lunes, 14 de agosto de 2023

La DEA [CDXXX]

Luis Roberts

 

 

Estoy dispuesto a admitir... la DEA.
Adriano, emperador

 

 

 

         “Yo he administrado mi imperio en latín; mi epitafio será inscrito en latín sobre los muros de mi mausoleo a orillas del Tíber; pero he pensado y vivido en griego”. Esta frase es de Adriano, o Marguerite  Yourcenar se la hace decir a Adriano. Las lenguas las hacen los hablantes, pero su nivel cultural las moldea. El latín fue la madre de las lenguas de Hispania, Galia, Roma, etc., pero los soldados de las legiones romanas: los galos, los dacios, los germanos, etc., impusieron otro latín menos culto, más imperfecto, más popular, que dio origen a otras lenguas paralelas, otros registros que diríamos hoy.

         El castellano, francés, italiano cultos lo esgrimían con poética perfección los intelectuales y escritores, mientras el pueblo usaba otro léxico, incluso otra sintaxis. A veces el habla popular se imponía tanto que hasta obligó al idioma, a nuestros idiomas, a abandonar las declinaciones. Tanta fuerza tiene la lengua popular que, a veces, sale de las cárceles, como conté en mi artículo “El yensi”.

         La mayoría de las palabras cultas, algunas lamentablemente, desaparecen, se hacen anacrónicas pasan al thesaurus de la lengua. Un jayán, (RAE dixit) es una persona de gran estatura, robusta y de mucha fuerza. ¿Quién usa hoy esa palabra? Nadie. En Venezuela nos encontramos con sinónimos, o casi, como papeado, yuca, rallado, cuadrao, chiquiluqui, etc. ¿Quién usa la palabra coulrofobia? Nadie. Es el miedo a los payasos, que produce ansiedad, temblores, taquicardia, dificultad respiratoria, etc. Algunos pocos (tampoco lo ven tantos) sienten ese síndrome viendo el nuevo programa de televisión del innombrable (y no es un cambur precisamente). Otros al verlo sienten arrechera, en la acepción venezolana, no en la colombiana, que es la originaria castellana (tal vez alguno aún la sienta colombianamente, siempre hay fanáticos empedernidos).

         Todo este introito viene a cuento de una maravilla de acrónimo metafórico que aprendí ayer hablando vía Skype con una entrañable amiga, exiliada también, procedente del barrio caraqueño de El Limón, en la carretera vieja de La Guaira. Me comentaba lo mal que estaba la situación, tanto que una vecina suya se había tenido que dedicar a trabajar con la DEA. Ante mi sorpresa, no tuvo más remedio que aclararme que se refería a “la de abajo”. “Estoy pronto a admitir en principio que la prostitución puede ser un arte como el masaje o el peinado...”. Adriano. Marguerite Yourcenar.

 

luisroberts@gmail.com

 

 

 

Año XI / N° CDXXX / 14 de agosto del 2023