lunes, 29 de marzo de 2021

Hosanna en las alturas [CCCL]

San Jerónimo de Hipona

 

 

Este año, Ritos de Ilación participa en la Semana Santa escudándose en ella para hablar de la lengua. Nos valimos del ya remoto vencimiento de los derechos de autor del patrono de los traductores para cometer el atrevimiento de publicar una carta del año 383 en la que le responde al papa Dámaso sobre una palabra que aun hoy utilizamos sin mucha conciencia de lo que contiene. (Leyendo las cartas de san Jerónimo, a propósito, que son miles, uno siente a veces que, de haber existido los medios de comunicación social en sus tiempos, habría tenido columnas en unos cuantos periódicos, y, llegado Internet, habría opacado a muchísimas páginas web.)

 

 

Entrada en Jerusalén (hacia 1330), de Pietro Lorenzetti

 

 

 

Carta de Dámaso a Jerónimo

 

A nuestro queridísimo hijo Jerónimo, Dámaso obispo, salud

en el Señor.

 

         Después de leer los comentarios griegos y latinos que sobre la interpretación de los Evangelios en la antigüedad o recientemente han escrito los nuestros, es decir, los ortodoxos, veo que sobre el «Hosanna al hijo de David» dicen cosas no sólo distintas sino contradictorias. Te ruego que, con el fervor e intrepidez de ingenio propios de tu dilección, y prescindiendo de opiniones y eliminando ambigüedades, escribas sobre cuál sea en hebreo su sentido auténtico”. Este servicio, como tantos otros, nuestra solicitud te lo agradecerá en Cristo Jesús.

 

Carta de Jerónimo a Dámaso

 

         Son muchos los que sobre esta palabra han imaginado los más diversos sentidos; entre ellos, nuestro Hilario [de Poitiers, (hacia 315-367)], en sus comentarios de Mateo, escribe: “Hosanna, en hebreo, significa ‘redención de la casa de David’”. Pero, en primer lugar, redención, en hebreo, se dice pheduth; casa, heth; en cuanto a David, es claro a todas luces que su nombre no aparece aquí. Otros opinaron que hosanna significa ‘gloria’; pero gloria se dice chabod; algunos lo entendieron como ‘gracia’, que el hebreo llama thoda o anna.

         No queda, pues, más solución que dejar de lado los riachuelos de las opiniones e ir a la fuente misma de donde fue tomada por los evangelistas. Y como ni en los códices griegos ni en los latinos podemos hallar el texto “Para que se cumpliese lo que fue dicho por los profetas: será llamado nazareo[1]; ni el otro: “De Egipto llamé a mi hijo”[2]; por eso, en el caso presente, hay que sacar la verdad de los códices hebreos, que nos explicarán cómo y por qué la muchedumbre y sobre todo la turba unánime, los niños, prorrumpieron en ese grito. Mateo cuenta: “La muchedumbre que iba delante y la que seguía gritaban diciendo: ‘Hosanna al hijo de David; bendito el que viene en el nombre del Señor, hosanna en las alturas’”[3]. Marcos a su vez dice: “Gritaban diciendo: ‘Hosanna, bendito el que viene en nombre del Señor; bendito el reino de nuestro padre David, que viene en nombre del Señor, hosanna en las alturas’”[4]. También Juan coincide en el mismo término: “Y gritaban: ‘Hosanna, bendito el que viene en nombre del Señor, el rey de Israel’”[5]. Sólo Lucas dejó de poner la palabra hosanna, siendo así que concuerda en el resto de la interpretación: “Bendito el que viene rey en el nombre del Señor, paz en el cielo y gloria en las alturas”[6]. Así, pues, como hemos dicho, hay que poner las palabras mismas hebreas y determinar la opinión de todos los traductores; para que del examen de todos, el lector pueda más fácilmente hallar por sí mismo qué haya de pensar sobre el caso.

