Edgardo Malaver
Lárez
Una de
nuestras lectoras, Joana Do Rego, nos escribe desde Venezuela. Muchas gracias, Joana,
por los saludos y por tenernos presentes.
Dice Joana
que le gustó una de las curiosidades lingüísticas a las que dedicamos el número
3 de Ritos de Ilación: la de la palabra más larga de todas las incluidas
en el Diccionario de la Real Academia Española, electroencefalografista,
y que pudo incluso utilizarla en una oración: “El electroencefalografista estará
ocupado hasta las tres”. Debe trabajar en una oficina. Despide su mensaje solicitando
más comentarios nuestros sobre esta y otras palabras particularmente largas.
Para responder
a esta lectora, iniciamos una paradójicamente breve investigación que nos dio varias
sorpresas. Por ejemplo, encontramos en la página 11 del diario Notitarde,
de Venezuela justamente, del 21 de enero de este año, una nota que habla de los
vocablos más largos del mundo. Dice que se lleva la palma la palabra lopadotemachoselachogaleokranioleipsanodrimhypotrimmatosilphioparaomelitokatakechymenokichlepikossyphophattoperisteralektryonoptekephalliokigklopeleiolagoiosiraiobaphetraganopterygon,
que, como se ve, contiene 182 letras. Es un término del “griego antiguo, que fue
inventado con fines humorísticos por el escritor Aristófanes, para designar una
comida ficticia”. Aristófanes vivió entre el 444 y el 385 antes de Cristo, pero
de haber vivido en el actual siglo y de haber escrito en español, probablemente
habría tenido que sustituir algunas k por c o por qu, algunas
ph por f, etc., con lo cual la dichosa palabra terminaría teniendo,
en nuestra lengua, apenas 177 caracteres. Bastante.
Notitarde
habla también de una palabra sueca que requiere 130 caracteres para escribirla.
En español,
a pesar de que existen (o por lo menos pueden construirse cuando se necesitan, gracias
a la composición o la derivación) palabras más largas que electroencefalografista,
pero lo que deseábamos destacar la semana pasada era que es ésta la más larga que
se encuentra en el diccionario; el español es un idioma, al parecer, mucho más sintético
que algunos otros. Otra palabra que parece estirarse mucho es nicenoconstantinopolitano,
de 25 letras, que no ha aparecido nunca en ninguna edición del diccionario de la
Academia a pesar de pertenecer al ámbito religioso —el credo católico se llama así
desde el año 381—. También es posible componer: otorrinolaringológicamente y contra-rrevolucionariamente,
de 26; electroencefalográficamente, de 27, e incluso anticonstitucionalísimamente, ¡de 28!
Este parece
ser el máximo de longitud en español. Un profesor de morfosintaxis, sin embargo,
se daría banquete “desarmando” esta palabra en sus numerosos componentes y demostraría
que la lengua española es capaz, así, de concentrar una inmensa variedad semántica
en formas léxicas verdaderamente reducidas.
Hemos
encontrado, a pesar de todo esto, la exageración de las exageraciones en español:
pentaquismiriohexaquiskiliotetracosiopentaquismiriohexaquiskilotetracosiohexacontapentagonal.
Si estuviera en el diccionario, diría: ‘perteneciente o relativo al polígono de
56.645 lados’. Noventa y dos caracteres apenas, ¡en singular!
emalaver@gmail.com
Año I / Nº IV / 22 de abril del 2013
Quienes deseen leer el texto de 'Notitarde' mencionado en este comentario pueden hacerlo en http://www.notitarde.com/Seccion/La-palabra-mas-larga-del-mundo-cuenta-con-182-letras-seguida-por-otra-de-130/2013/01/21/161198. Curiosamente (y congruentemente), el título de esa nota es particularmente largo para un periódico: "La palabra más larga del mundo cuenta con 182 letras, seguida por otra de 130".
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