Luis Roberts
Salona,
Croacia, con las ruinas del antiguo anfiteatro romano
Volvemos.
Pasamos a la literatura.
Una de las mejores, si no
la mejor, escritora inglesa del siglo XX, Rebecca West, es la autora de un
monumento histórico-cultural y viajero: “Cordero negro y halcón gris”. Dos
volúmenes de 800 y 700 páginas donde disecciona con una profundidad y una
belleza exquisita los Balcanes en 1937. Uno, que ha conocido de cerca un
poquito de lo que Rebecca recorrió, entiende por qué los croatas son tan
admirables y despreciables al mismo tiempo, igual que los serbios, casi. Como
Roma sojuzgaba y despreciaba a Iliria, la antigua Dalmacia, donde Diocleciano
decidió morir y ser enterrado, y como Europa esclavizó, utilizó, dividió e
ignoró a Dalmacia, Serbia, Moldavia, Montenegro, etc., presas de los turcos,
los venecianos, los austríacos y los húngaros, hasta llegar a ser Yugoslavia,
los eslavos del sur, igual que pocos años más tarde abandonarían a España en
manos de una dictadura criminal.
Pero lo nuestro son las
palabras y hasta ahora me he encontrado con un par de ellas a resaltar. Una,
casi fósil, sobre todo para los urbanitas: collalba, para la RAE: “mazo
de madera con el cual los jardineros desmenuzan los terrones”. Reconozco que es
posible que no la volvamos a encontrar, ni falta que nos hace.
La segunda, por ahora, es
más jacarandosa: hidrópico, que para la RAE es “insaciable, ávido voraz
y sediento en exceso”. Esta sí la pueden utilizar y a menudo: “No seas
hidrópico, chico”, y esperar a ver la cara de perplejidad del aludido.
No quiero terminar, por
ahora, las citas a Rebecca West sin transcribir, sic, un párrafo que me parece
de una belleza total y que, palabras, al fin y al cabo, la semántica y las
palabras nos describen algo maravilloso por lo duro y lo exacto. El contexto es
que el grupo de turistas se refugian de un diluvio en una casita museo en
Salona, cerca, muy cerca de Split, donde coinciden con unas monjas y unas
colegialas que se habían refugiado igualmente, y Rebecca especula sobre lo que
las monjas estarían diciendo a las niñas, a saber: “Desconfiad de los engaños
de quienes tratan de enamorar”, a lo que Rebecca puntualiza: “...recordad que
la mente del hombre es en conjunto mucho menos tortuosa cuando se dedica al
amor que en cualquier otro momento. Es cuando habla de gobiernos y ejércitos
cuando dice extrañas y peligrosas tonterías para complacer a los fantasmas que
habitan su propia alma”. Que nadie se dé por aludido... por lo del amor, digo.
luisroberts@gmail.com
Año
XII / N° CDLXXIX / 23 de septiembre del 2024
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