lunes, 27 de marzo de 2023

La inteligencia artificial (II) [CDXIV]

Luis Roberts

 

 

 

Immanuel Kant en la Universidad de Kaliningrado.
Obra de Christian Daniel Rauch de 1857

 

 

Pregunta:

         ¿Cómo pueden manejar los profesores el ChatGPT?

 

Respuesta:

         Como modelo de lenguaje, ChatGPT es una herramienta útil para los profesores que buscan mejorar la interacción con sus estudiantes. Aquí hay algunos consejos para ayudar a los profesores a manejar ChatGPT de manera efectiva:


1.    Establecer expectativas claras: es importante que los profesores establezcan claramente las expectativas para los estudiantes en cuanto a cómo se utilizará ChatGPT en el aula. Esto puede incluir el horario de disponibilidad de ChatGPT, qué tipo de preguntas o temas son apropiados para discutir con el modelo y qué tipo de lenguaje es apropiado para usar en la plataforma.

2.    Monitorear el uso de ChatGPT: los profesores deben monitorear regularmente el uso de ChatGPT en el aula para asegurarse de que los estudiantes estén utilizando la herramienta de manera adecuada y efectiva. Esto puede incluir revisar las conversaciones y proporcionar retroalimentación constructiva sobre cómo mejorar la interacción con ChatGPT.

3.    Proporcionar orientación y apoyo: los profesores pueden ofrecer orientación y apoyo a los estudiantes que puedan estar luchando con la comprensión del lenguaje natural o la interacción con ChatGPT. Esto puede incluir recursos adicionales, tutorías o consejos prácticos sobre cómo interactuar de manera efectiva con el modelo.

4.    Integrar ChatGPT en el plan de estudios: los profesores pueden integrar ChatGPT en el plan de estudios, utilizando la herramienta como una forma de fomentar la discusión y el pensamiento crítico. Esto puede incluir actividades que requieren que los estudiantes interactúen con ChatGPT de manera activa y que respondan a las preguntas generadas por el modelo.

 

         En general, el manejo efectivo de ChatGPT por parte de los profesores requerirá un enfoque cuidadoso y estratégico para integrar la herramienta en el aula y garantizar que los estudiantes la utilicen de manera efectiva. Con la orientación adecuada y la supervisión, ChatGPT puede ser una herramienta valiosa para mejorar la interacción en el aula y promover el aprendizaje de los estudiantes.

 

Pregunta:

¿Puede ChatGPT decirme si considera ético el uso de ChatGPT en la enseñanza?

 

Respuesta:

         Como modelo de lenguaje, no tengo una opinión ética, pero puedo decirle que el uso de ChatGPT en la enseñanza puede ser ético siempre y cuando se utilice de manera responsable y respetando ciertas consideraciones éticas.

         En primer lugar, es importante que los educadores utilicen ChatGPT de manera transparente y clara con sus estudiantes, asegurándose de que comprendan que están interactuando con un modelo de lenguaje y no con un ser humano. Además, es importante tener en cuenta que ChatGPT no puede reemplazar completamente la interacción humana y no debe ser utilizado como un sustituto de los profesores o tutores en la enseñanza.

         También es importante considerar la calidad y veracidad de la información que se proporciona a través de ChatGPT. Aunque ChatGPT puede proporcionar respuestas rápidas a las preguntas de los estudiantes, no siempre garantiza la precisión o relevancia de la información proporcionada. Los educadores deben tener cuidado al utilizar ChatGPT como fuente de información y siempre verificar la exactitud de las respuestas antes de compartirlas con los estudiantes.

         En resumen, el uso de ChatGPT en la enseñanza puede ser ético si se utiliza de manera responsable y se consideran las implicaciones éticas. Los educadores deben ser transparentes con sus estudiantes sobre su uso, no depender completamente de ChatGPT para la enseñanza y siempre verificar la precisión de la información proporcionada por el modelo.

 

         Las dos preguntas son mías, las respuestas son de la inteligencia artificial. Y como dice Yuval Harari, en el futuro, que ya es presente, estudiar a Kant, estudiar la ética, va a ser de la máxima importancia.

 

luisroberts@gmail.com

 

 

 

Año XI / N° CDXIV / 27 de marzo del 2023

 

lunes, 20 de marzo de 2023

La inteligencia artificial (I) [CDXIII]

Luis Roberts

 

 

 

Lascivia venezolana. Macu, la mujer del policía
(1987), de Solveig Hoogesteijn

 

 

         Mi amigo Simón es sesentón. Sobrelleva su vida y su tos gracias a su sentido del humor y una muleta. Es traductor. Aceptó en mala hora formar parte de la junta de condominio de su edificio. Vive en un pequeño apartamento de su propiedad en una torre conocida de Caracas. La presidenta de la junta está casada con un militar que disfruta de una sinecura (enchufado) y de una “camionetota”. La junta decidió hacer una inversión en el inmueble con las aportaciones de los propietarios. Una abogada miembro de la junta puso en el grupo de Wasap que esa inversión era encomiable, pero la ley exige consultar con los propietarios. Mi amigo le dio la razón en ese grupo. Así iniciaría Faulkner el relato.