         En el Salmo 117, donde nosotros leemos: “Señor, danos la salvación. Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor”, en el hebreo se lee: “Anna adonai, osianna, anna adonai, aslianna; baruch abba basem Adonai”. Aquila, Símaco, Teodoción y la quinta edición (para que no parezca [que] cambiamos nada en latín) traducen así: ώ δή κύριε, σωσον δή, ώ δή κύριε, ευλόγητός ό έν όνόματ κυρίου. Sólo la sexta edición concuerda con los Setenta intérpretes, en cuanto que donde los otros pusieron ώ δή, él escribió ώ. Y que osianna, que nosotros, incorrectamente y por ignorancia, convertimos en hosanna, signifique ‘salva’ o ‘haz salvo’, está garantizado por la traducción de todos; lo que ahora preocupa es qué signifique el mero anna sin la añadidura de salvar. Es de notar que en este pasaje anna recurre tres veces; en el primer caso y en el segundo se escribe con las mismas letras: aleph, nun, he; en el tercero, con las letras heth, nun, he. Ahora bien: Símaco, que en el Salmo 117 coincide con la interpretación de todos, en el 115[7], en que se dice: “¡Oh Señor!, libra mi alma!”, para darnos un sentido más claro, tradujo así: “Te suplico, Señor, libra mi alma”. Y donde los Setenta tradujeron “oh” y él “te ruego”, mientras Aquila y las otras ediciones traducen ώ δή, en el hebreo se escribe anna, pero con la letra aleph al principio, no con la heth. De lo cual deducimos que si anna se escribe con aleph significa ‘te ruego’; si con heth, es una conjunción o interjección, que equivale al griego υή y se halla en σωσον. Esta interjección no tiene equivalencia en latín.

         Pero como estas minucias y lo abstruso de esta explicación, dada la barbarie no sólo de la lengua, sino también de las letras, son pesadas para el lector, paso a resumir mi explicación y digo que estos versículos fueron tomados del Salmo 117, que profetiza claramente de Cristo y se leía con frecuencia en la sinagoga, por lo que era muy conocido también del pueblo, y todos sabían que el prometido de su raza había venido para salvar a Israel, pues dice David: “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular Es el Señor quien lo ha hecho, y es admirable a nuestros ojos. Este es el día que ha hecho el Señor; regocijémonos y alegrémonos en él Señor, danos la salvación, Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor. Os hemos bendecido desde la casa del Señor. El Señor es Dios; Él nos ilumina”[8]. De ahí que el mismo texto de los evangelistas recuerda que los fariseos y escribas, indignados al ver que el pueblo entendía la profecía del salmo como cumplida en Cristo y que los chiquillos gritaban: «Hosanna al Hijo de David», le dijeron: “¿Oyes lo que éstos dicen?”. Y Jesús les respondió: “¿Nunca habéis leído aquello: ‘De la lengua de los infantes y de los niños de pecho sacaste cumplida alabanza?’”[9]. Confirmando así el Salmo 117 con la cita del octavo.

         Ahora bien: en lo que era fácil de expresar, como “Bendito el que viene en nombre del Señor», concuerda el texto de todos los evangelistas; respecto, en cambio, de la palabra osianna, al no poderla traducir al griego —cosa que vemos también en alleluia, amen y muchas otras— la dejaron en su forma hebrea y pusieron osianna. En cuanto a Lucas, que fue entre todos los evangelistas el que mejor conocía el griego, médico al cabo, y que escribió entre griegos su evangelio, viendo que no podía traducir exactamente la palabra, prefirió omitirla antes que poner lo que iba a ser un problema para sus lectores.

