domingo, 15 de julio de 2018

Fútbol encriptado [CCXVII]

Laura Jaramillo



El premio a los ganadores del Mundial, la Copa,
es también una metáfora (foto: FIFA)



         Por estos días, con tanto fútbol a mi alrededor, he tenido el tiempito de ver algunos juegos, y he podido notar cómo los comentaristas y narradores tienen un genio para crear metáforas y expresiones que solo un aficionado puede comprender. Bueno, depende también del medio por el cual se escuche ese partido. Si se tiene la oportunidad de ver el juego, es posible, y más fácil, entender las analogías, lo cual será más difícil si el partido se oye por radio. Y no vayan a decir que escuchar fútbol por radio es más aburrido que un burro en un balcón. Ese ejercicio es exactamente igual a leer un libro, porque la imaginación se activa con tanta emoción y pasión.
         Ese deporte, conocido como el deporte rey, por ser uno de los más planetarios que existe, incita a crear un lenguaje metafórico, que a veces pareciera un lenguaje encriptado, pues hay que imaginarse muchas cosas para llegar al significado. Tengo varios botones de muestra.
         La contabilidad ahora no es exclusiva de los números, o del debe y el haber (columnas espantosas, por experiencia lo digo), sino que sirve también para capitalizar el balón, el tiempo o las victorias.
         El Salto Ángel ahora no es el único mundial, porque en el fútbol también hay cataratas de goles.
         El infierno no es el único lugar del diablo. En el fútbol hay diablos rojos, que, además, tienen su respectivo cancerbero, que debe cuidar muy bien esa portería, porque de lo contrario ese fuego interior puede durar toda la vida.
         Los toreros no son los únicos que esquivan al pobre torito al ritmo de ¡ole!; nosotros, los barrabrava, también gozamos con ese ritmo, cuando nuestros diablos capitalizan muy bien ese balón.
         A pesar de que ya no vivimos en la época del Lejano Oeste, el fútbol tiene sus pistoleros, que pueden ser los supremos goleadores, quienes deben tener cuidado de que no los desarmen. Y si los desarman, pues deben sacar su bicicleta o su tijera. También están los pistoleros que con suma rapidez desenfundan sus tarjetas, sin remordimiento alguno.
         El plomero no es el único que sabe de desagües, pues esos diablillos saben muy bien cómo hacer un caño. Y si se lo tapan, pues hacen un túnel, incluso mejores que nuestros boquerones.
         Y para finalizar (por ahora), los bebés, bueno las mamás, no son los únicos que saben de pañalitis, pues, con mucha suerte, esos diablos pueden curarla con un impresionante gol de vaselina.
Quizás no es el deporte, sino la emoción, la pasión, las alegrías y las tristezas las responsables de incitar tan peculiar lenguaje. Entonces, si lo descifraron, pues felicidades, han ganado una hermosa Copa del Mundo.

llaurajaramilloreal@gmail.com

  

Año VI / N° CCXVII / 15 de julio del 2018



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