lunes, 19 de septiembre de 2022

¿Cuántas naranjas son varias naranjas? [CCCXCIII]

Edgardo Malaver

 

 

 

Ahí te dejé varias frutas. Naturaleza muerta
con flores y frutas, de Marcos Castillo

 

 

         Hace ya un tiempo se me ocurrió hacer una “encuesta” para explorar qué idea tienen los hablantes del español de la cantidad de objetos a la que se refieren cuando dicen “varias nubes”, “varios niños”, “varias naranjas”. No he llegado a hacerla seriamente, es decir, más allá de hacerles la pregunta a dos o tres personas que se encuentren conmigo en el momento en que lo pienso... y si el contexto lo permite; pero ahora he comenzado a escuchar con demasiada frecuencia, por ejemplo en las noticias, expresiones como “En el mundo viven varios habitantes”, “Son superproyectos de varios dólares”. ¿De veras viven en el mundo “varios habitantes”? ¿Cuántos millones de dólares son “varios dólares”?

         En primer lugar, la palabra varios es —aunque a mí me gusta más decir que puede actuar como un determinante indefinido del sustantivo. (Hay quienes lo llamarían “adjetivo determinante”, pero siempre sería indefinido.) Uno puede decir, por ejemplo, Allá hay varios juguetes, pero ni el hablante declara cuántos hay ni, a partir de estas palabras, el oyente logra adivinarlo. Hay que ir a contarlos. Lo único que está claro, a pesar de la indefinición, es que no son muchos. Varios, entonces, es sinónimo de pocos... incluso muy pocos.

         Además, varios puede actuar también como pronombre indefinido, o sea, que como cualquier pronombre, es capaz de sustituir un sustantivo. En la oración Tengo en casa varias ediciones de este libro, varias es determinante indefinido, pero se convertirá en pronombre indefinido si la oración cambia a Tengo varias. Aquí, igualmente, no tenemos idea del número preciso de ediciones de las que se habla, pero sí sabemos que no son cientos... ni siquiera decenas.

         Existe otra forma de usar varios: Mi hermano ha comprado verduras varias. Está claro que aquí se trata de un adjetivo en toda regla que significa ‘variadas’, ‘diferentes entre sí’. Aparecer postpuesto crea en este caso una buena diferencia con el determinante, aunque no sepamos, que no lo sabemos, si son muchas o pocas.

         ¿Qué significa, entonces, varios? ¿Cuántas papas son varias papas? En mi mundo, dos son demasiado pocas para que uno necesite recurrir a la vaguedad de varias. Me pasa lo mismo con tres. Quizá con cuatro comience uno a necesitar más tiempo para contar con cuidado, para calcular, para dar un aproximado más o menos justo. ¿Cinco, entonces? ¿Seis? ¿Hasta dónde llega la falta de certeza? ¿Hasta diez? ¿Hasta doce? Bien podría ser que, sin darnos cuenta, pensemos que al llegar a doce ya podemos cambiar a docena y a partir de ahí vuelve la vaguedad hasta... ¿15? ¿Hasta 20? ¿Y cuándo pasamos de eso a mucho? ¿Y a bastante? ¿Y cuándo se derrama el vaso y llegamos a demasiado?

         Inyectándole la mayor precisión que puedo a este asunto, que llega hasta el punto en que se tropieza con el infinito matemático que existe entre un número entero y el siguiente, creo que varios podría quizá referirse a una cantidad que más o menos se inicia en tres (con seria tendencia a cuatro más bien) y, con cierta duda, comienza a agotarse lentamente cuando, a las tientas y a las locas, se aproxima un poco a 10, quizá a 11, no sé, algunas veces, no tantas. No reparen en todas las señales de indefinición que hay en la oración anterior, porque terminarán pensando que no tengo certeza sobre este asunto.

         ¿Alguien la tiene? Para eso exactamente ha sido creado el lenguaje vago, para no dejar marcas muy ciertas de aquello que decimos, para esconder nuestra falta de conocimiento exacto de algún hecho, cantidad o concepto, o para crear confusión en la mente del oyente, para no darle ventaja, para desorientarlo a nuestro favor. La vaguedad de muchísimas palabras que nos encontramos a diario no es, por tanto, fruto únicamente del desconocimiento, de la falta de comprensión o de la ingenuidad. Puede ser, y a menudo lo es, un producto de nuestra imaginación, de nuestro interés personal por lograr algún objetivo o, también, de nuestra perversidad. O puede ser un instante de desatención de lo que se dice.

         Esta última será la explicación que prefiramos las más de las veces, en especial en la lengua hablada y en particular cuando somos nosotros mismos quienes hablamos. Sin embargo, siempre es posible apelar a la calculadora: un numero grande de cosas (la población de un país, por ejemplo) no es compatible con la escasez explícita en la expresión varias cosas... Son muchas las cosas que admiten varios ceros a la derecha.

 

emalaver@gmail.com

 

 

 

Año X / N° CCCXCIII / 19 de septiembre del 2022

 



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