lunes, 31 de julio de 2017

Tramposería sale [CLXIII]

Edgardo Malaver



Richard Nixon en 1974, asumiendo las consecuencias
de su tramposería. Foto: O.F. Atkins



          Cuando uno ha jugado metras en la infancia, sabe con certeza que hacer un mínimo truco, cualquier insignificante abuso que nadie percibe al principio del juego, traerá el amargo resultado de perder buena parte de las metras que haya logrado a lo largo de él. Por más que a uno le vaya bien, por más que el azar compita de su lado y le llene la bolsa, llegará un momento en que un pequeñísimo error desencadene la avalancha y ya no habrá nada de nada que pueda hacerse para detener la ruina. Y entonces latirá en la mente del tramposo el momento fatal en que cometió el primer error, el error de engañar a sus competidores.
         Éstos, por su lado, cuando llegan a sentir que hubo algo fuera de regla, murmuran para sus adentros: “Tramposería sale”. ¿Tramposería? La expresión tramposería sale, cuyo enrevesamiento morfológico delata una dulce resonancia infantil, es quizá el último recurso al que se aferra aquel al que le queda latente una tenue sospecha, o incluso quien tiene la certeza pero no tiene pruebas, de que le han hecho trampa, que lo han estafado, que le han jugado sucio, y no puede hacer nada al respecto, al menos en el momento.
         Es tan sabia la expresión, como  suele suceder en el habla popular, que no hay por qué circunscribirla a los juegos infantiles. Uno puede recurrir a ella, por ejemplo, ante una decisión judicial injusta, que no le favorece, pero ante la cual no tiene recursos con que actuar.
         El enrevesamiento morfológico de tramposería consiste, como es evidente, en que se forma sobre el adjetivo tramposo y no sobre el sustantivo trampa, que por sí solo sería apropiado para indicar lo que se desea. El diccionario de la Academia, sin embargo, nos dirige a trampería, y dice que es frecuente en Ecuador, Perú y Puerto Rico. De todos modos, la definición que da es la que conocemos en Venezuela: “Acción propia del tramposo”. Cualquiera que oye decir tramposería se imagina a un niño (o a un extranjero que comienza a aprender español) que no encuentra cómo llamar la tienda donde se venden sillas y dice sillería, o el lugar donde se fabrican botellas y dice botellería.
         Tiene mucho sentido que la palabra se forme a partir de tramposo y no de trampa, puesto que se concentra en el cuestionamiento en contra del que urde el engaño o protagoniza su ejecución. La lengua —o más bien el hablante— logra este fino señalamiento gracias al sufijo -ería, que tiene cuatro funciones posibles en su tarea de construir nuevos sustantivos: destacar la pluralidad (de balcón proviene balconería), resaltar la condición moral (de bravucón nace bravuconería), indicar el oficio o lugar (de albañil surge albañilería) y señalar la acción o expresión (de coqueto obtenemos coquetería). Observemos que entre las cuatro posibilidades, la única que, al menos mayormente, trasforma adjetivos en sustantivos es la segunda. Y es también la única que involucra tintes peyorativos en la torcida “condición moral” de la que habla. Una tramposería es, ya sabemos, un acto reprochable.
         También nos interesa aquí la cuarta función, que implica, aunque no para cuestionarlos, el acto o dicho del sujeto. Una acción o expresión de alguien bien puede ser tramposa, es decir, puede ser una tramposería... y en la sabiduría popular, importa también que, sea cual sea, el fraude, al final, se va a descubrir.
         En la infancia, tratándose de metras, nada hay más doloroso que perderlas, y mucho más si es uno mismo el culpable. En las relaciones amorosas, los problemas que sobrevienen por causa del engaño son incalculables, algunas veces se sufren de por vida, otras hasta se pierde la propia vida. En la política, como la verdad siempre sale a flote, los tramposos sólo se ganan la mala voluntad de la gente. Puede ser que al principio no se percaten muchos votantes, pero siempre, siempre, tramposería sale.

emalaver@gmail.com





Año V / N° CLXIII / 31 de julio del 2017

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