Li Po... ¿o Li Bai? Todo depende del alfabeto fonético internacional |
Me tiene conmovido la fidelidad con que
algunas personas que entran en contacto con ellas y leen sus nombres en los
medios de comunicación respetan la ortografía de los nombres de dos
enfermedades que han hecho su debut en América Latina recientemente. Y me
conmueve también con cuánto respeto los medios copian esos nuevos nombres, en
apariencia, sin preguntarse si verdaderamente se escriben así. Además de las
persistentes dolores en las coyunturas, ¿de la denominada chikungunya no
llamará la atención ningún otro misterio, ni siquiera ortográfico? De la
llamada zika, ¿no tendremos nada más que decir, aparte de que puede
aguarle a uno la sangre si los síntomas se prolongan mucho en tiempo?
Sí, hay un par de cosas que pueden
decirse de estos dos nombres, de la forma en que nos han llegado escritos y de
cómo y por qué podrían escribirse de otra forma.
Por qué se escriben zika y chikungunya
es más o menos sencillo de responder. Lo más probable es que estas palabras
hayan llegado a nuestros medios de comunicación (que es por donde nos han
llegado a los ciudadanos comunes) inicialmente transcritas mediante el alfabeto
fonético internacional, el código que se utiliza para representar todos los
sonidos posibles del habla humana. Una vez transcrito un término nuevo, es
bastante sencillo saber cómo se pronuncia en su lengua original y, una vez que
se pronuncia, con las posibilidades y limitaciones de cada lengua, se puede
escribir como sería más lógico y natural escribirlas en cada lengua. Por esa
razón escribimos en español Yeltzin, mientras los franceses escriben Eltsine;
en español escribimos Jesús, mientras los italianos escriben Gesù;
nosotros escribimos Li Po y los angloparlantes escriben Li Bai.
Así, en español, zika y chikungunya
parecen ser aún transformaciones iniciales a partir de sus transcripciones
fonéticas, es decir, no lucen aún armoniosas con la ortografía típica de la
lengua española. Para llegar a serlo, para estar escritas como se escribirían
en español si hubieran nacido en español, faltaría, en el primer caso, que la
sílaba zi- se transformara en ci-, como indica la tendencia
natural, aunque no absoluta, del español al representar este sonido ante las
vocales e e i, y que -ka se tornara -ca; y en el
segundo caso, sería preciso que la sílaba -kun- se transformara -cun-,
y que -nya se convirtiera en -ña, como sugiere la naturaleza del
alfabeto fonético. Lo más natural en nuestro código, entonces, sería cica
y chicunguña.
Pasado un tiempo —aún falta bastante—,
estas palabras terminará escribiéndose así, igual que ya no se escribe switch,
goal ni baseball, ni se escribe tampoco pot pourri, aide de
camp ni petit maître. La única diferencia está en que los idiomas
de los que provienen, además de no ser tan lejanos en historia y geografía,
utilizan el mismo alfabeto que el español. Su adaptación fonética, sin embargo,
comenzó el día mismo de su llegada a nuestros oídos: unos hablantes dicen chincuguya;
otros pronuncian chicuguya, etc., e incluso hay quienes dicen: Se me
pegó la chica.
Lo más conmovedor que tienen la cica y
la chicunguña no es, naturalmente, el estrago que está haciendo en la salud de
la población, sino el movimiento intestino que ya es posible sentir que se
desarrolla en sus nombres para transformarse en palabras totalmente nuestras.
Ya verán.
emalaver@gmail.com
Año IV / Nº CII / 4 de abril del 2016
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