Sara Cecilia Pacheco
Nunca
falta entre los hablantes aquel que quiera jactarse de hablar mejor que los
otros. Sienten, supongo, un placer elevado de manejar un léxico aparentemente
superior al de los demás. Supongo también que son benevolentes al querer
cambiar a los demás (pequeños hablantes inferiores) y decir que las cosas se
dicen como ellos las dicen y punto.
Y
en su afán por cambiar el mundo (al menos el de la lengua), predican cambios a
veces irritantes, a veces risibles. Tal es el caso del pobre verbo poner, recién dejado en vergüenza.
Resulta que el gran error de la vida de este verbo, que desde siempre ha sido
uno de los predilectos de los hablantes (me imagino que por su tamaño), fue
caer en el campo semántico de la cría, y de paso con las gallinas. Esos
animalejos inquietos que te pueden mirar mal como a la sal, se han dedicado
desde siempre (o al menos desde que la primera gallina lo hizo, si es que fue
primero la gallina y no su hijo) a PONER huevos.
Y ese fue el error del verbo en cuestión.
Ahora
los seres humanos, seres superiores, claro está, no pueden rebajarse a poner. Y así cada vez hay más gente que
te corrige si dices: “Mira, te puse las copias en el escritorio”, y te diga: “Las
que ponen son las gallinas”. Y de ahí empiezan unos y otros a autocorregirse y a
dejar de decir poner y en su lugar
dicen colocar que, es cierto, en
determinados contextos pueden ser sinónimos pero en muchos no. Ya he oído
estudiantes universitarios decirme: “Es que me coloqué a estudiar fue en la
noche”... Y hubo una vez que un niño
que me dijo: “Me coloqué bravo…”. Un día una reportera de Televén concluyó su
nota diciendo: “...y piden a las autoridades que se coloquen en los zapatos del
otro”. Y la gota que derramó el vaso es un sacerdote que en misa dice: “Pueden
colocarse de pie”.
No
solo colocar no es sinónimo de poner en estos casos sino que su uso transgrede
locuciones verbales, y todo esto solo porque cuando hablamos del nacimiento de
los pobres pollitos también usamos el verbo poner.
¿Cuál será el resentimiento en contra de las gallinas? ¿Y si ahora las gallinas colocaran los huevos? Entonces, ¿salvarían
del infierno al pobre poner? Habría
que contarles a estos a hablantes que poner
no hizo nada malo para ser usado como acto de dar vida a los pollos sino que
sufre de polisemia.
Por
otro lado me pregunto si estos hablantes superiores ya habrán cambiado tooodas las frases donde usamos el verbo
poner. Me pregunto si ellos cantarán:
“Yo lo que quiero es colocarte a ti...
Yo lo que quiero es colocarte a ti...”;
le dirán a una amiga: “Colócate
bonita para la fiesta”, y les dirán a sus hijos: “¡Colócate las pilas!”.
sarace.pacheco@gmail.com
Año II / N° XXXII / 24 de noviembre del 2014
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