Cartel
en una panadería artesanal. Foto del autor
Hace algunos años, un alumno me
preguntó al final de la clase: “¿Cómo hacían ustedes los traductores antes de
que existiera Internet?”. Yo le contesté: “¿Cuántos de ustedes saben dónde está
la Biblioteca Nacional en Caracas?”. Sólo un par de alumnos de una muy
concurrida clase levantó la mano. Proseguí: “Pues pasábamos horas ahí
consultando, investigando”. Hoy “a golpe de un clic” tenemos la consulta
resuelta. O eso parecía. Por eso siempre decía, y digo, a mis alumnos que para
ser un buen traductor se necesitan tres condiciones principalmente: 1. conocer
muy bien tu idioma; 2. usar la cabeza (si hay algo en ella utilizable al
respecto), y 3. consultar con el amigo, “el pana” Google.
Hoy el 92 por ciento del
total de las consultas en la red se hacen por Google, que el 14 de mayo ha
anunciado que incorpora la inteligencia artificial a su buscador. La IA está
acabando con los traductores y con esta medida de Google va a dificultar
bastante más la consulta. Google pretende “monetizar” las búsquedas, es decir,
aumentar los beneficios para sus accionistas, por eso cuando haces una consulta
cualquiera, con un poco de suerte tienes que esperar a la segunda página para
que te indique algo parecido a lo que buscas, pues en la primera todo, o casi
todo, es publicidad, con Amazon a la cabeza, eso sí, aunque busques “cómo es el
impacto del cambio climático en la Antártida”, por ejemplo.
Parece ser que hay un
truco para evitarlo en las búsquedas tecnológicas y es añadir a la URL la línea
de código “&udm=14”; y otro más, añadir “before 2023”. Suerte.
Todos conocemos la
maravillosa capacidad del idioma inglés para convertir en verbo cualquier
sustantivo. Pues bien, para esta deriva de Internet el escritor y activista
canadiense Cory Doctorow se inventó en 2022 el sustantivo enshittification,
y su equivalente verbal, enshittify, de shit (mierda), que la
American Dialect Society, que recoge el léxico usado en Estados Unidos desde
1889, eligió en 2023 como la palabra del año. Todavía no hay traducción al
español, pero la duda está entre “enmierdamiento” o “mierdificación”.
Hace unos días, ya con la
bendita IA funcionando, se preguntó a Google “cuántas piedras debíamos comer al
día”. La respuesta del buscador fue que “al menos una de tamaño pequeño para
mejorar la salud digestiva y aportar minerales como el calcio y el magnesio”.
La referencia académica de tamaño dislate era nada menos que un trabajo de un
equipo de geólogos de la Universidad de Berkeley. La realidad era que la IA
había copiado un artículo de The Onion, un periódico satírico muy
popular en Estados Unidos, como nuestro Chigüire Bipolar.
La publicidad “monetiza”
rápidamente, pues vivimos lo que se está llamando “la cultura de la dopamina”:
satisfacción instantánea, compulsión de rapidez adictiva, contestar ya, comprar
ya, empatarse ya, información muy limitada, pero rápida, etc. Eso nos lleva al
otro gran problema, el de las redes sociales, la otra cara, y esta aún más fea,
de Internet, donde un limpiador de piscinas tiene 15 millones de seguidores en Tik-Tok,
con más de 400 millones de likes (eso es lo que monetiza), o donde un
loco de atar telegrammer, funda un partido llamado “Se acabó la fiesta”,
para presentarse en España en las elecciones europeas y obtiene tres escaños
gracias a los 800.000 votos de unos descerebrados cabezas rapadas, por fuera y
por dentro. Pero lo de las redes sociales da para otro artículo, así que
terminemos con Google y con una frase que no es mía, sino de César Astudillo:
“Si es gratis, entonces el producto eres tú”.
luisroberts@gmail.com
Año XII / N° CDLXVI / 24 de junio del 2024
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