lunes, 30 de mayo de 2016

Pleonasmos [CX]

Laura Jaramillo


The Talking Magpies (1946), también llamados
Tuco y Tico o, mejor, Las Urracas Parlanchinas



A propósito de un rito de Leonardo Laverde
(Estamos pagos)

         A veces trato de no escuchar a mi alrededor; me pongo unas gríngolas... pero en los oídos, para pasar inadvertida por los pasillos de la vida. Pero sucede algo como cósmico (lo normal en mí), pues por doquier escucho hasta lo inimaginable. Hago este intro, pues ‘sin querer queriendo’, mi vecina me comenta que su vecina habla más que urraca parlanchina.
         Analizando, luego de parar de reír, me doy ‘de’ cuenta que la urraca parlanchina es un extraordinario pleonasmo, y, además, vinieron a mi memoria dos ritos, uno del colega Leonardo y el otro que escribí tiempito atrás.
         Según el DRAE, pleonasmo es una figura de construcción “que consiste en emplear en la oración uno o más vocablos innecesarios para que tenga sentido completo, pero con los cuales se añade expresividad a lo dicho”, y nos da como ejemplo lo vi con mis propios ojos.
         Sin darnos cuenta, hemos plastificado expresiones de este tipo, las cuales usamos a diestra y siniestra, como cita previa, período de tiempo, más mejor, etc. Existen también otros ejemplos, muy comunes entre el habla popular de los venezolanos, aunque, a diferencia de los ejemplos anteriores, algunos de estos son más usados por su jocosidad:

ü Una chiva bien pelúa (chiva como significado de barba)
ü Subir pa’rriba
ü Bajar pa’bajo
ü Par de dos
ü Una mentira bien mentirosa
ü Viendo a ver
ü Mujer femenina
ü Salir pa’fuera
ü Las mata bien muertas (famoso eslogan de un comercial de insecticida)
ü Suyo de usted
ü Me dije a mí misma
ü Millonario con plata (cortesía de Cástor Carmona)
ü Cualquier cosa que se me ocurra inventar
ü La verdad verdadera
ü Un ojo de la cara 

         El mismo diccionario agrega también una segunda acepción, la “redundancia viciosa de palabras”. Estoy de acuerdo en que en algunos casos es un vicio, como resalta el colega Leonardo, pero pareciera que tiene más peso el hecho de ser un “recurso estilístico para añadir expresividad”, o sea, una figura retórica, nada más y nada menos, pues. Solo por este hecho, el pleonasmo puede, quizás, no considerarse una anomalía, recordemos que la retórica es un arte.
         Además, y como siempre, el contexto será el encargado de hacernos descifrar cuándo el pleonasmo es anomalía o vicio y cuándo es una expresión retórica. En mi caso, siempre lo hago también ‘intencionalmente’; así que sigamos viendo con nuestras propias paraparas y escuchando con nuestras propias camataguas.

laurajaramilloreal@yhaoo.com






Año IV / Nº CX / 30 de mayo del 2016

lunes, 23 de mayo de 2016

Hablando de los números y sus metáforas [CIX]

Laura Jaramillo



En tiempos idos, las retretas eran una constante en la plaza
Bolívar de Caracas (foto: C.E. Misle, 1964)



         Recuerdo que hace algunos años en la fiesta de graduación de mi prima, como de costumbre, a la mitad del bonche, y pa seguir con el bochinche, llegó un grupo musical bastante agradable en su son. Como lo normal, todos salimos a echar un pie. Era un son de antaño, como de los años 50. Cuando me dicen su nombre, me sonaba como a retrete, pero no, era retreta.
         Luego, con el tiempo, me reencontré con la palabra, lástima que no fue con el grupo, pero con un significado bastante singular, al menos no la había escuchado antes: en el banco había una retreta e gente. Cuando pregunto qué es eso, me dicen: chacha, que el banco estaba cundío e gente. Ahí sí me cayó la locha, porque cundío sí la conozco sobradamente, pues acostumbro decir, cuando me preguntan cómo estaba el metro, que estaba cundío o hasta los tequeteques.
         Según el DRAE, retreta proviene del francés retraite y tiene las siguientes definiciones:

1. f. Toque militar que se usa para ordenar retirada o para que la tropa se recoja por la noche en el cuartel. 2. f. Fiesta nocturna en la que las tropas de diferentes armas recorrían las calles con faroles, antorchas, músicas y a veces carrozas con atributos varios. 3. f. C. Rica y Cuba. Función musical nocturna al aire libre, generalmente en parques y paseos. 4. f. Ven. Concierto que ofrece en las plazas públicas una banda militar o de cualquier otra institución.

