicas suelen ser: las lenguas de señas, el Braille y el código Morse (estos dos últimos como representaciones de una lengua oral). Sin embargo, en esta oportunidad un estudiante me preguntó: “¿Y la escritura musical?”.
            Reflexionando sobre el asunto, me dije: la escritura musical es arbitraria y lineal pero, ¿es articulada? Algunos estudiantes recordaron que varias notas forman un acorde. También —lo pienso ahora— se podría mencionar la conjunción de la clave y las notas en la representación de cada sonido (un músico podría orientarnos mejor al respecto). Sin embargo, como apuntó otra estudiante, la respuesta final dependerá de si consideramos que la música transmite significado. Cada grafema musical, individualmente, transmite significado, pues alude a una nota. Ahora bien: el conjunto de las notas, ¿tiene significado? ¿Una pieza musical puede considerarse un mensaje?
            Cierto tipo de música, la música programática (que pretende evocar imágenes extramusicales en la mente del oyente) aspira, ciertamente, a alguna clase de significado. En cambio, la música absoluta (como el arte no figurativo en general) renuncia a transmitir algo más allá de sí misma.
            Indudablemente, para la persona que compone o gusta de la música, una pieza, por más absoluta que fuere, puede llegar a tener significado. Sin embargo, a diferencia de las lenguas, ese significado no descansa en convenciones que permitan “decodificar” el mensaje de la melodía. La música, por sí sola, no es referencial, no tiene un significado denotativo; sin embargo, puede llegar a asociarse con representaciones internas individuales.
            Concluyo entonces que, en realidad, la escritura musical no es una lengua, y la música no es un lenguaje. Sin embargo, no cabe duda de que implica alguna forma de comunicación emotiva.
            En este punto, me viene a la memoria un poema de Fernando Pessoa. Dado que hablamos de música y estamos en el mes del amor, van a permitirme que lo transcriba con toda la musicalidad de su lengua original:


A tua voz fala amorosa...
Tão meiga fala que me esquece
Que é falsa a sua branda prosa.
Meu coração desentristece.

Sim, como a música sugere
O que na música não está,
Meu coração nada mais quer
Que a melodia que em ti há...

Amar-me? Quem o crera? Fala
Na mesma voz que nada diz
Se és uma música que embala.
Eu ouço, ignoro, e sou feliz.

Nem há felicidade falsa,
Enquanto dura é verdadeira.
Que importa o que a verdade exalça
Se sou feliz desta maneira?

llaverde2@gmail.com





Año II / Nº XLIII / 9 de febrero del 2015

No hay comentarios.:

Publicar un comentario