jueves, 8 de octubre de 2020

El encargo: “Habla específicamente de traducción” [CCCXXI]

Elizabeth G. Cornejo




D.H. Lawrence (1885-1930) tuvo que responder a los que se sintieron ofendidos por su obra más célebre



De muchos es sabido que mi carrera original es el diseño gráfico y que estudié traducción por razones meramente románticas. Una de ellas, y tal vez la más poderosa, era aquella de leer un libro en su versión original y no tener que pasar por el filtro que puede suponer leer su “traducción”.

Ciertamente, los traductores, como buenos prestadores de servicio que somos, no podemos olvidarnos de que el cliente nos hace un encargo y que de acuerdo con ese encargo u objetivo —¿recuerdan aquello de la teoría del skopos?[1]—, tomaremos decisiones que afectarán el texto término de una forma u otra. Sin embargo, hablando específicamente de la traducción literaria, cabe preguntarse: ¿debería haber un encargo?, ¿no sería suficiente con que aplicáramos la teoría del sentido y, si es posible, respetáramos la forma al momento de hacer la traducción?

Cuando estudiamos traducción y nos paseamos un poquito por la historia de la misma sale a relucir un hecho interesante, la traducción literaria sí se ha visto afectada, y en algunos casos mucho, por eso que llamamos “el encargo”.

Por ejemplo, en antiguos regímenes totalitarios —y nos atrevemos a decir que en muchos actuales— cuando algún libro debía ser traducido, el traductor no solo se veía obligado a omitir fragmentos o frases que pudieran comprometer, o poner en entredicho, los lineamientos sociopolíticos del momento, sino que muchas veces estos fragmentos eran sutilmente modificados para que se adaptaran a la ideología de turno. El sexo era ocultado con frases románticas o tras sugestivas imágenes que esbozaban su presencia. La denuncia era disfrazada, y hasta omitida, para evitar que los lectores pudieran cuestionar o comparar aquello que leían con su entorno inmediato —no olvidemos que la literatura, de una forma u otra, nos permite conocer muchos de los constructos sociales, psicológicos, políticos y etc. de su lugar de origen—. También las editoriales, que por razones éticas no pueden publicar el mismo libro en momentos similares, terminan pidiéndole al traductor que haga los cambios necesarios para que su traducción sea diferente de la otra y así, excusarse detrás del hecho de que los textos son disímiles...

La traducción no es fácil y tonto aquel que piense que es algo tan simple como leer un texto o escuchar una frase en otro idioma, para luego expresarlo o transcribirlo de forma que sea comprensible en la lengua de llegada. La traducción es casi un arte, tan comprometido o más que la labor del creador original. 

Para comprender la magnitud de tal compromiso solo hay que imaginarse que el traductor escriba una palabra —una solita— que logre alterar el significado, el sentido y hasta la intención del autor... eso... eso no solo sería otro texto, sino que dejaría muy mal parados a todos aquellos que nos han allanado el camino para darnos la importancia que hemos ganado como intermediarios culturales, sin mencionar los disparates que pueden surgir de allí. 

Yo, por ejemplo, tengo una historia que me resulta muy divertida. Siendo muy joven leí El amante de Lady Chatterley creyendo que era una novela “romántica”, ya saben, una clásica historia de amor con un final feliz. Cuando crecí un poquito, en algún punto me enteré de que era una novela “erótica”, y me volví a leer el libro... ¿Erótica?, ¿en serio?

Más mayorcita y con un sentido crítico más amplio, descubrí que más que erótica, la novela era una fuerte crítica a la sociedad del momento. Por supuesto, eso después de leerme el librito una tercera vez.

Siguió pasando el tiempo, estudié traducción y al fin lo comprendí todo… Sobra decir que volví a leer la novela, la comparé con su original en inglés y, adivinen qué: la mía era una traducción muy viejita, realizada en plena España franquista y en la que el traductor hizo alarde de una timidez extraordinaria... Siempre sonrío al imaginarme a ese pobre hombre “reexpresando” todo aquello que decía el texto original...


egc.designers@gmail.com



[1] Sí, esa que dice que toda traducción tiene un objetivo específico dentro de una cultura determinada.




Año VIII / N° CCCXXI / 8 de octubre del 2020


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