lunes, 17 de diciembre de 2018

Los Reyes Magos: un cuento de Navidad [CCXXXIX]

Luis Roberts


Cualquiera que pueda vincular la destrucción de Troya
con la fundación de Roma tiene que ser... Eneas



         Llevo tiempo informándome del curioso, y a veces hasta divertido, origen de dichos, frases, del idiolecto venezolano, culturemas hoy ya incorporados al habla olvidando su origen, tales como dar la cola, bajarse de la mula, etc., y palabras resultantes de la deformación fonética de otros idiomas, principalmente del inglés, como echarle pichón, cachifa, cotufa, seibó, macundales, corotos, echarse un camarón, musiú, etc. Sin embargo, me ha sido prácticamente imposible averiguar de dónde viene la expresión lo que viene es eneas, más allá de la lacónica explicación encontrada en Internet de que es equivalente a ‘lo que viene es serio’, con esa nefasta identificación, que debemos a la jerga médica, de lo serio con lo grave.
         Evidentemente no tiene nada que ver con Eneas, el mítico héroe troyano, protagonista de la Eneida, por lo que sólo nos queda la posibilidad de que su origen sea la palabra enea o espadaña, la única existente en el DRAE, que es una planta acuática, también llamada tifa y que crece en los humedales. Una vez más, voy a lanzar mi imaginación a volar, no sin antes pedir a quien esté más y mejor informado que yo al respecto, que me haga aterrizar. La enea es una planta colonizadora que en condiciones favorables puede ser muy invasora, acabando con la pesca e incluso con la salubridad del agua; eso explicaría su uso, el de la expresión, en algunas zonas cuya alimentación dependa de la pesca, y cuya proliferación puede ser catastrófica, y, al parecer, donde más se usa es en el oriente venezolano en zonas de parecidas características. Las hojas de la enea son utilizadas en ciertos lugares como mechas para las lámparas de aceite, por lo que la frase en cuestión entraría de lleno en el mismo campo semántico de lo que viene es candela, equivalente y, al parecer más usada y conocida, al menos por mis jóvenes alumnos.
         Esto viene a cuento, del cuento de Navidad (redundancia voluntaria) que me han contado. A pesar de la absoluta preponderancia de San Nicolás, Santa Klaus, Santa o Papá Noel, que a los efectos es el mismo personaje escandinavo, la católica Venezuela sigue celebrando el 6 de enero la festividad de los Reyes Magos, claro que más con ocio que con regalos. Parece que este año, dadas las circunstancias, han renunciado a venir en sus camellos, no vaya a ser que se los coman como hicieron con las fieras del safari de Valencia, o con el caballo de la Escuela de Veterinaria de la UCV de Maracay, por lo que vendrán en una perrera, así que se calcula que llegarán con algún retraso, concretamente el 10 o el 11 de enero. No traerán comida, algo que los niños, aquí y ahora, desean más que los juguetes, pues no pasaría de la primera alcabala; ni hablar del oro, incienso y mirra, que no sólo sería incautado sino que podría dar con sus mágicos huesos en la cárcel, así que lo que traerán es sencillamente eneas. Lo que viene, pues, es eneas.

luisroberts@gmail.com



Año VI / N° CCXXXIX / 17 de diciembre del 2018




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