jueves, 17 de diciembre de 2020

Simón Bolívar en la lengua hablada de Venezuela [CCCXXXIV]

Edgardo Malaver



"Cambiadme, Señor, todos mis dictados
por el de buen ciudadano"



Hoy, a la 1:07 de la tarde, harán 190 años del descenso de Simón Bolívar al sepulcro. A pesar de que no han “cesado los partidos”, estuvo un tiempo tranquilo ahí, pero ya hubo quien alterara esa tranquilidad, y hasta existe ahora una leyenda, copiada de la egipcia, sobre la maldición que condena y persigue a los que presenciaron aquella “exhumación”. Pero no es de eso que vine a hablar hoy porque no creo que pueda estudiarse rigurosamente ese fenómeno. Lo que sí se puede estudiar, y se ha hecho, es la influencia del Libertador en la lengua que hablan los venezolanos. No se pueden dar demasiados pormenores aquí, pero sí hay un par de expresiones de uso común en Venezuela que nacieron de la mente de Bolívar.

Quizá el ejemplo más claro sea la frase que soltamos cuando vemos una situación en que alguien que tendría que estar muy preparado para un trabajo, sobre todo intelectual, no lo está: “Moral y luces son nuestras primeras necesidades”. No es posible no pensar en Bolívar al escuchar esta frase, que aparece en el Discurso de Angostura (1819). Es tan conocida y tan significativa que existen en varios lugares de Venezuela escuelas llamadas “Moral y Luces”.

Cuando los venezolanos se encuentran ante un obstáculo natural, aunque no pretendan sortearlo o se vea claramente que no es posible, dicen, casi sin pensarlo: “Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”, frase que, según la tradición, dirigió el héroe a los caraqueños mientras ayudaba a rescatar heridos del terremoto de 1812. [Autores como Manuel Caballero y Rogelio Altez tienen otra versión del famoso apóstrofe, pero ya nos detendremos en ese detalle en otra ocasión.]

En las miles de manifestaciones que hubo en el 2002, 2007, 2013, 2014, 2016 y 2017 en toda Venezuela, en vista de los abiertos ataques de las fuerzas armadas contra la población, era muy frecuente, durante todo el día, citar al Libertador cuando condena tales atrocidades: “Maldito el soldado que vuelve sus armas contra su propio pueblo”. Aunque no he encontrado la cita en ninguna fuente autorizada, tiene una fuerza y una gravedad típicas de Bolívar. Y aunque se demostrara que no lo dijo él, ya ha pertenecido a la lengua hablada de los venezolanos durante más de 200 años.

Frases de Bolívar hay para todos los gustos: a los periodistas les gusta oír decir: “La primera de todas las fuerzas es la opinión pública”, pronunciada en noviembre de 1817 en Angostura; a los maestros les encanta citar aquella carta que le escribió desde Lima a su hermana mayor en 1824 y donde dice: “Un hombre sin estudios es un ser incompleto”; los militares repiten: “Dios concede la victoria a la constancia”, que aparece en el Manifiesto de Carúpano de 1814; los marxistas aman proclamar: “Un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción”, del segundo Discurso de Angostura, en 1819; los bolivarianos devotos dicen: “¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria”, de la última proclama de 1830.

Además, como si fueran del Evangelio, las frases de don Simón parecen concebidas para calzar en todas las situaciones de la vida ciudadana, moral y política de un país. Hasta para hablar de la lengua pueden servir. Su uso de la lengua no podía ser otro después de una educación tan esmerada y en medio de un mundo completamente poseído por el romanticismo, incluso en la política. El día de hoy, 190 años después, diríase que el uso y abuso del lenguaje político ha deformado su figura, pero es también la lengua, la que habla la gente común, la que lo mantiene vivo, no otra cosa.


emalaver@gmail.com




Año VIII / N° CCCXXXIV / 17 de diciembre del 2020




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