         Hace unos días, cuando mi amigo se dirigía, llaves en mano, al ascensor del estacionamiento para subir a su apartamento, la “camionetota” del militar frenó bruscamente, expelió del interior al susodicho, que se dirigió a Simón como un energúmeno endemoniado, ayudado por su, al parecer, cara de reptiliano, le dio un manotazo que dio con las llaves en el suelo, mientras le gritaba, acusándolo de haber insultado gravemente a su santa esposa, por tan baladí comentario en el Wasap de la comunidad. Le dijo que le cortaría la cabeza y que le escoñetaría la vida. Mi amigo, intentaba en vano recoger las llaves del suelo, y pensaba, sólo podía pensar, pues el insigne militar no le dejó hablar, que qué sería más oportuno, si decirle que no le podría escoñetar la vida ya más de lo que estaba, o si le cortaría la cabeza antes o después de escoñetarle la vida. Lo trató de maricón y de “mujeringa”, palabra esta que impactó a mi amigo más que las amenazas —traductor al fin y al cabo—, por desconocida. Se puso a investigar y al parecer es una palabra de uso limitado a los Andes chilenos, y de uso muy minoritario y cuartelero aquí. Investigó y al parecer se usa con la acepción de alguien que vive entre las faldas de las mujeres, a lo que Simón, militante activo de la lascivia, no tuvo más remedio que exclamar: “¡Ojalá!”. Así, más o menos, continuaría Gabo este relato.

         Hace 50 años, la única referencia que teníamos de la inteligencia artificial, era la relacionada con la militar. El ilustre Groucho Marx nos recordaba en una película el oxímoron de “inteligencia militar” (“o inteligencia o militar”) y el no menos ilustre Aldous Huxley nos decía: “Existen tres clases de inteligencia: la inteligencia humana, la inteligencia animal y la inteligencia militar”. Huxley probablemente no conocía la frase de Groucho, pero la intuía, eso es seguro.

         Y así concluyo yo este artículo, anunciando que tendrá continuación próximamente para llevarnos a la inteligencia artificial en nuestros día: la IA.

 

luisroberts@gmail.com

 

 

 

Año XI / N° CDXIII / 20 de marzo del 2023

 

lunes, 13 de marzo de 2023

¿Tú juegas ‘béisbol’ o ‘beisbol’? [CDXII]

Randold Millán

 

 

 

El zuliano Luis Aparicio, único beisbolista venezolano
en el Salón de la Fama de las Grandes Ligas

 

 

         Los expertos en la lengua y no me refiero a quienes la estudian sino a quienes la usan con propiedad y sin remordimiento, llevan a cabo un ejercicio muy complicado para los que intentamos entender las palabras que nuestras lenguas vecinas a veces nos prestan: acartonar palabras. A veces, estas vecinas no se dan cuenta de que les hemos quitado “prestada” una que otra palabra porque somos astutos o, más bien, afortunados de que antes de una acusación por robo, mejor decoramos lo prestado con un lacito sencillo en la parte de arriba ¡y listo!

         No me crean a mí. Mejor le pedimos a un fanático del béisbol que nos hable del deporte y, una que otra vez, así como si nos lanzara curvitas al “jom”, nos cambia la seña y termina pichándonos un beisbol que al principio pronunciaba diferente. Casi siempre empiezan dándonos referencias sobre el ídolo de los ídolos, es decir, el ícono con mejores récords en el salón de la fama. Miguel Cabrera no puede faltar; es joven, con números sorprendente y ya iguala a muchos que se tardaron más tiempo en hacerse notar. Claro, nada comparado con figuras del fútbol como Cristiano Ronaldo cuyos números le dan mejor vida que a Miguel Cabrera, sin duda alguna. Y aunque C7 ha demostrado que su estatus de icono se debe a su versatilidad en el mundo de los negocios, además del deporte, no es el futbol lo primero que uno piensa cuando un fanático de estos empieza a hablarnos de Cabrera, Aparicio, Galarraga, por decir algunos.

         Pero, bueno, no nos salgamos del tema, que con el más pequeño descuido es fácil saltarse de un período a otro, como también ocurre cuando usamos la palabra periodo, que por no asociarlo al tiempo, lo primero que hacemos es fingir que no nos incomoda si una mujer nos escucha decirla. Estos fanáticos del béisbol son tan apasionados con el deporte que, con orgullo, aclaran siempre que lo único bueno del béisbol gringo es que hay latinos, que no les hace falta armar tanto escándalos como otros deportes y que son felices con su propia versión de las olimpíadas del béisbol, conocida como la Serie de Caribe. Y aunque sí hay partidos de pelota en las olimpiadas y otras celebraciones que reúnen deportes cada cierto número de año, no son tan populares porque el sabor está realmente aquí (en el Caribe, pues).

