Camila
Guette
“Me he caído”. Esa frase quedó grabada
en mi memoria desde la primera vez que vi la versión doblada al español de
España de la tercera película de la saga de Harry
Potter hace unos cuantos años. Inmediatamente pensé que yo también me he
caído unas cuantas veces, pero si desde el momento en el que me caí hasta que
me levanté solo han transcurrido unos cuantos segundos digo: “Me caí”. ¿Cómo es que el pretérito perfecto se nos
presenta como algo más que imperfecto? Cuando aprendí francés vi que también
usaban algo parecido, el passé composé:
je suis tombé, y que en alemán usaban
el Perfekt: ich bin hingefallen. Entonces dije: ¿será que este fenómeno solo se
da en Europa? Pero resulta que no, pues en varias regiones de las Américas
también se utiliza el pasado perfecto y en países francófonos del Caribe
igualmente utilizan el passé composé
en francés (pero eso obedece a que desde hace mucho tiempo el pasado simple
quedó consagrado al lenguaje escrito).
Para
los españoles, el pretérito perfecto a veces se refiere también a una situación
no concluida, por ejemplo: “Siempre lo he creído un inútil”. En este caso, el
adverbio de tiempo “siempre” nos deja claro que no se trata de una acción fugaz.
Es evidente que con algunas lenguas primero fue el huevo y luego la gallina
(que no es el caso de los lenguajes artificiales de las computadoras, pero sí
de otras lenguas previamente creadas como es el caso del esperanto o hasta el
élfico de Tolkien, cuyo fracaso tal vez se deba a que son prescriptivas, o
quizá imaginarias).
Y
es que la manera en que se clasifican los lenguajes, como en el caso de la
música, es descriptiva. El lenguaje musical es casi matemático, lógico y complejo,
pero no por eso dejó de sonar en las cavernas, y no creo que encuentren en la
cueva de Altamira alguna clave de sol en la pared. Quizá la respuesta a por qué
el pretérito perfecto no es tan perfecto es que estas clasificaciones intentan
crear una taxonomía que englobe la mayor cantidad de fenómenos y los
simplifique para que otros podamos entender las lenguas, estudiarlas y algunos
aprenderlas.
La
lengua está hecha a imagen y semejanza del hombre, conserva su inteligencia y
sus desaciertos, su irracionalidad y su ilustración. En pocas palabras, está
impregnada de su imperfección. Así que si se han caído o se cayeron, recuerden
que un adverbio siempre marcará la diferencia.
camila.guette@gmail.com
Año III / Nº LXIV / 6 de julio del 2015
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