Edgardo Malaver Lárez
Ya sabemos que la capital de Venezuela no ha sido siempre
Santiago de León de Caracas. Santa Ana de Coro, la actual ciudad de Coro,
estado Falcón, fue, desde que Juan Martín de Ampíes la fundó el día de la
patrona de 1527 —vaya manera de poner nombre a las ciudades que uno va fundando
por ahí—, la primera capital de la Provincia de Venezuela. La segunda fue El
Tocuyo, estado Lara, a partir de 1545, cuando la fundó Juan de Carvajal. En
1577, finalmente, Caracas, fundada por Diego de Losada diez años antes, se
convirtió en la definitiva capital de la capitanía general primero, luego del
departamento de la Gran Colombia y más tarde de la república independiente. Sin
embargo, durante la Guerra de Independencia, la capital se mudó
provisionalmente varias veces: a Valencia, estado Carabobo, en 1812; a Maracay,
estado Aragua, en ese mismo año, en 1830 y en 1858; a Angostura (hoy Ciudad
Bolívar), estado Bolívar, desde 1819 hasta 1821.
Todas estas mudanzas han sido ocasionadas por conflictos políticos. Lo que pasa
en el estado Sucre es diferente. La tradición oral indica que en Sucre, a
partir de algún momento —habrá que seguir investigando el fenómeno para saber
cuándo—, se dice que los habitantes de Carúpano aspiran a que su ciudad se
convierta en la capital del estado. Se dice en estados vecinos también, y
probablemente se deba al rápido crecimiento que experimentó Carúpano en varios
momentos de su historia, por su ubicación más accesible desde el mar, por sus
bellezas naturales y culturales o por una suma de estos y otros factores. Lo
cierto es que donde más se resiente esta aspiración es, naturalmente, en la
ciudad de Cumaná, la capital del estado. Llamada, con razón o sin ella, la
primogénita del continente americano, Cumaná fue fundada en 1521, aunque existen
registros de la presencia de franciscanos en el lugar desde al menos 1515. Los
cumaneses tienen multitud de argumentos, históricos, culturales, políticos,
etc., para defender su capitalidad, pero los carupaneros no les van a la zaga.
La “disputa”, que quizá pertenezca más a la historia anecdótica de los pueblos
que a la realidad histórica documentada, es harto conocida en los estados
vecinos de Sucre.
Así, cuando en la zona nordoriental de Venezuela, y quizá más allá, alguien se
pone exigente o hace una petición excesiva o pretende lograr, sin tener méritos
aparentes para ello, algo que va más allá de lo razonable, se le responde, como
probablemente se hacía en Cumaná en los primeros días del supuesto reclamo
carupanero: “Estás pidiendo más que Carúpano”.
Parece que la expresión ha sido adoptada en otros estados y adaptada a sus
propias diferencias geopolíticas. Hay que investigar más, pero aparecen voces
en Internet que afirman que también en Maracaibo utilizan la expresión con
respecto a Cabimas. En Nueva Esparta podrían utilizarla los de La Asunción con
respecto a Porlamar —no lo he oído nunca— y quizá en Anzoátegui los de
Barcelona con respecto a Puerto La Cruz. Sea o no así, queda claro que la sabiduría
popular se mantiene, a diferencia de la capital de Venezuela, sin
mudanza en la mente de muchos venezolanos ni en el territorio en que se use,
puesto que pedir más que Carúpano conserva su sabor
primigenio, como el de Cumaná, suficiente para expresar una realidad concreta,
dígase donde se diga.
emalaver@gmail.com
Año II / Nº XXI /
8 de septiembre del 2014
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