martes, 19 de enero de 2021

Ligeia, Annabel y otras mujeres de Poe [CCCXL]

Edgardo Malaver



Estatua de Poe en la Universidad de Baltimore, obra de Moses Ezekiel, de 1916



 

No lo recordaba, pero resulta que dos años antes de ponerme a fisgar en la vida privada de Miguel de Cervantes para conocer su relación con las mujeres, ya había comenzado a hacerlo con otro escritor importante, esta vez de lengua inglesa. Lo descubrí en noviembre, cuando Gmail me avisó que mi buzón estaba a punto de derramarse porque borro muy pocos mensajes. Borrando y borrando, encontré uno que les escribí a las participantes del Taller Maelström de Narrativa y Poesía del 2012. Nada más leerlo pensé que había que publicarlo en Ritos, y me gustó la idea de celebrar con él el 212° aniversario del nacimiento del poeta, que es hoy. Os lo copio aquí:

 

He calumniado a Edgar Allan Poe. He examinado, de manera apresurada, sí, pero deteniéndome donde era necesario, la vida del escritor con las mujeres, y parece que estas no eran, como irresponsablemente dije hoy en el taller, una de las causas de su perdición. Poe sufría de depresión, alcoholismo, droga[dicción], ludopatía y otras adicciones y vicios (por algo es considerado el primero de los poetas malditos), pero no he encontrado señales de que fuera un depravado sexual, ni siquiera de que sintiera una pronunciada debilidad por los placeres de la carne, al menos los prohibidos y corruptos. [...]

La relación de Poe con las mujeres fue, sobre todo, literaria. El erotismo presente en sus obras, a pesar de calzar perfectamente en la época y los parámetros del romanticismo, no es escaso ni desproporcionado. El balance es tal que no parece ser un rasgo demasiado llamativo. Las mujeres de sus historias son incorpóreas, seres etéreos de belleza enigmática, casi siempre cerca de la muerte.

La relación con las mujeres de su vida personal fue siempre trágica. Su madre biológica murió cuando él tenía menos de tres años de edad. Su madre adoptiva, que lo amaba devota y sobreprotectoramente, murió también de tuberculosis siendo él [muy] joven. Poe se enamoró de Jane Stanford, madre de un compañero de estudios, que [murió] a los 31 años. Luego tuvo una relación con una mujer de su edad llamada Sarah Elmira Royster.

En 1831, Poe se va a vivir a casa de una hermana de su madrastra y ahí, después de unos años, encuentra su verdadero gran amor: Virginia, una de sus primas, con quien finalmente contrae matrimonio en mayo de 1836: ella tenía 13 años y él, 26. Para poder casarse falsificaron la fecha de nacimiento de la niña. En 1837 se va a vivir con ella a Nueva York, y en 1847, Virginia muere también de tuberculosis. Poe llega más tarde a casarse otra vez, con Sarah, pero poco después de esto, la crisis lo atrapa y muere víctima del alcohol en 1849.

Muchos piensan que Virginia es el modelo de Annabel Lee, la protagonista del poema homónimo que describe la desesperación del poeta por la muerte de la amada a causa de un “viento helado” en un “reino junto al mar”, que podría representar a Nueva York.

[......] También el cuento “Ligeia” ha sido relacionado con la muerte de la esposa de Poe, puesto que en esta historia el protagonista narra cómo su primera esposa resucita en el cuerpo de su segunda mujer cuando esta está a punto de morir.

En “Berenice”, el narrador, Egaeus, se prepara para casarse con su prima, que empieza a mostrar señales de una enfermedad desconocida, hasta que la única parte de su cuerpo que parece permanecer viva son sus bellos dientes, con los cuales Egaeus empieza a obsesionarse. Berenice muere finalmente y él profana su tumba para robar los dientes de su amada.

El afamado poema “El cuervo” cuenta una noche tenebrosa en que el poeta se enfrenta a un ave negra que le da certeza de que nunca más volverá a ver a la bella Leonor, que ha muerto poco antes. Este misterioso encuentro es la estocada final que sume al protagonista en la depresión para siempre.

Morella”, por su parte, cuenta una historia quizá poco relacionada con la vida real de Poe, puesto que parece que el poeta nunca tuvo hijos. En el cuento, el protagonista tiene una hija con su esposa [cuyo nombre da título a la historia], a quien no amaba realmente y que muere en el parto, y cuando bautizan a la niña, ésta, poseída por el espíritu de la madre, muere también. Al enterrarla en la misma tumba que a la madre, el protagonista descubre que los huesos de Morella no están en su tumba. [...]

 

La tumba sí fue como una mujer muy atractiva para Poe —suena como si lo dijera sin saber que toda su vida ocurrió durante el romanticismo—, pero parece que sólo le dedicó su último poema, el que describe su victoria sobre él. Una noche, enfermo, borracho, atormentado, solitario, pero con más poesía que sangre en las venas, Poe intentó besar a la muerte al salir del bar. La incorpórea figura lo dejó caer en una acera oscura de Baltimore y de aquella acera el poeta no se levantó... nunca más.


emalaver@gmail.com



Año VIII / N° CCCXXXVIII / 19 de enero del 2021



2 comentarios:

  1. Excelente, como siempre (o desde siempre), estimado profesor Edgardo. Este rito no solo no hace rememorar al gran Edgar Allan Poe, sino que exalta la importancia de encontrar en este escritor lo apasionante de lo enigmático; esto solo quedándonos en lo que usted nos refiere, pero si debemos revivir sus cuentos y poemas (una y otra vez, como es debido), en busca de más, entonces que la eternidad nos acompañe.

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    1. Caramba, Efraín, no me había percatado de que me habías escrito... ¡en enero! Perdóname. Muchas gracias, muchas gracias. Sí, así es, la profundidad de Poe no se ha abarcado aún. Y como Poe era un poeta de verdad, eso no sucederá nunca. Mira cómo no llegamos aún al fondo de Homero, y Poe apareció hace 20 minutos, si comparamos. Gracias por tu lectura, compañero.

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