martes, 15 de diciembre de 2020

Obligado, a la fuerza, porque sí [CCCXXXIII]

Edgardo Malaver



Desde El Yaque (1966), de Ramón Vásquez Brito




Me pongo a conversar hace días con un primo político de Perú, y, por algún camino, pronto aparece el tema del nombre de los pueblos, que son casi todos muy curiosos, los venezolanos para él y los peruanos para mí. Entonces le comento sobre topónimos de Margarita, que son los más familiares para mí: Mata Redonda, Macho Muerto, Agua de Vaca. Pero él suelta la risa cuando le digo que hay en Juan Griego un lugar llamado Culo de Mono. Y luego le cuento un episodio que recuerdo de cuando era pequeño: las autoridades se tardaban en otorgar los permisos para la construcción de viviendas en un sector de Juan Griego, y después de un tiempo, la gente, saltándose las formalidades de la ley, comenzó a levantar las casas y el municipio no pudo hacer nada para desalojarlos. El lugar terminó llamándose Pueblo A Juro, al menos informalmente. Y así me enteré de que en el español de Perú no se utiliza la locución adverbial a juro.

Acudo al diccionario y descubro que su uso se limita a Venezuela y Colombia. Despejo, además, una duda que tengo desde que estaba en primaria: ¿qué significa ese juro? Mucho tiempo imaginé que se decía a juro porque el acto al que se refería se iniciaba o se desarrollaba a partir de un juramento. En mi mundo, lo que se hacía a juro, se hacía a fuerza de jurar por algo o por alguien, y por eso, simplificándolo, la gente terminó creando la locución, como quien dice a pie, a caballo, a nado. Nada más simple que este pensamiento mío, pobrecito.

En primer lugar, el diccionario pone que proviene de la palabra ius, iuris, es decir, ‘derecho’, y la primera acepción dice: “Derecho perpetuo de propiedad”. O sea, los habitantes de Pueblo A Juro no tienen nada que temer. En segundo lugar, la Academia nos hace saltar a de juro (está clarísimo, ¿no?, ‘de derecho’), que define así: “Ciertamente, por fuerza, sin remedio”. Por fuerza. Yo crecí entendiendo que eso significaba a juro, aunque el derecho debería primar sobre la fuerza. ¡La de detalles que se pierde uno cuando no habla latín!

Ahora me falta averiguar cómo funciona a juro en el español de Colombia. Y reflexionar sobre el verbo jurar, que tiene apariencia de pertenecer a la misma familia (semántica y jurídica) y que utiliza también tanta gente como si estuviera firmando un documento delante de un juez. ¿Y será igual que jurar por Dios? Mejor disfruto el noviazgo con a juro y después lo averiguo.





Año VIII / N° CCCXXXIII / 14 de diciembre del 2020




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