         La idea principal de retreta es de multitud, de cantidad de algo en un lugar. Pero no es solamente retreta; rememorando el artículo del colega, hay autopistas de hombres, vergajazo de gente, mierdero de muebles (estas dos últimas tienen un aroma a Oriente y un gusto en su pronunciación), coñazo de cervezas, retahíla de frases, sarta de mentiras y ristra de groserías.
         Además de las mencionadas por el profe, también tenemos parranda: el examen tenía una parranda de preguntas; sarapanda: el mercado estaba rodeado de una sarapanda de bachaqueros. O el cardumen de gente. Cuando vemos a alguien bastante entraíto en años, decimos que tiene una pila de años encima. Recuerdo también a la mamá de una amiga decir que aquí hay chinos como arroz picao.
         En fin, tiene razón el profe Malaver, los usuarios de la lengua tienen la capacidad infinita de crear metáforas, en este caso numéricas, las cuales son supremamente geniales y asombrosas.

laurajaramilloreal@yahoo.com






Año IV / N° CIX / 23 de mayo del 2016

lunes, 16 de mayo de 2016

El clímax del tórax de Pólux [CVIII]

Edgardo Malaver


La caza del unicornio (1596), de Jan van der Straet (1523-1605)



         ¿Cuántas palabras terminan con equis en español? Las 65 que pongo a continuación son apenas las que he logrado encontrar en el diccionario:

almoradux, anticlímax, ántrax, ápex, ax, bórax, box, burofax, carcax, cefalotórax, cérvix, clímax, cóccix, códex, córtex, coxcox, decitex, dix, dúplex, dux, escólex, ex, fax, Félix, fénix, flux, fórnix, gambax, gambox, gambux, hápax, hélix, hemotórax, hidrotórax, índex, kilotex, látex, lux, mesotórax, metatórax, moradux, nártex, neumotórax, ónix, opopánax, ox, patax, pólex, Pólux, protórax, réflex, relax, saxafrax, sílex, sioux, támpax, telefax, télex, tex, tórax, tríplex, trox, túrmix, unisex, x.

No nos damos mucha cuenta, pero algunas de ellas son de lo más frecuentes.
         El dato que parece inverosímil —muchos de mis alumnos creerían antes en la existencia de los unicornios— es que esa equis a menudo equivale a una zeta. Cuando me encuentro ante esta falta de fe, mi catecismo siempre es la evidencia que ofrecen las palabras mismas, por lo menos su ortografía y etimología. ¿No está más bien claro que la palabra corteza deriva de cortex, que luz proviene de lux, que feliz desciende de felix?
         También se observa el fenómeno en palabras tan conocidas como cervical, descendiente de cérvix; torácico y su parentesco con tórax; índice, que es familia de índex. Y hay un grupo, menos popular pero muy coherente: ápice, de ápex; códice, de códex; hélice, de hélix. Llegados a este punto, nacen las dudas. ¿Cómo que equis es equivalente a zeta, si lo que aparece es una ce?, preguntan muchos. ¿Y acaso no es toda ce, en realidad, una zeta seguida de e o de i? La propia palabra zeta puede, y debería, escribirse ceta.
         Otra evidencia relativamente confiable es que el plural de muchas de ellas se construye como el de las que terminan con zeta: con ce. Los ejemplos fáciles de reconocer en la lista son tóraces, fluces, felices. A pesar de esto, en realidad, es un grupo muy poco uniforme. La palabra tez, por ejemplo, no se relaciona, como podría pensarse, con tex, que pertenece al ámbito textil (al textual no).
         Aunque sea, etimológicamente, un grupo muy heterogéneo, puede observarse también que en algunos casos, además de la palabra terminada en equis, existen en español formas quizá más contemporáneas de esas mismas palabras, que se escriben con jota. Son los casos de cárcax, que proviene del árabe y también se escribe carcaj; dix, forma castellana antigua de la actual dije; flux, del francés, que ha derivado en flujo; réflex, perteneciente al campo de la fotografía en inglés y que guarda relación con reflejo; relax, también del inglés, y antes del latín, que equivale a relajamiento.
         Como no puede faltar, el grupo incluye un miembro con talento para la comedia, al menos la de tipo stand-up: ex, un prefijo de origen latino que la economía de la lengua ha convertido en sustantivo (aquel que ha dejado de ser cónyuge de alguien). Si lo pluralizáramos como si terminara con zeta, casi todos olerían mal. ¿Qué diría Asterix?

