lunes, 26 de abril de 2021

La palabra más joven de la historia [CCCLIV]

Edgardo Malaver

  

 

Adán poniendo nombre a todas las criaturas en Adam und Eva
im Irdischen Garten (1829), de Johann Wenzel Peter

 

 

         En 1985, cuando murió Rock Hudson, los periódicos comenzaron a usar un término que, por fortuna, no tardaría en desaparecer: cáncer gay. Hubo gente que tardó en abandonar la idea de que el sida les daba únicamente a los homosexuales, y, quién sabe si por consecuencia del exceso de caroteno de muchos periódicos americanos (y del resto del mundo), un gran número de personas pensaron eso exclusivamente porque Hudson y otros que poco después murieron de aquella despiadada enfermedad habían sido homosexuales. Los periódicos terminaron entendiendo que personas que ni siquiera hubieran tenido relaciones sexuales en su vida podían contagiarse y dejaron de usar aquel horroroso término.
         ¡Pero...! Pero fuera por la crueldad de la enfermedad, que asusta hasta aquellos que estaban más lejos de ella, o por la crueldad del corazón humano, al que le cuesta Dios y su ayuda ablandarse, desembocamos en una palabra que proviene del nombre que le dieron los científicos a la enfermedad y no de las conductas y apetencias de los pacientes, pero que igualmente revelaba la repugnancia que se siente con respecto a todo aquello que está a su alrededor. La palabra que nació entonces fue sidoso.
         Le ponemos el sufijo -oso, que puede tener connotaciones muy positivas y bellas, también a ideas y sensaciones que nos repelen o que nos vulneran. Podemos decir, por ejemplo, cariñoso, ‘que da cariño’; bondadoso, ‘el que tiene bondad’; milagroso, ‘el que hace milagros’, pero también decimos asqueroso, ‘que da asco’; achacoso, ‘que sufre achaques’, y la popularísima y contundente malasangroso, ‘que tiene mala sangre, que no es buena persona’. Y existe una que es la mar de curiosa porque parece haber sido creada por la gente que se cree muy intelectual y culta para señalar y discriminar a la gente que se cree muy intelectual y culta: culturoso.
         En el mundo de las enfermedades, comatoso, tuberculoso, gotoso no exigen más explicación. Si alguien está comatoso, ya se sabe qué tiene, pero la palabrita, ella sola, no deja de hacer que uno sienta un cierto temblor de impudicia y contaminación, aunque el coma nada tenga que ver con microbios, bacterias ni virus (bueno, hasta donde llega mi ignorancia).
         Pues esas palabras, tan despectivas, que usamos para referirnos a quienes padecen algunas enfermedades son buenas y santas si las comparamos con una que no puede tener más de un año en el aire, como las benditas gotículas, y que yo acabo de oír apenas este fin de semana: covidoso. “Mientras no vayas a traer un novio covidoso a la casa...”, le dijo hace dos días una vecina a su hija adolescente que manifestaba su deseo de liberarse de la cuarentena.
         ¿Cómo podía esta enfermedad pasar por nosotros sin detenerse a repujar su huella en la lengua? Desde que Adán recibió la misión de nombrar todo lo que encontrara en el mundo, no se había visto ni oído una denominación tan acertada, a no ser, claro, porque es injusto con la víctima en lugar de ajusticiar al cruel victimario. Ni el sida, que parecía el monstruo más espeluznante al que nos habíamos enfrentado, había sido capaz de barrer con nosotros en tan breves períodos de tiempo. Y así también es impresionante cómo apenas en un parpadeo el término científico en inglés coronavirus disease llegó a derivar en covidoso en español. Ojalá que, del mismo modo, ya que todo en ella es velocidad, el año que viene podamos hablar de esta palabra en pasado y que el año siguiente haya caído en desuso.


19 de abril del 2021

emalaver@gmail.com

 

  

Año IX / N° CCCLIV / 26 de abril del 2021



4 comentarios:

  1. Imagínese usted, si ni siquiera quiero tener un tapaboca "bonito" para no tener la sensación de que esta pandemia será más duradera de lo que ya ha sido, ¿cómo podría empezar a usar la palabra "covidoso" y tallar para siempre el idioma con ella? No, no, no.

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  2. Tienes razón. Como si no fuera bastante con el temor de contagiarnos, también vienen las palabras a soplar hacia el molino del enemigo. Gracias, Andrea, por leerme.

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  3. Ya aquí en Venezuela desde hace un "tiempito" durante la pandemia, se ha estado usando ese neologismo derivado de Covid-19, covidoso. En verdad, es "horroroso" como la enfermedad.

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  4. Gracias, Luisa Teresa. Pobre palabra, ¿verdad? Nadie la quiere, y nació así, no deseada y despreciada desde el principio.

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