Luisa Teresa Arenas Salas
Nacido en abril de 1539, el Inca Garcilaso de la Vega comparte
con Shakespeare y Cervantes haber muerto el 23 de abril de 1616 |
Para aderezar
con un poco de humor el Mes de los Idiomas,
un evento dedicado a festejar las seis lenguas que se estudian en la Escuela de
Idiomas Modernos y, en especial, la nuestra por celebrarse el Día Mundial del Español el 23 de abril, los
invito a disfrutar del siguiente poema (¿quijotesco?) aparecido en una revista española,
sin autor conocido. Este texto, “además de ser jocoso, encierra una asombrosa lógica
que hace meditar hasta a los académicos” (Escandón, 1990: 13), y, como digo yo,
a los no académicos también. Por ello, lo están leyendo en Ritos de Ilación para su goce y reflexión. El tema en él tratado aparecerá
en más de una edición, pues, después de esta, se publicará una reflexión lingüística
posterior.
EL IDIOMA CASTELLANO
Señores:
un servidor,
Pedro
Pérez Baticola,
cual
la Academia Española,
“limpia,
fija y da esplendor”.
Pero
yo lo hago mejor,
y
no son ganas de hablar,
pues
les voy a demostrar
que
es preciso meter mano
al
idioma castellano,
donde
hay mucho que arreglar.
¿Me
quieren decir por qué,
en
tamaño y en esencia
hay
esa gran diferencia
entre
un buque y un buqué?
¿Por
el acento? Pues yo,
por
esa insignificancia,
no
concibo la distancia
del
presidio al que presidió,
ni
de tomas a Tomás,
ni
de topo al que topó,
de
un paleto a un paletó,
ni
de colas a Colás.
Mas
dejemos el acento,
que
convierte, como ves,
las
ingles en inglés,
y
vamos con otro cuento.
¿A
ustedes no los asombra
que
diciendo rico y rica,
majo
y maja, chico y chica,
no
digamos hombre y hombra?
¿Y
la frase tan oída
del
marido y la mujer,
¿por
qué no tiene que ser
el marido y la marida?
Por
eso no encuentro mal
si
algunos me dicen cuala,
como
decimos Pascuala,
femenino
de Pascual.
El
sexo a hablar nos obliga
a
cada cual como digo,
si
es hombre: “Me voy contigo”;
si
es mujer: “Me voy contiga”.
¿Por
qué llamamos tortero
al
que elabora una torta,
y
al sastre que ternos corta
no
le llamamos ternero?
Como
tampoco imagino,
ni
el diccionario me explica,
¿por
qué al que gorras fabrica
no
le llamamos gorrino?
¿Por
qué las Josefas son
por
Pepitas conocidas,
como
si fuesen salidas
de
las tripas de un melón?
¿Por
qué el de Cuenca no es cuenco,
bodeque
el que va de boda,
y
el que los árboles poda
no
le llamamos podenco?
Cometa
está mal escrito
y
por eso no me peta:
¿hay
en el cielo cometa
que
cometa algún delito?
Y
no habrá quien no conciba
que
llamarle firmamento
al
cielo es un esperpento:
¿quién
va a firmar allá arriba?
¿Es
posible que persona
alguna
acepte el criterio
de
que llamen monasterio
donde
no hay ninguna mona?
Si
el que bebe es bebedor,
y
el sitio es bebedero,
hay
que llamar comedero;
a
lo que hoy es comedor;
comedor
será quien coma,
como
es bebedor quien bebe,
y
de esta manera debe
modificarse
el idioma.
¿Y
vuestra vista no mira,
lo
mismo que miro yo,
que
quien descerraje un tiro,
dispara,
pero no tira?
Ese
verbo y más de mil
en
nuestro idioma son barro;
tira
el que tira de un carro,
no
el que dispara un fusil.
De
largo sacan largueza,
en
lugar de larguedad,
y
de corto, cortedad,
en
vez de sacar corteza.
De
igual manera me quejo
al
ver que un libro es un tomo;
será
un tomo si lo tomo,
y
si no lo tomo, un dejo.
Si
se llama mirón
al
que está mirando mucho,
cuando
mucho ladra un chucho
hay
que llamarle ladrón.
Porque
la sílaba -on
indica
aumento, y extraño
que
a un ramo de gran tamaño
no
se le llame Ramón.
Y,
por la misma razón,
si
por lo que estáis escuchando,
un
gran rato estáis pasando,
estáis
pasando un ratón.
¿Y
no es tremenda gansada
en
los teatros que sea
denominada
platea
lo
que no platea nada?
¿Puede
darse, en general,
al
pasar de masculino
a
su nombre femenino
nada
más irracional?
La
hembra del cazo es caza;
la
del velo es una vela;
la
del pelo es una pela,
y
la del plazo es una plaza;
la
del correo, correa;
la
del mus, musa; del can, cana;
del
mes, mesa; del pan, pana
y
del jaleo, jalea.
Y
basta para quedar
convencido
el más profano
que
el idioma castellano
tiene
mucho que arreglar.
Conque
basta ya de historias;
si,
para concluir, me dais
cuatro
palmas, no temáis
que
os llame palmatorias.
Escandón,
Rafael (1990). Curiosidades del idioma.
Caracas: Panapo.
Espero que,
una vez leído el poema, hayan captado el humorismo
presente en él, entendido según la primera acepción que se lee en el DRAE como:
“Modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad, resaltando el lado cómico,
risueño o ridículo de las cosas” (2006: 796). ¿Cuál es la realidad que presenta
este poema? ¿Qué hechos enjuicia? ¿Cómo los comenta? ¿Dónde radica su comicidad?
¿Celebramos el idioma español burlándonos de él? ¿Ridiculizándolo? Todas estas interrogantes
son para que cada lector las medite, nos las comente y compartamos sus reflexiones
en un próximo número de Ritos de Ilación.
Continuará...
ue.eim.ucv@gmail.com
Año IV / Nº CIII / 11 de abril del 2016
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