Ariadna Voulgaris
Un número de la revista Thor en 1962 |
Después de escribir la
semana pasada el artículo sobre la idiocia y la imbecilia, se me metió en la cabeza
la idea de escribir durante varios lunes (aunque ya hoy es martes) sobre algunos
insultos.
Y esta semana le toca a tonto.
Es un insulto bien tonto, ¿no creen?, es como lo mínimo que hay en insulto. De tonto
para abajo, es chiste, me imagino. Si fuéramos un poquitín más tontos, quizá,
podríamos hacer con tonto lo que han hecho muchos imberbes con marico,
que dejó de ser un tratamiento despectivo más bien fuerte para ser, según mucha
gente, hasta cariñoso.
Entonces, mejor me dejo de
tonterías y digo por fin la tontera que vengo a decir. La palabra tonto
como que proviene de atónito, o, mejor dicho, de atonitus, que,
según gente que sabe de latín, es el participio de attonare. Attonare
(ad + tonare) significaba ‘producir un gran ruido’, como un trueno (imagínense
ustedes que Thor parece que es descendiente de él). Quedar atónito, como
sabe todo el mundo, es quedar como pasmado, como paralizado por una impresión
muy grande. Imagínense los ojos redondos y la boca abierta.
En alguna parada del
camino, quién sabe si entre la Edad Media y el Renacimiento, el descuidado atónito
perdió una sílaba y mas tarde, su esdrujulez inspiró a los hablantes de la Madre
Península a ir borrando la i. “¡Hombre, que cuatro sílabas es demasiao pa el
calor que hace aquí!”, me los imagino diciendo.
Y, bueno, así más o menos
debe haber llegado a nosotros esta palabra, a la que después los hablantes de las
España y los de las América comenzaron a atribuir significados insultantes o
peyorativos. Me imagino que en aquellas mentalidades, el tonto tenía la cabeza
tan hueca que podía hacerse un ruido como un trueno si se le golpeaba. Me quedo
atónita.
Y no lo quería citar
porque muchos lo hacen, pero es la prueba perfecta de lo que luce: en esa
época, Sebastián de Covarrubias escribió en 1611 que el tonto no es “furioso” como
el loco, pero “el tonto tiene vacía la cabeza, por carecer de entendimiento, el
cual en él es redondo, en oposición a los que tienen buen entendimiento, que
llamamos agudos”.
ariadnavoulgaris@gmail.com
Año VIII / Número CCCXVI / 15 de septiembre del 2020
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