Luis Roberts
El gran escritor Javier Marías publicó
un artículo hace pocos días cuyo tema era “la puerilidad sonrojante de Podemos
(el partido político español) de instalarse en el léxico grueso con pretextos
ideológicos”. Profesor también de Teoría de la Traducción, recurre al ilustre
filósofo y traductor George Steiner y su concepto de la ”intratraducción”, la
traducción que sin cesar llevamos a cabo dentro de la propia lengua, para
recordarnos las variaciones de registro y de léxico que todos, o los más
avisados o educados, hacemos constantemente según nuestros interlocutores o las
circunstancias.
Esto viene a cuento de la propuesta que
este partido ha hecho en el Congreso en España de incorporar un léxico “de la
calle”, algo que no sorprende a Javier Marías, quien afirma que “los dirigentes
de este partido simpatizan con todas las vilezas del mundo y se apuntan a casi
todas las imbecilidades vetustas.” Nos adaptamos al habla de los otros,
recurrimos a diferentes vocablos y registros, para ser mejor entendidos, para
protegernos, conseguir nuestros propósitos, caer bien, resultar simpáticos,
llamar la atención o no llamarla, o para decir a alguien: “No eres de los
míos”.
Que el lenguaje, el uso del léxico, no
es ideológicamente neutral, es tan obvio que no merece detenerse en ello, y,
¡ojo!, no me refiero sólo al uso sexista del léxico, ni a la reacción contraria
a esta vetustez que ha producido payasadas gramaticales que atentan, no sólo a
la gramática sino a la economía del lenguaje, del tipo: “Venezolanos y
venezolanas, profesores y profesoras, alumnos y alumnas, idiotas e idiotos.” El
uso del léxico anuncia nuestra cosmovisión, nuestra ideología, el uso de un
registro u otro, nuestra educación, nuestra inteligencia.
“Todos somos capaces de instalarnos en
lo grueso, nada más fácil, está al alcance de cualquiera, lo mismo que mostrarse
cortés y respetuoso. Ninguna de las dos opciones tiene mérito alguno. Ahora
bien, elegir la primera con pretextos ideológicos, con ánimo de provocar, es,
en el mejor de los casos, de una puerilidad sonrojante, en el peor, de una
estupidez supina y, además clasista”, dice Marías. Eso de utilizar un lenguaje
que entienda la gente, demuestra un enorme desprecio por lo que ellos llaman “la
gente” y otros “el pueblo”.
Steiner, en un ejemplo de humildad,
dice que no se puede ser a la vez “cartero”, profesor, como él, y creador.
Tenemos la suerte de tener muy cerca la excepción a la regla: Rafael Cadenas,
gran profesor y el mejor poeta venezolano vivo. Cadenas resalta las palabras de
Erich Heller sobre nuestro común admirado Kraus: “Él descubrió los vínculos
entre un falso imperfecto de subjuntivo y una mentalidad abyecta, entre una
falsa sintaxis y la estructura deficiente de una sociedad, entre la gran frase hueca
y el asesinato organizado”.
¿Que a qué viene todo esto? Pues que en
un mundo globalizado las imbecilidades vetustas son una franquicia
internacional, que miremos a nuestro alrededor y veamos que franquiciadores y
franquiciados comparten las mismas vetusteces y el mismo registro impostado,
falso y huero. Y que cada palo aguante su vela. Y perdonen por el cambio de
registro final.
luisroberts@gmail.com
Año IV / N° CL /
1° de mayo del 2017
“Él descubrió los vínculos entre un falso imperfecto de subjuntivo y una mentalidad abyecta, entre una falsa sintaxis y la estructura deficiente de una sociedad, entre la gran frase hueca y el asesinato organizado”. Sensacional, fuerte, maravillosa frase.
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