         Así que, si quieres descubrir el glosario terminológico que se hereda entre fanáticos del béisbol, te recomiendo que vayas con guante en mano, bate listo y tacos cómodos por si te llevan a un terreno arenoso a jugar. Una recomendación, siempre di que es la primera vez que vas a jugar o la hospitalidad de los fanáticos te podría hacer pasar vergüenza cuando te pregunten qué posición prefieres jugar: “Tienes cara de que juegas bien en el dogaut” es la frase favorita de todos, y no escatimes una noche lluviosa ni un diacrítico, el tiempo siempre es perfecto para jugar. ¡Y si no, que lo diga el pícher o el cácher o el ompáyer o el centerfil!

 

randoldmillan121@gmail.com

 

 

 

Año XI / N° CDXII / 13 de marzo del 2023

 

lunes, 6 de marzo de 2023

Pretérito y copretérito [CDXI]

Edgardo Malaver Lárez

 

 

 

Puente sobre el lago de Maracaibo. Foto: C. Hernández


 

 

         Tal como decía en la edición 98 de Ritos, titulada “Antepretérito, antepresente, antefuturo” (¡del 7 de marzo del 2016!), la diferenciación entre los tiempos pretérito (habitualmente llamado pasado) y el copretérito es bastante sencilla, sobre todo si recurrimos a Andrés Bello, que ha pensado su clasificación para “uso de los americanos”, es decir, para los que hablamos la lengua española en América. Me preguntan mucho los estudiantes por qué veo tanta diferencia, en lo que escriben, entre las formas pensé y pensaba, por ejemplo, y cómo pueden identificar rápidamente la diferencia. Me da gusto que me pregunten porque la sola pregunta es ya evidencia del aguijón que les ha clavado el estudio de la lengua, además de que, como descubren poco antes o poco después, es un asunto fascinante.

         Echémosle una mirada a esta lista de oraciones:

 

Yo caminé ayer con mi mamá

Yo caminaba ayer con mi mamá

 

Mis amigos me regalaron libros

Mis amigos me regalaban libros

 

Comieron sin recordar su hambre

Comían sin recordar su hambre

 

¿Te quedaste sola en tu casa?

¿Te quedabas sola en tu casa?

 

Regresamos temprano a Maracaibo

Regresábamos temprano a Maracaibo

 

         Está más bien claro que en la primera oración de cada par el hablante se refiere a una sola oportunidad en que se realizaron las acciones, ¿no es cierto?; señala un punto preciso en la llamada “línea del tiempo”.

         En el primer caso, por ejemplo, ¿verdad que uno piensa: “Sí, claro, esta persona caminó ayer con su mamá, no anteayer ni la semana pasada”? Sabemos que eso pasó en el pasado, no en el presente ni en el futuro, y que pasó una sola vez. Por esta razón esta forma del pretérito, para la Academia, se llama perfecta y, además, simple: porque ha concluido y no ocurre más. Para Andrés Bello, eso es simplemente pretérito, es decir, pasado.

         En la segunda oración de todos los grupos no sucede exactamente eso. Es parecido, pero no es igual. En la segunda oración, se sabe con certeza que el acto de caminar (y los otros ejemplos) ocurre en diversas oportunidades durante un período impreciso del pasado. No se puede (ni siquiera el que habla lo sabe... ¡ni los que caminaban!) determinar qué día ni a qué hora comenzaron con la costumbre de caminar juntos ni cuándo la abandonaron. Ni siquiera se sabe si la han detenido en el presente. En suma, se trata de un período, no de un momento, en el que sucedía repetidamente lo que dice la oración. Es pasado también, pero la repetición que está implícita lleva a Bello a llamar esta forma copretérito. Es como que dibujáramos una “línea del tiempo” y pusiéramos un punto en ella por cada caminata, una al lado de la otra. Por eso aparece el prefijo co- en copretérito.

         Como ejercicio para mis alumnos, los invito a examinar el resto de oraciones y tratar de ver si sucede también en ellas lo he dicho sobre el primer par.

 

Equivalencias entre Bello y la Academia (Fernández López, 2018)

 

         En la tabla de Justo Fernández López que les pongo aquí, aparecen las tres formas de llamar los tiempos verbales en español. Mi opinión es que no hay mejor conjunto que el ideado por Bello. Es la más sencilla y la más clara. Creo que las otras también ofrecen detalles que permiten comprender la naturaleza de los tiempos, pero no superan la de Bello. Su libro sobre el castellano de América es, además de supremamente informativo, muy claro, en contra de lo que su prestigio sugiere.

         Además de esto, uno siempre puede preguntarse (porque es cuestión de preguntarse): ¿cuándo hice tal o cual cosa?, ¿fue una sola vez o fueron muchas?, y, si fue más de una, ¿sigue repitiéndose o ya he dejado de hacerlo? Quizá las respuestas a estas preguntas y las lecturas que hagamos nos darán la ansiada claridad.

         En este instante me doy cuenta (presente, el momento en que lo digo) de que escribí aquel artículo (lo hice una vez y no lo he vuelto a escribir) el 7 de marzo del 2016. En aquellos días, siempre escribía (¿ven?, una época) los jueves, ahora lo hago los domingos.

         Muy bien... como he terminado mis respuestas a todos los que me han preguntado sobre este asunto, hasta luego.

 

emalaver@gmail.com

 

 

 

Año XI / N° CDXI / 6 de marzo del 2023




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