         En resolución, así como nosotros tenemos en latín ciertas interjecciones, y para expresar alegría decimos ua; en caso de admiración, papai; en el dolor, heu, y para imponer silencio apretamos los dientes, contraemos el aliento y hacemos salir el sonido st, así también los hebreos, entre otras propiedades de su lengua, tienen la interjección, y cuando quieren suplicar a Dios emplean una palabra que expresa el afecto del que pide y dicen: «Anna, Señor», que los Setenta dijeron: “¡Oh Señor!”. Así pues, osi se traduce por salva; anna es la interjección del que suplica. Si de estas dos palabras queremos formar una compuesta, diremos osianna o, como pronunciamos nosotros, hosanna, con elisión de la vocal intermedia, a la manera que solemos hacer en los versos cuando en “Mene incepto desistere victam”[10] escandimos: “men incepto”. La aleph, que es la primera letra de la segunda palabra, al encontrarse con la última de la precedente, la ha eliminado. Por eso, volviendo al principio de la cuestión, donde nosotros leemos en el texto latino: “¡Oh Señor!, sálvame; ¡oh Señor!, sé bueno y complaciente; bendito el que viene en nombre del Señor”, lo podemos leer según el sentido del hebreo: “Te suplico, Señor, sálvanos; te suplico, Señor, danos prosperidad, te suplico; bendito el que viene en nombre del Señor”. Ahora bien: en salva hay que sobreentender a tu pueblo Israel o, de manera general, al mundo. En fin, Mateo, que escribió su evangelio en lengua hebrea, puso así: “Osianna barrama”, es decir: “Hosanna en las alturas”; pues al nacer el Salvador, la salud llegó hasta el cielo, es decir, hasta las mismas alturas, ya que se hizo la paz no sólo en la tierra, sino también en el cielo; para que así, por fin, se pueda dejar de decir: “Mi espada se ha embriagado en el cielo”[11].

         Esto, en fin, es lo que he dictado breve y apretadamente, según la mediocridad de mi inteligencia. Por lo demás, sepa tu beatitud que en esta clase de disputas el aburrimiento no debe invadir al lector. Yo hubiera podido inventarme con facilidad cualquier mentira que con una sola palabra resolviera la cuestión, como he demostrado que hacen otros. Pero es más honrado trabajar un poco por lealtad a la verdad y aplicar el oído a una lengua extraña para nosotros, que dar una solución construida sobre una lengua distinta.

 

 

 

Año IX / N° CCCL / 29 de marzo del 2021

 



[1] Mateo 2, 23.

[2] Mateo 2, 15; Oseas 11, 1.

[3] Mateo 21, 9.

[4] Marcos 11, 9-10.

[5] Juan 12, 13.

[6] Lucas 19, 38.

[7] Se refiere propiamente al Salmo 114, 4.

[8] Salmo 117, 22-27.

[9] Mateo 21, 15-16.

[10] Virgilio, Eneida I, 37.

[11] Isaías 34, 5.


4 comentarios:

  1. ¡EXCELENTE TRABAJO, MUCHAS GRACIAS, FELICES PASCUAS!

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    1. Ciertamente es un excelente trabajo de san Jerónimo. Muchas gracias, Unknown, por leernos.

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  2. Me encantó, y si vamos a pedirle que nos vuelva a escribir algo.
    Me llama la atención que tomando en cuenta que en aquellos tiempos no había electricidad y mucho menos internet, le debe haber tomado bastante tiempo y esfuerzo hacer esta investigación, no obstante sólo recibe como pago simbólico por parte de Dámaso el agradecimiento de Cristo Jesús, muchas cosas no han cambiado todavía.

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    1. Hola, Rosa. Gracias por escribir. Seguramente Jerónimo estuvo contento de que le pidieran hacer esa investigación. A juzgar por la montaña de libros y cartas que escribió, debía tener alguna metodología para encontrar fácilmente la información que tenía consigo. Y entre personas de fe, el "agradecimiento en Cristo" es lo mejor que pueden retribuirle. Ojalá que siga siendo así, pero no creo, seguro que esos trabajos ahora tienen tarifa. En realidad no sé, no tengo idea. Lo que sí sé es que Jerónimo escribía estas cosas por el placer de escribirlas, por el placer de hacerlas saber. Y sobre todo por el placer de hacer conocer la fe.

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