Laura Jaramillo
En 1928, antes de la desaparición de
su hijo mayor,
Charles Lindbergh aterrizó en
Venezuela
|
A propósito de la Copa Confederaciones
Rusia 2017
Como venezolanos, y creo que hasta como
latinoamericanos, llevamos en nuestro ADN un magnífico sentido del humor. Una
muestra es la capacidad que tenemos para ponerle un apodo a alguien. Cuando
observamos las características de una cosa, inmediatamente las asociamos con la
persona que conocemos. Y se vuelve tan importante el apodo, que este llega a
abstraer el nombre y el apellido, tanto que nadie los recuerda, solo sobrevive
el apodo. ¿O es que ustedes se acuerdan, sin guglear, cómo se llamaba el ‘Picure’?
El apodo viene de la actitud de la
persona, quizás de alguna habilidad, de su forma de hablar o de caminar. A mi
papá le decían ‘Caribe’, y si mi mamá no se avispa, hoy en día me estarían
llamando en los bajos fondos la ‘Caribita’, porque obviamente la ‘Cariba’ era
mi mamá. No sé por qué el apodo, pero imagino que era por el carácter fuerte,
porque cuando se molestaba casi se comía al mundo (creo que al final del cuento
sí soy ‘Caribita’). A mi primo le dicen el ‘Mudo’ porque cuando era pequeño no
hablaba, ahora habla hasta por los codos; y así se quedó, en el pueblo no lo
conocen por Antonio, sino por el ‘Mudo’.
Me encanta ver fútbol; y es curioso
escuchar que durante estos juegos los comentaristas no siempre nombran a los
jugadores por sus nombres, sino por sus sobrenombres o apodos (o motes como
dirían los cuates). En 90 minutos es posible escuchar cosas como el ‘Cebolla’
Rodríguez, el ‘Loco’ Abreu, el ‘Apache’ Tévez, ‘Chicharito’ Hernández, hijo del
‘Chícharo’, el ‘Pipita’ Higuaín, hijo del ‘Pipa’,
el ‘Mago’ Valdivia, el ‘Káiser’ Márquez, la ‘Pulga’ Messi, el ‘Pájaro’ Vera, el
‘Tigre’ Falcao, el ‘Rey’ Arturo y
hasta un ‘Pelusa’ jugó fútbol.
El beisbol tampoco se escapa de esta
maña ‘apodística’ (soy tiburona y pitiyanqui, por cierto). Aquí podemos
escuchar, no en 90 minutos sino hasta que el cuerpo aguante, cosas como el ‘Panda’
Sandoval, el ‘Gato’ Galarraga, ‘Big Papi’ Ortiz, el ‘Matatán’ Alfonso
(expresión dominicana), el ‘Buitre’ Regan, el ‘Comedulce’ Abreu, la ‘Pared Negra’
Pérez, el ‘Hacha’ Castillo, el ‘Rey’ Hernández y hasta un ‘Bambino’ estuvo por
el diamante.
En el común, en el día a día, hay gente
que parece piña bajo el brazo, hay
gente pata e loro, hay gente vampira o sanguijuela, hay hijos de
Lindbergh, hay caimanes y caimanas, hay radio bemba o radio pasillo,
y hasta el infinito.
Mi vecina, la que ustedes ya conocen,
es la ‘Cuchona’ o a veces ‘Fufurufa’, mi mamá ya saben que es la ‘Cucha’, pero
ahora es ‘Cara e Molleja’ (cortesía de una novela) y yo ahora soy ‘Cara e Bostezo’
(cortesía de la misma novela). De todos los sobrenombres que me han puesto en
mi vida, este es el más acertado, porque como buena pisciana me encanta dormir;
yo escribo y hablo dormida, y lo mejor es que no se me nota, la mejor habilidad
que tengo.
Y a ti, ¿cómo te llaman?
laurajaramilloreal@gmail.com
Año V / N° CLIX
/ 3 de julio del 2017
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