El 4 de mayo de este año, Luis Roberts
publicó aquí un artículo titulado “La RAE y el coronavirus”, cuya conclusión
era que, como el sustantivo covid hace referencia a una enfermedad, su
género debía ser femenino. Comentaba además que existe un grupo de académicos
que argumenta que debía ser masculino “por tratarse de ‘un sustantivo’”, con lo
cual el autor no está de acuerdo; pero en realidad lo único que es masculino en
toda la discusión es el virus mismo y no la enfermedad. De modo que, diga lo que
diga la Academia, ahora deberíamos decir la covid y no el covid,
como tanta gente dice. Tengo que respaldar a Roberts en su rechazo a esa postura
sobre el masculino de la recién nacida palabra porque es ridícula, pero me
cuesta mucho apoyar la del femenino.
Aunque parezca que no, aunque
últimamente parecen ser los científicos, no los académicos (los de las
universidades, no los de la academia, aunque también ellos, a veces) ni los movimientos
sociales ni los promotores de ideologías ni los políticos bien vestidos los que
deciden cómo van a llamar los hablantes a las cosas. Bien que pueden, lo malo
es que tampoco sugieren, sino que pretenden imponer, como si tuvieran derecho a
ello… o como si fuera posible. Hay, sin embargo, miles de casos en que la ciencia,
el arte, la religión, la política han creado una cosa nueva, un concepto nuevo
y se esmeran en ponerle como nombre una palabra nueva y, ¡pun!, viene la gente y
la llama de otra forma. Hace como un año, una cajera de banco me corrigió malencarada:
“Señor, esto no se llama dinero, se llama efectivo”.
No me imagino si en el pasado, remoto o
reciente, habrá habido esta discusión sobre el genero de las enfermedades, pero,
tal como nos diría, una vez más, el viejo Saussure, no hay manera de preverlo:
en esto manda la arbitrariedad. Para ahorrar tiempo y espacio, les pregunto: ¿todas
las enfermedades tienen nombres femeninos? Vamos a ver: alzheimer,
bocio, botulismo, cáncer, carbunco, catarro,
dengue, lupus, resfriado común, sarampión, tétano,
tinitus, vértigo, vitíligo son varoncitos. Hasta el acné
y el alcoholismo son considerados enfermedades y no tienen nombres de
niña. Incluso asma, cólera, ébola y sida, que terminan con
a y todo, son palabras masculinas.
Yo creo, por si fuera poco, que covid,
además de que está destinado a perder ese número tan extraño —¿quién ha visto
enfermedad numérica?—, más posiblemente termine llamándose coronavirus que
covid: es demasiado difícil pronunciar esa de al final.
No sé para qué lo repito. Siempre les
digo a los estudiantes: uno no va a la pescadería y cuando por fin logra captar
la atención del vendedor le pide un minuto para llamar al director de la
Academia y preguntarle cómo se llama el pescado que quiere comprar. Uno llama el
pescado como lo llaman las señoras que están alrededor y que saben prepararlo.
Y eso es lo que hace, hacemos, con todas las demás cosas... y así aprendemos si
son niñas o varoncitos.
emalaver@gmail.com
Año VIII / N° CCCVI / 8
de junio del 2020
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