emalaver@gmail.com





Año IV / N° CVIII / 16 de mayo del 2016

lunes, 9 de mayo de 2016

¡Qué sexy eres! [CVII]

Isabel Matos



“Una mezcla de Aure, Marce y Luisa”, respondió 
uno de los encuestados. Aquí, de derecha a izquierda


         La percepción, proyección y permanencia de la palabra sexy tiene tantas variantes como individuos en esta encuesta. Porque esto empezó como una pregunta dentro de un círculo bien íntimo de amigas. Y luego, movida por una mezcla de curiosidad y descaro, tal vez en partes iguales, empecé a preguntarles a mis amigos qué consideraban ellos ser sexy. Al principio trataban de evadir el tema, decían cosas como “Es difícil de definir”, “Es subjetivo”, “No lo había pensado”, etc. Luego de algunas palabras de aliento cada quien empezaba a dar su definición. Pero empecemos por una que a mi parecer se quedó corta, la básica, la del diccionario: el DRAE nos dice que es un adjetivo y sustantivo que se refiere al “atractivo físico y sexual”. Físico y sexual, es importante recordar esto, puede que nos lleve a otro rito.
         Las respuestas fueron tan coloridas, variopintas y creativas que merecen estar todas en este artículo. Pero, antes de presentar los hermosos resultados de esta investigación de campo permítanme reseñarles, de manera sucinta, parte del análisis:

·        Existen puntos en común entre las respuestas, pareciera que la mayoría está de acuerdo en que hay una combinación específica de actitud y atractivo físico que hace de alguien una persona sexy.
·        Casi todos dijeron que es un tema muy subjetivo, que lo que le parece atractivo a una persona puede desagradarle a otra. Así que los ingredientes de la receta son dos, lo suficientemente generales para abarcar todos los aspectos que alguien puede considerar sexy: cuerpo y mente.
·        Tener buen cuerpo, no es ser sexy. Hay personas que están en buena forma y no transmiten nada o, en las palabras exactas del encuestado, “son un huevo sin sal”.
·        Ser hermosa, guapo, linda o lindo y cuchi NO equivalen a ser sexy. En este punto de la conversación los encuestados se debatían para ver quién era más sexy: Mariángel Ruiz, Chayanne o Ricky Martin. Al final ganó Charlize Theron.

         Son muchas las conclusiones que podemos sacar con estas definiciones y para su deleite, amigo lector, aquí están algunos de los fragmentos más curiosos y divertidos de lo que cada quien respondió a la pregunta ¿Qué es ser sexy?:

“Es algo que se proyecta”; “Despertar los bajos instintos”; “Puede ser feíto pero con encanto”; “Que baile buenísimo”; “Ese no sé qué”; “También puedes ponerte sexy”; “Puede ir de la mano con estar bueno”; “Se refleja en cómo se quieren ver [las mujeres], pero no las define”; “Una mezcla de Aure, Marce y Luisa”; “El je ne sais quoi que te da cosquillas en el... estómago”; “Sentirse poderosa y bella”; “El calor es sexy”; “Sentirse bien, con un toque hedonista”; “Es seducción e inteligencia a través de la actitud y confianza”; “Es confianza, inteligencia y felicidad”; “No darse mucha bomba, darse su lugar”; “Me siento sexy cuando alguien me mira como a un helado de chocolate”; “Tiene que ser de ambas partes, del que es sexy y del que observa”; “Es pintarse la boca de rojo”.

         De esta tela hay mucho que cortar, pero ya será para otro Rito de Ilación. Y sí: tú eres sexy.


isabelmercedes@gmail.com





Año IV / N° CVII / 9 de mayo del 2016

lunes, 2 de mayo de 2016

Celebrando el español (II) [CVI]

Luisa Teresa Arenas Salas


Edición de Madrid Cómico dedicada 
a Melitón González




         Como les decía en la conclusión del rito anterior, una vez leído el poema “El idioma castellano”, espero que hayan captado su fino humor asociado a temas lingüísticos y que hayan reflexionado con base en las interrogantes propuestas para compartir así sus reflexiones con las mías.
         Primero, una aclaración (nobleza obliga): Rafael Escandón en su obra Curiosidades del idioma, de donde tomé el texto, no identificó al autor, lo que me llevó a inferir que el poema era anónimo. Sin embargo, nuestro curioso Edgardo Malaver encontró a su autor, Pablo Parellada y Molas (1855-1944), lo que ratifiqué en un blog denominado Palabras de Poeta. El álbum de poemas de Lemoniestar. Gracias a esto, yo rectifico y todos descubrimos al comediógrafo, humorista, periodista y dibujante español que utilizaba los seudónimos “Melitón González” y “Pancho Mendrugo” en sus obras.
         Ahora, la reflexión, en la que desharé las costuras al poema. ¿Es quijotesco?, me pregunté, y mi respuesta es afirmativa. El poema es quijotesco por su sabiduría lógica, pero (siempre hay un pero) la lengua no es lógica; es arbitraria, tal como la caracteriza Ferdinand de Saussure en su teoría del signo lingüístico. El poema especula sobre las regularidades e irregularidades propias de las lenguas naturales y, específicamente, de la hoy (23 de abril) mundialmente celebrada lengua española. El autor pretende arreglar sus irregularidades, propias de los niveles de análisis lingüístico, como por ejemplo la variedad de género (morfema gramatical) de los sustantivos y adjetivos regulares en español: “la hembra del cazo es caza / la de velo es una vela / la del correo / correa...”. ¿Qué diría el soberano al respecto? ¿Soberano profano? ¿Soberano experto?
         Es el usuario quien, con toda la majestad que le da la facultad natural del lenguaje, crea lengua; quien, sin pensarlo siquiera, establece la norma de uso de las palabras; quien, involuntariamente, produce los cambios y, a la vez, mantiene conservadoramente usos tradicionales. Los hablantes de una lengua crean voces nuevas (neologismos) poniendo en práctica los procesos de creación que establece el sistema (competencia morfológica), así como añadiendo nuevos significados a palabras ya existentes (competencia semántica). Ejemplo del primer caso son los padres que crean nuevos nombres para sus hijos a partir de sus propios nombres de pila. De Eduardo e Ível, unos amigos bautizaron a su hijo Edvel, aplicando procesos lingüísticos denominados composición por acortamiento (Ed-uardo) y aféresis (Í-vel), es decir, usaron mecanismos morfofonológicos de manera inconsciente. El segundo caso es la creación semántica por extensión metafórica, como ocurre en el mundo político venezolano actual: oligarca (cualquier indigente en este país puede considerarse oligarca), escuálido (no se necesita ser flaco, macilento para definirse como escuálido).
         Claro, después que el uso constante de una voz se impone, la Academia más la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) decreta, mediante investigación, su uso general en el español. La Real Academia Española, fundada en 1713, empezó con el lema criticado por Parellada en el poema: “cual la Academia Española / ‘limpia, fija y da esplendor’”, y hoy en día, como ASALE, lucha por la unidad del español.
         Pues bien, el poema trata de algunas dificultades lingüísticas en el español, a partir de una andanada de ejemplos, para luego concluir con estos versos: “Ya basta para quedar / convencido el más profano, / que el idioma castellano / tiene mucho que arreglar”. Pero no se trata de arreglar sino de comprender, a través de la observación y el estudio del sistema lingüístico español, las irregularidades a las que se refiere el autor ufanándose al decir: “pero yo lo hago mejor / y no son ganas de hablar / pues les voy a demostrar / que es preciso meter mano / al idioma castellano / donde hay mucho que arreglar”.
         Y “el meter mano” viene asido a la ciencia lingüística para justificar la impertinencia de esas soluciones implícitas en los ejemplos a lo largo del poema, sobre lo cual disertaremos en una próxima entrega. ¿Qué aspectos podemos tratar? El género en castellano y su diferencia con el sexo (nivel gramatical), el acento y fenómenos semánticos (nivel fonosemántico), la homonimia y la paronimia (fenómenos morfofonosemánticos), “la sílaba on” (¿sílaba?) para la formación de aumentativos: Ramón, *ramo grande; ratón, *un gran rato (morfología).
         Nuevamente, invito a los lectores de Ritos de Ilación a pensar y enviar sus reflexiones para confrontar nuestras ideas en la próxima entrega.

23 de abril de 2016

Continuará...

ue.eim.ucv@gmail.com





Año IV / N° CVI / 2 de mayo del 2016